María Teresa Jardí Sin ninguna duda, por lo que toca al menos a la apatía del pueblo mexicano, el daño tiene que ver de manera destacada con la telebasura deseducativa y cómplice, con los mandatos de la derecha sexenal, empezados --antes de que se evidenciara que era la derecha la que dictaba las reglas del juego de manera absoluta-- por el también genocida Luis Echeverría Alvarez, claramente al servicio de lo que le ordenaban desde el Capitolio. Derecha adueñada del poder desde hace ya demasiados años. Derecha canceladora, con un usurpador a la cabeza, de toda esperanza de cambio. Derecha convertidora, con el silencio cómplice de los partidos, de México en la república bananera que despierta hoy 1 de enero del 2009 llegando ya, casi a los seis mil --impunes, hombres, mujeres, ancianas y niños-- ejecutados, tan sólo en los dos años que lleva usurpado el Poder Ejecutivo por el panismo fecalista. Volver a tener esperanza pasa, necesariamente, por el televisor tirado a la basura. Ya no es suficiente, para los mexicanos, con apagarlo o con ver Cable. No es suficiente con no poner --ni de paso a otro canal-- ninguno del duopolio cancelador de toda esperanza de cambio. Infeliz duopolio, en el fondo, manejado por atacados de la misma mediocridad que llevan años promoviendo. Sometidos mandaderos de lo que otros les ordenan a cambio del becerro de oro que es lo único que la derecha venera. Cómplice también en la baja de la educación impartida. Productor y promotor de pornografía. Imita monos, incapaz incluso de crear sus propias mediocridades, beneficiado por la derecha, que el sistema maneja, con los Casinos que tanta violencia y tan malos resultados han dado en otros lugares, a pesar de los controles severos, que aquí tampoco se tienen. Cómplice, que ni siquiera alcanza el título de responsable. Los responsables son los partidos políticos --hoy en México todos de derecha-- que el poder se reparten unos comiendo el caviar y otros conformándose con las migajas que sobran del PAN de los que lo acompañan con champagne. Ni un voto a ningún candidato ni partido en 2009, tendría que ser segundo el propósito acompañante del lanzamiento de los televisores a la basura o de la condena, al menos a la soledad, arrinconados en el cuarto de los cachivaches inservibles o a pudrirse en el patio trasero. Ni un voto más a ningún partido político. No a ninguno de los que hoy existen en el espectro mexicano. La condena ciudadana al ostracismo es lo que puede generar la esperanza del nacimiento de otro México posible, que es inalcanzable con el sistema de partidos que hoy tenemos. Quizá, así logremos hacer nacer el de izquierda que toda democracia, por definición, necesita como fiel de la balanza. Así como ellos han condenado a México a no ser más que la bananera república que se refleja tanto en las Ejecuciones como en los más altos sueldos a los altos funcionarios, que nada tienen de servidores; así como ellos han condenado, a base de desarmar el entramado ético de todas las instituciones, al pueblo a la baja educación y al hambre, de lo que es cómplice la telebasura, condenemos a los partidos políticos, los ciudadanos mexicanos, en representación del pueblo entero, a la obtención de cero votos en las elecciones federales y en las estatales y las locales programadas por los institutos electorales, a modo del sistema agotado, cancelador de generaciones de mexicanos a lo largo del año que hoy inicia. |
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