México, DF.- Legionarios de Cristo, la congregación que encabezaba el padre Marcial Maciel, está exigiendo que se revelen todos los casos de pederastia que ahí se perpetraron.
Y es que los abusos sexuales denunciados contra el fundador de la Legión de Cristo son heridas abiertas que ponen en tela de juicio la verdadera labor de la Iglesia y la credulidad respecto al sacerdocio.
Si bien el trabajo de Maciel es digno de reconocimiento, el escándalo y la paternidad del prelado mexicano –presuntamente concibió una hija con una adolescente de 15 años– mantienen bajo los reflectores de la prensa a los ex Legionarios que se atrevieron a denunciar el abuso de que fueron víctimas mientras estudiaban en el seminario de la Legión de Cristo.
El profesor José Barba Martín, catedrático del Instituto Nacional Autónomo de México, está exigiendo al Vaticano investigar lo que pasó en esta congregación, en la que el abuso sicológico y sexual prevalecieron durante varias décadas.
“Se trata de un asunto delicado, hay al menos 30 testimonios que documentan las atrocidades del Padre Maciel… algunos de los ex legionarios aseguran que el sacerdote resultó ser un verdadero pederasta”.
Además, “testigos que aparecen en la lista que tiene el fiscal del caso, Charles J. Scicluna, afirman que Marcial Maciel gustaba de tener sexo con dos niños a la vez”, revela Barba durante la entrevista para Zócalo.
Tiene aliados Maciel tiene aliados, como el empresario Carlos Slim, quien era partidario del iniciador de la orden de Cristo. Incluso, se dijo que Marcial Maciel había sido exonerado, lo que la oficina del Vaticano nunca confirmó.
La investigación está en manos del Papa Benedicto XVI, quien se desempeñó como fiscal del caso. Barba asegura que el sistema judicial de la Iglesia católica dejó en claro un defecto. El Vaticano –considera Barba– convirtió “los crímenes del padre Maciel en pecados”.
“… (Se) invita al padre Maciel a una vida reservada, de penitencia y oración, renunciando a cualquier tipo de ministerio”. Ese fue su castigo. Leer mas...
Inhabilitados 20 sacerdotes por pederastas
RODRIGO VERA
MÉXICO, D.F., 13 de febrero (apro).- En los últimos cinco años, 20 sacerdotes de la arquidiócesis de México fueron suspendidos de su ministerio debido a que abusaron sexualmente de menores de edad, afirmó monseñor Víctor Sánchez, quien fue obispo auxiliar de esa arquidiócesis.
En conferencia de prensa, el recientemente nombrado arzobispo de Puebla señaló que a esos sacerdotes pederastas la Iglesia les impuso la suspensión canónica a divins (lejos de lo divino), con lo que quedaron inhabilitados para ejercer su ministerio sacerdotal.
Agregó que aunque la mayoría de ellos no enfrentó cargos penales en los tribunales civiles, un sacerdote está en prisión y otro se encuentra en proceso de investigación.
Monseñor Sánchez adelantó que, igual que en la arquidiócesis de México, él también implementará una política de "cero tolerancia" para los sacerdotes pederastas en el arzobispado de Puebla, cuya titularidad asumirá a partir de abril próximo.
Advirtió: "Esa es una línea que seguiré, y quien me conoce sabe que así será".
En lo que respecta al caso del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, de quien se descubrió que llevaba una "doble vida" de amoríos con mujeres, el arzobispo Sánchez se limitó a decir que es un caso "doloroso" para la Iglesia.
