martes, 16 de diciembre de 2008

lunes, diciembre 15, 2008

El fanatismo

Los que tienen el poder, en México y en el extranjero, han sido muy hábiles para manejar la opinión pública. Una de sus principales estrategias han sido promover el fanatismo. De esta manera generan división y dificultan que la información verdaderamente importante llegue al ciudadano promedio. Claro está que, como no todos piensan igual, hay que tener un fanatismo para cada gusto. Así que nos venden fanatismo de izquierda, de derecha, fanatismo religioso, entre otros. Pero nunca nos hablan de lo que verdaderamente propone cada uno de esos grupos, sólo nos muestran una imagen radical y "loca". Ya sea que elijan como portavoz a los sectores más radicales de un movimiento, o que muestren palabras o propuestas fuera de contexto. Justo eso hicieron con López Obrador. Los medios tomaron frases que sacaron de contexto para presentarlo como un loco con aires de dictador. Y cuando uno de los "seguidores" de AMLO agredía a alguien, las televisoras se encargaban de que esa imagen diera la vuelta al mundo. En pocas palabras nos presentaron una "izquierda" agresiva, conflictiva, que critica pero no propone, etc. Pero lo mismo han hecho con la derecha. Por más que uno diga que los medios están en manos de "la derecha", lo cierto es que tampoco nos han permitido conocer lo que es la derecha auténtica. Las voces más brillantes de la derecha tampoco tienen espacio en los medios de comunicación. Ese espacio está reservado para una derecha arrogante y falsa, una derecha que habla de responsabilidad pero no la asume.
La religión no ha escapado de esta distorsión. A muchos les gusta culpar a la religión de la manipulación de las masas. Pocos recuerdan, o saben, que los dos principales exponentes de la lucha civil pacífica (Gandhi y Martin Luther King) fueron hombres religiosos. Cualquiera que haya leído sus discursos sabrá que frecuentemente hacían referencia a su fe. Pero los medios no muestran a ese tipo de gente, a aquellos que son congruentes con sus creencias. La televisión prefiere a aquellos que son religiosos de dientes para afuera. Lo que conocemos es la religión marca "Televisa": te promueven la veneración de la Virgen de Guadalupe, el respeto al Papa; pero en sus programas fomentan lo contrario a lo que la religión predica.
Desgraciadamente nosotros hemos caído en ese juego. Nos hemos creído que el ser congruente con nuestros principios quiere decir descalificar los de los demás. Si somos de izquierda no queremos escuchar a los de derecha, si somos de derecha no toleramos a los de izquierda y si somos ateos creemos que la gente religiosa es ignorante. Si hubiera menos fanatismo y más diálogo podríamos entender que el otro piensa diferente porque tiene una visión de la vida distinta a la mía y no porque esté al servicio de los poderes fácticos o porque sea un borrego que sigue a un caudillo.
Hay que ser a un lado los fanatismos y escuchar a los verdaderos representantes de cada ideología. De la izquierda auténtica podríamos aprender la importancia de la solidad social, de compartir y de los valores comunitarios. De la religión auténtica podríamos aprender el amor (y por lo tanto la tolerancia), la actitud de servicio hacia los demás; en pocos palabras: a ser buena gente. De la derecha auténtica podríamos aprender su pasión por la libertad, su oposición a un Estado con poderes excesivos y su confianza en la autorregulación de las sociedades.
No permitamos que nos sigan vendiendo fanatismos. Pidamos más información y menos descalificaciones. Busquemos por nuestra cuenta y no dependamos de los medios tradicionales para entender la realidad nacional.
Tomado del boletin Profesionistas por la Democracia

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