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Apr 07 2009 |
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* El usurpador designa al fecalista Alonso Lujambio como nuevo titular ilegítimo de Educación Pública (SEP), en sustitución de Josefina Vázquez Mota, quien renunció el sábado pasado para encabezar la lista de diputados plurinominales panistas
Durante el fin de semana, desde la residencia oficial de Los Pinos, FeCal inició las negociaciones con Alonso Lujambio para que se incorpore a la SEP. (NTX)
Apr 07 2009 |
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Apr 07 2009 |
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Juan José Morales
Impacto Ambiental
Un amigo lector me envía una amplia información acerca de una gigantesca acumulación de basura flotante que se ha descubierto en el Pacífico, entre Norteamérica y las islas Hawai.
En realidad, el asunto ya era conocido desde hace tiempo. El primer artículo sobre este tema aparecido en una revista científica, lo publicó en noviembre de 2003 en la revista norteamericana Natural History Charles Moore, navegante y director de una fundación privada de investigación oceanográfica, quien cruzó por aquella zona durante una regata oceánica y quedó atónito al ver la enorme cantidad de materiales de plástico que flotaban en las aguas: bolsas, botellas, cajas, restos de redes pesqueras, tapones, juguetes, navajas de afeitar, cepillos de dientes y toda clase de artículos. Durante una semana entera —relataba Moore— no dejó de ver objetos flotantes a ninguna hora del día.
Su artículo despertó el interés de varios investigadores que comenzaron a estudiar esa acumulación de basura, cuya existencia ya había sido prevista desde 1988 en un informe de la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera (NOAA) de Estados Unidos, con base en las características de las corrientes marinas en aquella región del mundo.
En efecto, la gran acumulación de basura flotante, que al parecer abarca por lo menos un millón de kilómetros cuadrados y quizá varias veces más, se ha formado por el mismo fenómeno que el llamado Mar de los Sargazos en el Atlántico, una extensa zona donde se encuentra gran cantidad de esas plantas marinas flotantes, aunque no en acumulaciones tan densas que puedan detener el avance de un buque, como decían las leyendas en siglos pasados.
El fenómeno consiste en que —por razones que no vamos a detallar— los grandes movimientos de aire y la rotación de la Tierra hacen que al Norte y al Sur de la franja tropical, se formen zonas de baja presión en las cuales la circulación atmosférica provoca la formación de corrientes marinas más o menos circulares, llamadas giros. En total, hay en los océanos cinco de estos giros subtropicales que cubren alrededor del 40% de la superficie de los mares. Naturalmente, dada la forma en que circulan las aguas, los objetos flotantes que llegan a un giro, quedan confinados en él y van acumulándose progresivamente.
Aquí cabe precisar que aunque en algunas informaciones se habla de esa concentración de desechos como “una inmensa isla flotante de basura”, no es una masa continua, como por ejemplo las islas flotantes de los indios uro de Bolivia y Perú en el lago Titicaca, hechas con cañas de totora. Los desperdicios pueden formar pequeñas masas aisladas, pero en general se mantienen separados entre sí.
El gran problema no es tanto que las corrientes lleven los desechos hacia esas zonas, sino que ahí permanecen por siglos. Los desperdicios orgánicos que siempre han llegado al mar se descomponen con rapidez. Por ello en una época, hasta mediados del siglo XX, algunas grandes ciudades costeras se deshacían de la basura llevándola empacada y comprimida en barcazas hasta sitios muy profundos donde se arrojaba. Pero los plásticos no son biodegradables. Sólo se fotodegradan. Es decir, se desintegran lentamente por efecto de la luz solar, pero este proceso dura siglos y además el material no se descompone, sino que simplemente se va disgregando en fragmentos cada vez más pequeños.
Se cree que la acumulación de basura del Pacífico empezó a formarse allá por 1950, en los albores de la era del plástico, y que a la fecha hay en ella unos cien millones de toneladas de desechos. Y sin duda hay basureros flotantes similares en los otros giros oceánicos subtropicales, pero no es fácil detectarlos con los satélites artificiales, pues el plástico es usualmente translúcido y no aparece en las imágenes.
Por Esto!
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Apr 07 2009 |
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En su primera visita a un país mayoritariamente musulmán desde que asumió el cargo en enero, Obama abogó en Turquía por una asociación entre Occidente y el Mundo Islámico y anunció nuevas iniciativas estadounidenses para reforzar los lazos económicos y culturales
Apr 07 2009 |
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ROMA, Italia, 6 de abril (AFP/DPA).- Mientras los socorristas rescatan sobrevivientes y retiran cuerpos sin vida de los escombros de L’Aquila, ciudad del Centro de Italia sacudida el lunes por un fuerte sismo que dejó al menos 150 muertos y 70,000 damnificados, María Franscesco llora frente a lo que era su casa y afirma: “viví 20 segundos en el infierno”.
