jueves, 21 de enero de 2010
La verdad de las vacunas.avi
Pandemia No Hay Ninguna: ¡Detengan La Vacuna!
Medios Chilenos ya empezaron a preparar terreno para la vacuna H1N1
Expresamos nuestro más completo rechazo a la descarada campaña del terror que ya comenzaron algunos medios de DES-información masiva en Chile.
Constatamos -no con mucha sorpresa eso sí- que medios como EL MERCURIO (periódico perteneciente a uno de los amigos de Rockefeller, Agustín Edwards) ya empezó a preparar el terreno para la próxima campaña de vacunación a los sectores más vulnerables a una vacuna tan tóxica y con pésima reputación en el resto del mundo, por contar con ingredientes que afectan terriblemente el sistema nervioso y todos los sistemas del cuerpo humano.
Reflexiones sobre el Terremoto de Haití:La clave de profundidad del terremoto de Haití.
Analicemos los datos de todos los seismos reportados:
DATE LAT LON MAG DEPTH km REGION13-JAN-2010 07:23:04 18.36 -72.88 5.0 10.0 HAITI REGION
13-JAN-2010 06:58:27 18.35 -73.06 4.5 10.0 HAITI REGION
13-JAN-2010 06:48:03 18.38 -72.88 4.5 10.0 HAITI REGION
13-JAN-2010 06:24:17 18.34 -73.06 4.6 10.0 HAITI REGION
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La invasión mediática en Haití
Jenaro Villamil
MÉXICO, DF, 19 de enero (apro).- A una semana de la tragedia haitiana que ha provocado 70 mil personas enterradas en fosas comunes, cerca de 200 mil muertos, un millón y medio de damnificados (casi 20% de la población) y unos 400 mil huérfanos, la paradoja de esta nación caribeña es terrible: nunca como ahora Haití ha concentrado la atención mediática global, pero a pesar de este fenómeno, la ayuda no ha llegado a los afectados en la misma magnitud e intensidad que el rating generado por los noticiarios televisivos, las agencias informativas y hasta los eventos del show bussines, como la entrega de los Globos de Oro.
Antes de que arribaran los miles de efectivos militares de Estados Unidos en esta especie de “invasión humanitaria”, a Haití ya habían llegado los “ejércitos” de las grandes cadenas televisivas occidentales, en una especie de “invasión mediática” para que el mundo viera, con esa mezcla de escozor y morbo, las pilas de muertos en las calles, la ausencia de gobierno y el exceso de comentaristas y reporteros “de la tragedia” que se han solazado en la destrucción de Haití.
Quizá sólo la hambruna de Somalia o el tsunami de Indonesia provocaron una reacción tan contrastante como la que se observa ahora en Haití.
Por un lado, hay una conmoción genuina y real de las audiencias que observan a todas horas las imágenes y los “reportes especiales” desde las ruinas de Puerto Príncipe pero, por otro, la incapacidad de las Naciones Unidas (ONU), la ostentosa gendarmería humanitaria de Washington y la descoordinación evidente para la asistencia médica y alimentaria han agudizado lo que supuestamente este exceso de cobertura mediática pretende evitar.
Tal parece que el monstruo del rating está a la espera de nuevas escenas dantescas donde se observe cómo un ciudadano de Haití arroja el féretro de un menor calcinado o que las revueltas y los saqueos provocados por la desesperación se transformen en una especie de guerra civil transmitida en vivo. En Haití parece surgir el reality trágico, un nuevo género que informa poco y satura mucho con imágenes conmovedoras.
La invasión mediática a Haití no ha permitido que el mundo conozca mejor a este país tan castigado por las potencias circundantes (desde Francia hasta Estados Unidos), tan estigmatizado por enfermedades y epidemias (apenas en la década de los ochenta, la ultraderecha consideraba que el sida era una enfermedad de “triple h”: homosexuales, heroinómanos y haitianos), ni que las audiencias aprecien la riqueza social, la auténtica solidaridad de una nación empobrecida, pero que ha sabido sobrevivir a la etiqueta de “nación más pobre de América Latina” que desde un inicio ha pesado sobre ella.
Resulta grotesco escuchar a los comentaristas que, “desde el lugar de los hechos”, sólo tratan de convencernos de que esta es “la peor tragedia que he visto en mi vida”, pero desconocen datos elementales de la historia reciente de Haití, qué sucedió con la transición democrática inconclusa y cuál es la corresponsabilidad de Washington y de la propia ONU en las continuas carencias de este país.
El enfoque emocional, por encima del enfoque informativo, ha prevalecido en la cobertura de las grandes cadenas, con notables excepciones que es difícil hallar en la pantalla comercial, tanto abierta como restringida.
Los haitianos no merecen ser un gran set del melodrama, ni un Teletón a modo para que los filántropos de siempre laven su imagen y culpas. Es necesario que Haití se transforme en el epicentro de un cambio en las estrategias de rescate y de ayuda humanitaria.
La derrota no es sólo de un gobierno incapaz de sacar a flote a su nación sino también de la ONU, que se encuentra envuelta en este “desastre logístico” que acrecienta el hambre, las enfermedades y la muerte.
Comentarios: jenarovi@yahoo.com.mx
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MEXICO, D.F., 20 de enero ( EL UNIVERSAL).- La Comisión Federal de Electricidad (CFE) se quedó sin recursos para empezar a resolver los problemas inmediatos de obsolescencia y deficiencias del sistema eléctrico de la zona centro del país que venía atendiendo Luz y Fuerza del centro (Lyfc), lo que pone en riesgo la continuidad del servicio y abre el paso a apagones de gran magnitud en los estados de Hidalgo, Morelos, México, Puebla, Tlaxcala y Distrito Federal.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) congeló por todo 2010 inversiones que venía realizando la extinta paraestatal por casi mil 702 millones de pesos para atender desde el cambio de medidores para reducir el robo de energía eléctrica hasta la sustitución de redes de distribución y subestaciones con más de 25 años de operación y que ya resultan insuficientes para las necesidades de demanda actuales, además de que registran sobrecargas que provocan fallas por daños en los equipos y que fue la principal razón de que se negara el servicio a nuevos usuarios.
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Decenas de réplicas ponen en constante zozobra a los cientos de miles de damnificados de Puerto Príncipe/ Temor a un tsunami provoca caóticas huidas hacia las partes altas de la ciudad
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