martes, 16 de diciembre de 2008

Una merecida mentada de madre

Una merecida mentada de madre
Martes, 16 de Diciembre de 2008 01:10
Pedro Díaz Arcia

Según un antiguo sofisma, las cosas son del color con el que se les quiere ver. De ser así, el mundo sería otro.
En los momentos en que millones de personas se regodean con las imágenes del zapatazo que le lanzaron en Irak al Presidente estadounidense, George W. Bush; experimentan la expectativa de si se lanza el salvavidas a los fabricantes automotrices de Detroit y disfrutan la elección de la “tovarich rusa” Kseniya Sukhinova como Miss Mundo 2008, se ha desatado un curioso debate en Estados Unidos sobre si Barack Obama es negro o no lo es.
Alguien dijo: “Claro que Obama es negro y al mismo tiempo, no lo es”. “Es blanco y no lo es. Es lo que la gente quiera ver en él”.
Es la dialéctica en su estado natural, o lo que es lo mismo: la “ley de la negación de la negación” para un marxista, que consiste en que cualquier proceso se transforma en su contrario.
¡Algo muy complicado!
El Presidente electo se considera un “afroamericano”. “Así me tratan y así me ven. Y me enorgullezco de serlo”, ha dicho.
Pero, no son pocos los que aportarían jugosas cuotas a través de Internet para que Obama siguiera el tratamiento de Michael Jackson y adquiriera la transparencia de un papel de China, para no sufrir el contraste de un negro en la Casa Blanca.
De acuerdo a interesantes acotaciones del libro Los negros y su lugar en la historia, de Leroy Vaughn, los presidentes estadounidenses Thomas Jefferson, Andrew Jackson, Abraham Lincoln, Warren Harding y Calvin Coolidge, tuvieron ancestros negros.
En definitiva, lo importante no es si Obama es negro, blanco, mestizo, birracial o multiétnico, sino la política que impulse y defienda en beneficio de los verdaderos intereses de su pueblo, de la paz, el desarrollo pacífico, la cooperación internacional, las medidas para salvaguardar la vida en el planeta, el estímulo a los procesos e instituciones multilaterales y poner fin a una funesta era de guerras de conquista y exterminio.
Por eso, lo juzgará la historia.
Al frívolo debate de si todo depende del prisma con el que se miren las cosas, se sumó la expectativa de si el líder demócrata jurará el cargo el mes entrante con todos sus nombres.
Durante la campaña electoral se utilizó por sus adversarios la insinuación de su filiación islámica al llamarlo, repetidamente, Barack Hussein Obama, su verdadero nombre.
Recientemente, en una entrevista publicada por Los Angeles Times y Chicago Tribune, a una pregunta de los periodistas en este sentido, el líder demócrata respondió: “Creo que la tradición es usar el nombre completo y yo voy a seguir la tradición”.
Aunque según una información de EFE, del día 10 del presente mes, entre otros, Ronald Reagan no juró como Ronald Wilson Reagan; James Earl Carter lo hizo como “Jimmy Carter” y Lyndon Johnson, quien asumió la presidencia en circunstancias dramáticas a bordo del avión Air Force One tras el asesinato de John F. Kennedy en Dallas en 1963, colocó su mano sobre la Biblia y dijo secamente: “Juro solemnemente”.
La Carta Magna de la Unión no es muy explícita al respecto y estipula que el mandatario jura o promete ocupar fielmente el cargo de presidente de la nación y defender, mantener y proteger tanto como sea capaz la Constitución de Estados Unidos.
A tenor de la letra constitucional George W Bush pudo haber sido fiel a sus principios y jurar como “Dirty Bush”, en 1980 y 1984, respectivamente, pero no lo hizo.
Ahora, en el clásico “Adiós muchachos, compañeros de mi vida…”, se fue a cantar falsas victorias en Irak, donde mantiene a unos 150,000 soldados, han muerto más de 4,200 militares estadounidenses, la cifra de civiles iraquíes masacrados supera los 700,000 y el costo de la festinada guerra para los contribuyentes norteamericanos asciende a 576,000 millones de dólares.
Cuando el domingo el avión presidencial aterrizó sigiloso en el Aeropuerto Internacional de Bagdad, con el timonel de la “nave de las desgracias” a bordo, nada presagiaba la bochornosa despedida que recibiría poco después el presidente Bush.
Ante el asombro de las autoridades iraquíes y estadounidenses, así como de los servicios multinacionales de seguridad y de prensa, el periodista Muntazer Al Zaidi -envidiado por millones de seres en el mundo- integrante de la cadena de televisión Al Bagdadia, al grito de “Es el beso del adiós, perro” le lanzó uno tras otro sus zapatos al actual mandatario de Estados Unidos.
En la cultura árabe, el acto es como una mentada de madre.
Previamente, Bush, en declaraciones antes del aterrizaje en la capital iraquí, dijo a periodistas que lo acompañaron en el rápido periplo por Irak y Afganistán que “Una quiebra abrupta” de la industria automotriz “puede ser devastadora para la economía” y adelantó que los fabricantes del sector obtendrán ayuda del gobierno en los próximos días.
Datos a la mano confirman que las empresas gigantes del sector, General Motors Corp. y Chrysler LLC, se quedarán sin dinero en el transcurso de esta semana si no reciben la ayuda financiera federal. Por su parte, la firma Ford Motor Company declaró que podría subsistir durante el próximo año.
Como es conocido, el Congreso rechazó hace pocos días un préstamo por 14,000 millones de dólares en un plan de salvataje de las grandes empresas automotrices de Detroit.
Ahora queda pendiente el examen del próximo 20 de enero cuando Barack Hussein Obama jure como el nuevo presidente de los Estados Unidos.
¿Qué mano colocará sobre la Biblia en el solemne momento? ¿La Izquierda o la Derecha?
Por Esto!

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