Digna rabia |
Miércoles, 17 de Diciembre de 2008 00:00 |
Por Alberto Híjar La jornada cultural La Digna Rabia de seguidores de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona del EZLN ha recibido un sorpresivo saludo desde Bagdad. El compañero periodista Muntazer al-Zaidi rompió el protocolo rigurosamente vigilado y con asistentes seleccionados, para aventarle sendos zapatazos a Bush increpándolo como: perro ahí te va un besito de despedida y “esto es por las viudas, los huérfanos y todos los que han muerto en Irak”. El títere iraquí que la hace de Primer Ministro intentó cachar el segundo disparo con el mismo resultado que ha tenido como ejecutor de la política yanqui en Irak. Tal parece que sólo así es posible ganar la primera plana de las noticias y un lugar principal en la televisión y la radio. Así o con movilizaciones duraderas y feroces como las de los jóvenes griegos, como la toma del programa de Adal Ramones por quienes no cesaron de gritar voto por voto, casilla por casilla hasta obligar a la suspensión del programa. Es entonces cuando la multitud deja de ser mansa reunión de organizaciones unidas efímeramente por el común repudio al Estado y la globalización en crisis para transformarse en pueblo en lucha con todos los medios al alcance. La imaginación, aquella exaltada facultad de 1968 deja de ser simbólica con un lejano referente político y social al dar lugar a un acto de violencia legítima. La legalidad se evidencia entonces como límite impuesto como poder del Estado y el principio de que sólo éste tiene derecho a la violencia es puesto en crisis para disputar el poder y ejercerlo prácticamente. Haberlas abunda en esta dialéctica de la violencia para que no se piense que todo esto es disquisición acelerada como necesario homenaje al periodista que logró desatar manifestaciones de apoyo lo mismo de chiítas que de sunitas. El ejercicio legítimo de la violencia momentánea requiere de sustento racional. Así ocurre con los zapatazos al ser celebrados de inmediato en el propio Irak por el pueblo convocado por el valiente acto. En otras partes del mundo las solidaridades son acompañadas por propuestas de abogados dispuestos a la defensa legal de quien opinó de manera no ortodoxa para ser conducido a prisión acusado de desacato a un dirigente de Estado invitado. “Acto bárbaro e ignominioso” llaman las autoridades títeres a lo que otros celebramos como ejercicio valiente de la digna rabia. La argumentación que da sentido al acto reprueba las payasadas de Bush de comparecer ante sumisos soldaditos superarmados para exaltar su fascista sentido patriótico imperialista, ese que canta su himno saludando con la mano derecha en el corazón. Una ideología de la violencia establece la dialéctica de reprobación a la muerte encarnada como crímenes de Estado y reivindica el ejercicio libertario de la violencia simbólica contra ellos. El simbolismo no queda entonces en la consigna coreada o en el performance irónico o patético, sino en la marca de un referente concreto que sintetiza toda la maldad del mundo. Fue igual cuando una copa de vino fue aventada a la jeta de Gary Prado el captor del Che. No faltaron algunos sensatos reprobadores del acto justificantes de la obediencia debida y hubo quién se refirió a la caballerosidad de Prado al entregar el reloj del Che a la dirigencia cubana años después de 1967. Cosas de la diplomacia de Estado que no impidió la celebración de la denuncia de quien llevó a rastras y amarrado al revolucionario inerme y herido para entregarlo a sus asesinos. Decenas de reportajes argumentaron el crimen de La Higuera y sirvieron de alerta roja que no alcanzó a denunciar la presencia conspirativa de Prado y del agente de la CIA que sirvió de enlace entre Washington y La Paz, Félix Rodríguez en las reuniones contra el gobierno de Evo Morales en Santa Cruz, Bolivia. La digna rabia es necesaria y requiere de imaginación valiente para concretarse. Toda copia es ineficiente. A veces es el grito improvisado como el que ha sido recibido por Felipe Calderón, Josefina Vázquez Mota en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara y los blancos perfectos Fox y Martha. Otras han sido las ocasiones en que algún joven valiente luce una camiseta acusadora para ser obligado a quitársela y responder con la siguiente preparada ex profeso. Todo esto va más allá de la inocua denuncia civil y apunta al poder necesario mediante el recurso de hacer de la denuncia del criminal, un acto sobresaliente y festivo. Por Esto! |
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