martes, 16 de diciembre de 2008

Una de diputados

Una de diputados
Martes, 16 de Diciembre de 2008 00:00
Jorge Lara Rivera

De veras que no hay refrán perdido. A saber, “El que parte y reparte…, se queda con la mejor parte”.
Mareado como anda uno con eso de la guerra al crimen organizado, las intrigas palaciegas, los avionazos accidentales, el jaripeo de la pena de muerte, la mala nueva del asesinato de Silvia Vargas Escalera, hija de aquél funcionario deportivo durante el foxiato, a manos de sus velocirraptores (dos de esos reptiles salieron ya de la cárcel porque la PGR ¡no pudo sustentar! fehacientemente su responsabilidad en los hechos por los que los detuvo, ni demostrar las acusaciones que formulara con micrófonos y reflectores), y por el incremento del martirologio cívico mediante un trabajador del medio informativo, con motivo del acoso al movimiento minero, casi pasa de noche el asunto.
Sólo porque “El Universal” cumplió con hacer saber a la sociedad, aunque incomode a Federiquillo Reyes H., que el generoso aguinaldo que se asignaron los diputados federales no les causará ningún pago de impuestos a pesar de su cuantía, la cosa se supo.
Aunque limitado al principio, ese conocimiento saltó inesperadamente a la plaza pública entre los dimes y diretes.
Así y todo nos hemos enterado.
La causa de que esto fuera posible se debe a Gustavo A. Madero a quien le han pisado en el callo, justo allí donde le duele (la bolsa) y ni quien dude: respira por la herida. Así, el presidente del Senado y coordinador de la bancada panista en aquél ha tronado contra los ocupantes de curules en San Lázaro: “los mexicanos debemos exigir que todos paguen impuestos por igual, incluidos los diputados”.
Precisamente para salir al paso de las críticas desatadas, César Duarte, el presidente de la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, ha querido justificar el exceso principesco de este privilegio con que aquello de que la práctica es “para todos los trabajadores del Estado”. Sólo que entonces tendría que aclarar porqué a los Senadores no, porqué a los empleados del IMSS tampoco y porqué Hacienda gravó los aguinaldos de burócratas en años anteriores. Además, hay de aguinaldos a Aguinaldos.
Y si no es una excepción, por las cantidades que representa, que sólo favorece a los diputados, entonces, ¿por qué no le tocan a los demás burócratas los aumentos de sueldo en el mismo porcentaje en que se incrementan sus dietas esos legisladores?
Para acabar, bajo la lógica “quiera quien” de que “lo caido caido”, y que lo que cayó en la buchaca no sale, C. Duarte ha buscado en las presentes circunstancias que vive el país, defender lo indefendible con aducir que esto “no es que se justifique, pero es una medida que hace años se impuso...”. Pero, ¿no cambiaron –anticonstitucionalmente– ellos mismos, los diputados, las condiciones de trabajo del ISSSTE, del magisterio nacional empleado en el sistema de educación pública y del IMSS?
Al respecto no se ha oído decir nada, nunca –a ninguno– de los legisladores yucatecos del PAN –nos quedó mal el reactivo Gerardo Escaroz Soler– ni del PRD por tal privilegio autoconcedido, ni quejarse o inconformarse o renunciar a esa prebenda; ningún membrete cívico (Indignación, ProVida, las “investigadoras” de los derechos de género, etc.) afín a la oligarquía local se ha pronunciado, ni antes ni ahora, al respecto. ¿No que la corrupción era exclusiva del PRI?
El ocultamiento de la verdad es también una forma de mentir, ¿cierto? Así, pues, la ferocidad de Daniel Carrillo Ruiz, quien acusa de mentirosa a la Gobernadora Ivonne Ortega Pacheco, con relación a la distribución de los recursos estatales del gasto para 2009, pero que ha guardado conveniente silencio en el asunto de los aguinaldos, despierta suspicacias acerca de la sinceridad de sus preocupaciones.
Secundando en su arrebato de intemperancia a Magaly Cruz Nucamendi, Gerardo Escaroz Soler, Patricia Gamboa Wong y Rafael González Crespo, los exabruptos del diputado únicamente llevan a sospechar que con esa pandilla sigue reincidiendo en esa acomodaticia ética y doblez moral con que asume la vida política.
Pero en mérito de la buena voluntad que esta época propicia, no está de más invitarlos a revisar los gastos de la Oficina de la Presidencia de la República y el monto previsto de sus erogaciones en comunicación social para promoción de su imagen, porque allí sí no han dicho nada. Eso puede ayudarles a tener una visión más balanceada. Nadie cuestiona que busquen cumplir su papel vigilante, se les exige tan sólo un poco de congruencia.
Qué decir del senadorcito Santiago Creel Miranda, el que alardeaba “del estricto apego a la ley”. Ahora resulta que se gasta el doble de lo que gana. ¡Cómo!
Por favor no lo intente usted en casa. Sería peligroso y podría acabar boletinado en el Buró de Crédito.
En esta aritmética de felicidad de Creel parece que hay algo turbio y por eso ya se ha iniciado contra ese inmoral una nueva demanda de sus “amigos” desde Abogados por la Democracia. ¡Uy!, tanto celo y honradez asustan. Dan frío, ¿verdad?

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