Apr 07 2009 |
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Juan José Morales
Impacto Ambiental
Un amigo lector me envía una amplia información acerca de una gigantesca acumulación de basura flotante que se ha descubierto en el Pacífico, entre Norteamérica y las islas Hawai.
En realidad, el asunto ya era conocido desde hace tiempo. El primer artículo sobre este tema aparecido en una revista científica, lo publicó en noviembre de 2003 en la revista norteamericana Natural History Charles Moore, navegante y director de una fundación privada de investigación oceanográfica, quien cruzó por aquella zona durante una regata oceánica y quedó atónito al ver la enorme cantidad de materiales de plástico que flotaban en las aguas: bolsas, botellas, cajas, restos de redes pesqueras, tapones, juguetes, navajas de afeitar, cepillos de dientes y toda clase de artículos. Durante una semana entera —relataba Moore— no dejó de ver objetos flotantes a ninguna hora del día.
Su artículo despertó el interés de varios investigadores que comenzaron a estudiar esa acumulación de basura, cuya existencia ya había sido prevista desde 1988 en un informe de la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera (NOAA) de Estados Unidos, con base en las características de las corrientes marinas en aquella región del mundo.
En efecto, la gran acumulación de basura flotante, que al parecer abarca por lo menos un millón de kilómetros cuadrados y quizá varias veces más, se ha formado por el mismo fenómeno que el llamado Mar de los Sargazos en el Atlántico, una extensa zona donde se encuentra gran cantidad de esas plantas marinas flotantes, aunque no en acumulaciones tan densas que puedan detener el avance de un buque, como decían las leyendas en siglos pasados.
El fenómeno consiste en que —por razones que no vamos a detallar— los grandes movimientos de aire y la rotación de la Tierra hacen que al Norte y al Sur de la franja tropical, se formen zonas de baja presión en las cuales la circulación atmosférica provoca la formación de corrientes marinas más o menos circulares, llamadas giros. En total, hay en los océanos cinco de estos giros subtropicales que cubren alrededor del 40% de la superficie de los mares. Naturalmente, dada la forma en que circulan las aguas, los objetos flotantes que llegan a un giro, quedan confinados en él y van acumulándose progresivamente.
Aquí cabe precisar que aunque en algunas informaciones se habla de esa concentración de desechos como “una inmensa isla flotante de basura”, no es una masa continua, como por ejemplo las islas flotantes de los indios uro de Bolivia y Perú en el lago Titicaca, hechas con cañas de totora. Los desperdicios pueden formar pequeñas masas aisladas, pero en general se mantienen separados entre sí.
El gran problema no es tanto que las corrientes lleven los desechos hacia esas zonas, sino que ahí permanecen por siglos. Los desperdicios orgánicos que siempre han llegado al mar se descomponen con rapidez. Por ello en una época, hasta mediados del siglo XX, algunas grandes ciudades costeras se deshacían de la basura llevándola empacada y comprimida en barcazas hasta sitios muy profundos donde se arrojaba. Pero los plásticos no son biodegradables. Sólo se fotodegradan. Es decir, se desintegran lentamente por efecto de la luz solar, pero este proceso dura siglos y además el material no se descompone, sino que simplemente se va disgregando en fragmentos cada vez más pequeños.
Se cree que la acumulación de basura del Pacífico empezó a formarse allá por 1950, en los albores de la era del plástico, y que a la fecha hay en ella unos cien millones de toneladas de desechos. Y sin duda hay basureros flotantes similares en los otros giros oceánicos subtropicales, pero no es fácil detectarlos con los satélites artificiales, pues el plástico es usualmente translúcido y no aparece en las imágenes.
Por Esto!
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