Mucho hay que temer cuando un grupo de funcionarios estatales y federales buscan tener “una mesa de diálogo” a la que cierran el acceso libre de la prensa y demás grupos sociales interesados en el tema. Todo hay que temer cuando la pretendida “autoridad” no quiere observadores de sus ofertas demagógicas y más aún cuando se trata de un lugar como Chichén Itzá que tanto promovieron, los diferente niveles de gobierno, por convertirlo en maravilla del mundo, como si antes no lo hubiera sido ya y del que la iniciativa privada ha sacado un cuantioso negocio, del que por supuesto las comunidades mayas de Yucatán son las que menos se han beneficiado, pese a ser, sin duda, patrimonio de la humanidad, aunque los absurdos “legales” del México contemporáneo pretendan vender la idea estúpida de que los terrenos de Chichén Itzá son propiedad privada de una trasnochada familia de caciques. Es ahora a la sociedad civil, a las organizaciones sociales y a los mismos artesanos mayas de Chichén Itzá, a los que nos toca estar pendientes de que se cumplan los “compromisos” de la reunión “secreta”, que pretendieron hacer las autoridades locales y federales, con los artesanos-artistas de la zona, que reclaman un legítimo derecho a existir. Y asimismo es apremiante que la sociedad empiece a debatir la urgente expropiación de los terrenos de esa zona arqueológica y a exigir la transparencia de los recursos que de ahí se derivan y su destino final; a debatir también su destino como parador turístico de calidad, o cantidad, que parece ser ya la única retórica del Estado, frente a muchas otras alternativas de turismo y protección que tendría que tener el Estado sobre la zona arqueológica y no únicamente sobre su explotación irracional, con todo lo que eso implica social y ambientalmente hablando. Parece ser que nuestras autoridades no terminan de entender o no pretenden entender que la dinámica de relación territorial sociedad-medio ambiente urge de un cambio cualitativo, de una nueva ética y que en esa lógica entran también nuevas opciones de oferta y convocatorias de turismos más racionales y justas para la comunidad maya de la zona, opuestas a la lógica rapaz de las cantidades. La defensa de Chichén Itzá, de su explotación racional, y de los artesanos artistas mayas de la zona, son una tarea social impostergables, que deben sumarse a la defensa de Teotihuacan, como importantes centros de nuestro devenir cultural, como bastiones que deben recordarnos la grandeza de los pueblos originarios y en la medida de lo posible ayudarnos a defender nuestra memoria histórica tan agredida por gobiernos neoliberales que todo lo pretenden destruir, comercializar y vender; la defensa de esas zonas es también la defensa del maíz (originario) y de la soberanía alimentaria, frente a una crisis financiera mundial que amenaza con devastarlo todo en sus intentos de salvar, o mejor dicho en postergar la agonía de lo que es, por el bien de la humanidad, insalvable. La sociedad yucateca y la organización social nacional debe estar pendiente y vigilante de los “acuerdos” de la “autoridad” con los artesanos-artistas mayas de Chichén Itzá, para no descubrir el día de mañana de que un McDonalds, por ejemplo, ofrece hamburguesas chatarra en lo alto del castillo del KuKulcán, o que un presunto narcotraficante ex banquero administra la declarada maravilla del mundo… frente a nuestra pasividad social. Por Esto!
* En sus más recientes Reflexiones tituladas El artículo de Chávez, Fidel Castro califica de inseparable el futuro de América Latina de la elección o no, hoy en Venezuela, de la enmienda constitucional que posibilita la reelección indefinida de cargos de votación popular / Auguró la victoria del Sí porque “No existe otra alternativa que la victoria”