“Viví 20 segundos en el infierno. Mi casa de derrumbó, quedó destruida, no se puede recuperar nada”, asegura a la AFP mientras mira lo que queda de su casa en L’Aquila, 110 km al noreste de Roma.
La céntrica calle de la ciudad medieval, conocida por sus monumentos artísticos, parece “bombardeada”, con pedazos de edificios y cúmulos de tierra.
A pocos metros, los socorristas extrajeron los cuerpos de cuatro estudiantes de la Casa del Estudiante, donde residen jóvenes de toda la península así como extranjeros, que acuden a la renombrada universidad de L’Aquila.
“Desde hace tres meses que sentimos temblores, cada vez más fuertes. Ayer fue el apocalipsis”, sostiene María.
Aún desconcertada, la ciudad comienza a contar los muertos a la vez que miles de habitantes y grupos de turistas con las maletas en la mano intentan huir a cualquier precio de la zona atemorizados por las réplicas del sismo que siguen sacudiendo la región.
Numerosas personas se refugiaron en los automóviles estacionados frente a sus casas y serán trasladados a tiendas de campañas que comenzaron a ser instaladas o al estadio de la ciudad.
“A las once de la noche sentimos el primer temblor, otro dos horas después, entonces resolvimos salir a la calle, pero después de un buen tiempo volvimos a entrar y ahí se desplomó el edificio. ¡Salí a la calle en calzones”, contó Marco.
Según las autoridades, el terremoto de magnitud 5.8 dejó al menos 150 muertos y 70,000 personas quedaron damnificadas, sin su propio techo, sobre todo ancianos.
Los equipos de rescate, provenientes de toda Italia, continuaban excavando entre los escombros y pedían “silencio” para poder detectar cualquier rumor entre el cemento y los ladrillos.
Las carreteras de acceso a L’Aquila fueron cerradas por lo que miles de personas caminaban como hormigas con mantas bajo el brazo y botellas de agua, completamente cubiertas por el polvo blanco.
“Las autoridades podían pronosticarlo”, acusa María. “Me siento como en una película, no me parece real”, agrega aún atónita.
Palacios de varios pisos se desmoronan como castillos de naipes. Torres de iglesia se derrumban. En la calle asfaltada se dibujan profundas grietas. El horroroso terremoto se produjo por la noche, en la región central de los Abruzos, en Italia. Decenas de personas mueren entre los escombros. Cientos de miles fueron sacudidos del sueño a las 3:32 de la madrugada y decenas de miles perdieron sus viviendas.
Mientras amanece, muchos todavía deambulan con sus ropajes de dormir, en el mejor de los casos, arropados con una manta, entre las montañas de escombros de L’Aquila. Por temor a los remezones buscan un lugar abierto. Los bomberos, delante de las casas derruidas, en una carrera contra el tiempo no saben por dónde comenzar las excavaciones. En su desesperación algunos comienzan a cavar con sus propias manos, ya que carecen de toda herramienta para alcanzar a quienes están cubiertos por los escombros. Y el número de muertos crece y crece.
“No dormí en mi casa y por eso me salvé”, relata Valerio, un estudiante. Atónito, está parado delante de la casa en la que vivía con otros cinco compañeros. Una excavadora quita los escombros de lo que queda de la vivienda, en su búsqueda de sobrevivientes. A unas pocas casas de allí cooperantes sacan en camilla a personas que habían permanecido bajo los escombros.
También en los hospitales reina el caos. Coches particulares y ambulancias se aglomeran frente a los ingresos de urgencias. Y también se interrumpe la provisión de agua potable. Por el momento sólo hay un quirófano disponible en el hospital de L’Aquila. Los heridos de gravedad son trasladados con helicópteros a otros sitios donde puedan ser atendidos.
Luego del terremoto de consecuencias más graves para Italia en los últimos treinta años, la magnitud de los daños de la catástrofe se hacen más perceptibles de hora en hora. Cada vez más muertos, más viviendas destruidas y cada vez más personas desesperadas, sin techo.
Los cadáveres recién sacados de las casas derrumbadas se ven por doquier. A pesar del día de primavera la atmósfera es fantasmal. Remezones conmueven a la ciudad ubicada a unos 100 kilómetros al noreste de Roma, y de las viviendas derruidas continúan cayendo escombros. La imagen de horror recuerda a los tiempos de guerra. “¿Alguien me oye?”, se percibe una voz desesperada desde una montaña de cascotes.
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