Corría el año 2006. Yo estaba en realidad muy grave pero a la vez muy consciente de lo que ocurría. La XIV Cumbre del MNOAL, donde se eligió a Cuba como Presidente, finalizaba por esos días a mediados de septiembre. A duras penas podía incorporarme y sentarme en torno a una mesa. Recibí así a importantes Jefes de Estado o de Gobierno. El Primer Ministro de la India estaba entre ellos. El visitante de más jerarquía que recibí en aquella habitación de emergencia del Palacio Presidencial fue el ghanés Kofi Annan, Secretario General de Naciones Unidas que pocas semanas después finalizaría su mandato. Abdelaziz Bouteflika, Presidente de Argelia, una de las personalidades con las que me reuní, mirándome fijamente a los ojos me dijo: “Fidel, si necesitas mi sangre, la tendrás”. Yo lo apreciaba mucho. Fue Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno de nuestro amigo Houari Boumediene. Por su parte Bouteflika acababa de pasar por una crisis de salud que lo puso al borde de la muerte. Puede afirmarse que su recuperación fue asombrosa. Sus palabras constituyeron un noble y desinteresado apoyo a nuestra causa, que no se esperaba, por nuestro espíritu internacionalista que nunca se ejerció a cambio de algo. Su noble gesto tuvo lugar años después de que en la ciudad de Monterrey, México, un vil traidor a la historia de su abnegado y combativo pueblo, coincidió con la exigencia del Jefe del imperio de que se me expulsara de una Cumbre que tenía lugar allí, después que hablara a los convocados, con excepción de Bush, que no tocaría suelo mexicano mientras yo pisara la misma tierra. Antes del minuto en que partí, Hugo Chávez me visitó con urgencia, e indignado con tan alevosa conducta del Jefe de Estado del país anfitrión, exclamó: “Fidel, dime cuánto petróleo necesita Cuba para vencer el bloqueo yanqui”. El diálogo parecía irreal. No es fácil de recordar a través de la bruma de la emoción cuáles fueron mis palabras exactas de respuesta. Sin duda que las de negarme a la aceptación. Fuera como fuese, el destino de Cuba siguió su curso. La suerte de nuestro pueblo estaba atada al legendario recuerdo del Che y el pensamiento de Martí y Bolívar. Nuestro futuro es inseparable de lo que ocurra el próximo domingo cuando se inicie el día de la aprobación de la Enmienda Constitucional. No existe otra alternativa que la victoria. El destino de los pueblos de “Nuestra América” dependerá mucho de esa victoria y será un hecho que influirá en el resto del planeta. Faltaría sin embargo un reconocimiento a Hugo Chávez, por su aporte a la literatura española. Su último artículo publicado ayer 12 de febrero bajo el título Las líneas de Chávez, es un inspirado documento de excepcional calidad, que solo los grandes escritores pueden elaborar. Es Chávez en cuerpo y alma reflejado en letras de molde, como muy pocos pueden lograrlo. La multitudinaria y entusiasta concentración de ayer es un espectáculo que solo la televisión hace posible acceder a un número incalculable de personas en el mundo. El desenmascaramiento de la autoprovocación escenificada en la sinagoga judía es la antítesis de aquellas conmovedoras imágenes que en 1945 tropas soviéticas, que tomaron por asalto el campo de concentración de Auschwitz, mostraban al mundo lo que había quedado de millones de hebreos y de otros países ocupados, incluidos niños, ancianos y mujeres, llevados al cautiverio por los nazis. No fueron los soldados de Eisenhower quienes se esforzaron y derramaron su sangre por liberarlos. El monstruoso mundo de las injusticias que el imperialismo ha impuesto al planeta marca el final inexorable de un sistema y de una era a la que no puede quedar mucho tiempo. Éste también se agota. Agradezcamos al compatriota venezolano su clarinada. Por Esto!
LA ASTROLOGÍA, UNA GRAN FARSA
LA ASTROLOGÍA, UNA GRAN FARSA ANTES UNA CIENCIA, HOY UNA SUPERSTICIÓN
La astrología, antes una “ciencia” hoy una mera superstición, nació en la antigüedad con el pomposo nombre de “ciencia de los astros”. El hombre, eterno imaginativo, desconociendo las distancias estelares “creyó” ver en el cielo nocturno ciertas figuras formadas con líneas imaginarias que unían las estrellas más llamativas de los distintos grupos, a las que denominó constelaciones, uno de cuyos conjuntos constituye el zodíaco, nombre que deriva de las figuras de animales de que está compuesto en su mayor parte. Según la mayoría de los arqueólogos y mitólogos, el zodíaco fue una creación de los sacerdotes-astrónomos de Babilonia, que poseía un doble carácter: científico y religioso. (Aunque, la astrología surgió también en Egipto no se sabe si por influenza babilónica o independientemente, según el historiador Jaques Pirenne, en su Historia del Antiguo Egipto, volumen III, pág. 215). En efecto, puede decirse que la ciencia astronómica nació como astrología, una mezcla de conocimiento y superstición. En la medida que aquella se fue desgajando de esta última se ha ido convirtiendo en auténtico conocimiento de los astros. Así el antiguo zodíaco sirvió de base tanto para las observaciones de los astrónomos quienes valiéndose de sus doce divisiones señalaron la posición de los planetas como para los astrólogos que lo utilizaron en sus predicciones observando en sus asterismos y en los siete planetas los focos principales que influían sobre la Tierra. El zodiaco también fue objeto de culto en las religiones astrales que divinizaban a las constelaciones y está dividido en doce partes iguales o signos, contados a partir de la posición aparente que ocupa el Sol en el equinoccio de primavera septentrional. Estas constelaciones zodiacales son atravesadas sucesivamente por el Sol durante el año. El hombre de todos los tiempos, intrigado por lo que le depara el destino, siempre quiso conocer su futuro, y la astrología con su horóscopo podía satisfacer esa curiosidad tan acuciante e incluso ofrecer al interesado la oportunidad de ponerse en guardia e intentar esquivar o torcer su destino si este se presentaba aciago, y los antiguos, incluso grandes personajes de la historia, recurrían a sus servicios. Sin embargo hoy, a pesar de los espectaculares avances de la auténtica ciencia de los astros: la astronomía, son legión los seguidores de la astrología. El horóscopo es la representación esquemática de los astros dentro de los signos del Zodíaco como supuestos determinantes según el “cielo de nacimiento”. En esencia, la astrología pretende que los caracteres y el destino de un individuo dado, dependen de cierta configuración de los astros —en especial el Sol, la Luna y los planetas— en el momento de su nacimiento. Pero es de notar que un horóscopo da lugar a interpretaciones totalmente arbitrarias. Hay tantos astrólogos como explicaciones diferentes y notoriamente contradictorias. Es cierto que los astros nos envían sus rayos luminosos. El Sol, fuente de vida, nos provee de energía a través de los vegetales que la captan mediante la función clorofílica constituyendo así el alimento básico de los animales. La Luna y el Sol, con su fuerza atractiva originan las mareas. Pero de ahí a creer que las influencias de los astros pueden ser tales que determinen nuestros días felices o aciagos dentro de un infundado determinismo fatal, es un mayúsculo disparate. La fantasía ha hecho que se bautizara al planeta Marte como dios de la guerra. ¡Claro!, puesto que presenta para nosotros un color rojo como la sangre, debe influir “de algún modo” para que el recién nacido bajo “su poder”, sea un guerrero que derrama sangre en las batallas en la adultez. Júpiter con su destacado y potente brillo debe insuflar al que nace cuando se halla reluciente en el cielo: potencia y dominación. Por su parte, la constelación del León se asocia a la idea de poder, ardor y virilidad. La de los Peces, por supuesto se relaciona con la humedad, la sangre fría. Si embargo, puesto que las constelaciones son el fruto de la más pura imaginación y las estrellas no sugieren ni remotamente los seres que representan para los astrólogos, aquí estamos en presencia de la más flagrante nesciencia. Miremos el cielo estrellado, allí no existe, ni por asomo, Acuario, la Virgen el Cangrejo, Aries, ni cosa terráquea alguna. El Zodiaco es un simple mito para los astrónomos. Hoy la astronomía sabe que las estrellas componentes de una constelación se hallan a distancias en profundidad muy diferentes de nosotros y entre ellas mismas, y que en la mayoría de los casos no existe ningún vínculo entre las que aparecen en un mismo plano y “vecinas” entre sí sólo para nosotros como observadores terráqueos. Pero hay más. Desde que se inventó el Zodíaco en la remota antigüedad, hasta nuestros días, la denominada en astronomía precesión de los equinoccios hizo correr los casilleros de las doce divisiones. Por ejemplo Aries ya no ocupa aquella primigenia posición, la cual ha sido reemplazada ahora por el casillero que encierra a los Peces desde el 1 de marzo al 21 de abril, pero los astrólogos continúan diciendo que el astro del día atraviesa un signo seco, activo, voraz, esto es Aries o Carnero. En los libros de astrología también podemos ver revivida aquella física de la antigüedad que aceptaba sólo cuatro elementos a saber: agua, fuego, aire y tierra, con sus cuatro propiedades: calor, frío, humedad, sequedad, y los cuatro humores: sangre bilis, bilis negra y flema. Estas cualidades han sido distribuidas aleatoriamente entre los planetas, signos zodiacales y casas o sectores de la esfera celeste entre el horizonte y el meridiano. La astrología no resiste la menor crítica científica ni una objeción lógica. ¿En qué medida pueden influir los astros sobre el instante del nacimiento con respecto a la víspera o el día siguiente? Sabemos que los planetas emiten una energía muy débil y el recién nacido en día nublado cuando los rayos solares son detenidos, ¿recibirá la misma influencia que otro nacido en un día diáfano? Además la astrología ignora totalmente la genética y la herencia. Basta con tomar en cuenta un detalle clave para que los soñadores de la astrología queden en ridículo: sabemos que los niños nacidos a la misma hora en las maternidades del mundo, tienen distintos destinos y caracteres totalmente dispares. Los fracasos de los pronósticos astrológicos fueron y son resonantes. Podemos citar el caso de la predicción del diluvio para el mes de febrero del año 1524 que alarmó Francia y Alemania. Como una burla telúrica a la superstición, ese mes y año se produjo una descomunal sequía. Cada fin de año, los astrólogos tienen por costumbre proporcionar a la prensa sus predicciones para el nuevo año. Pero si analizamos minuciosamente y con criterio objetivo los textos, pronto nos percataremos de que se trata de una redacción con un contenido impreciso, ambiguo, oscuro, sibilino. Otros, más audaces añaden ciertos sucesos de probable advenimiento que pueden producirse en base a un cálculo aplicado al estado de cosas del presente “según van los acontecimientos”. Si cierto personaje político tiene avanzada edad y se encuentra muy enfermo, es probable que fallezca el próximo año. Si existe un conflicto en cierne entre dos naciones o pueblos, es probable que entren en guerra; si la economía de tal o cual país se presenta insegura es posible el advenimiento de una crisis, y así sucesivamente se va “profetizando” lo más probable por si acaso se da el acierto que puede catapultar hacia la fama al astrólogo agraciado con la suerte. Si embargo ningún astrólogo predijo el alunizaje, el invento de la televisión y la computadora, las vistas de Marte y otros planetas en fotografías captadas por zondas espaciales, ni el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, ni el desmembramiento de la Unión Soviética, ni la guerra de las Malvinas. Hacia fines de 1967, el llamado “mago de Nápoles”, Aquiles D’Angelo, vaticinó que 1968 iba a ser el año del descubrimiento de la cura del cáncer. Los pobres desdichados que con ciertas esperanzas leyeron el despacho de Roma del 18/12/67, se cansaron de esperar. Hoy aquellos desahuciados están en la tumba y el cáncer aún o ha sido vencido totalmente. Nostradamus (Médico y astrólogo francés (1502-1566) quién publicó su famosa obra de predicciones titulada: Almanaque, traducida a varios idiomas se hizo célebre, pero sus profecías se hallan redactadas en un lenguaje sibilino del cual es posible extraer distintos significados adecuados a lo acontecimientos que se desean relacionar con dichas “profecías”. Por otra parte, en sus predicciones claras y precisas cometió errores garrafales. A su vez los agoreros no se ponen nunca de acuerdo para la interpretación de los almanaques zodiacales. Jerónimo Cardan (o Cardano) médico, matemático y físico italiano (1501—1576), inventor de la suspensión Cardan y descubridor de la fórmula para la resolución de la ecuación de tercer grado, fue también un gran astrólogo. Uno de su crasos yerros ha sido la confección de un horóscopo para el rey de Inglaterra, Eduardo VI, que entonces tenía sólo 15 años. Le predijo una larga vida y una serie de enfermedades que iba a padecer después de los 35 años. Pero… el pobre rey murió a los l9 meses de haberse enterado de su horóscopo. La astrología debe ser considerada solo como un simple y tonto entretenimiento que se publica en las páginas de los periódicos y revistas para un público masivo, y sólo eso. Su peligro radica en la posible conducta de algunos creyentes que pueden tomar muy en serio los horóscopos y ver complicada su existencia o entorpecer la de los demás por seguir al pie de la letra algunos consejitos para esquivar el destino y vivir en “armonía y felicidad”. La astrología no es ninguna ciencia de los astros como lo indica su nombre, no tiene nada de científico, es una simple mancia (sufijo latino que significa adivinación) en este caso utilizando los astros, por cuanto la verdadera denominación de esta superstición debe ser astromancia.