jueves, 1 de enero de 2009

La sociedad en movimiento

Jan
01
2009
La sociedad en movimiento

Víctor Flores Olea

Al inicio de este año México parece un país sin perspectivas, no a la deriva porque está sustancialmente bajo el puño de los dueños del dinero, sino abandonado desde el punto de vista social, de las posibilidades de una democracia real y no de mentiras, de una alternativa abierta para satisfacer las variadas necesidades de la mayoría, sobre todo en educación, salud y trabajo. En estos y otros campos, el desastre resulta abismal.
Algunos han dicho que seríamos merecedores de un nuevo pacto social que, en primer lugar, se propusiera satisfacer las necesidades sociales y consolidar una alianza que se imponga a los factores adversos, desde el crimen organizado hasta la impunidad y la corrupción. El gran problema al que se enfrentan esas buenas intenciones es el círculo cerrado de los intereses que no se conmueven ante nada ni permiten la mínima apertura, ni frente al espectáculo de las carencias sociales ni ante el atropello que sufren poblaciones enteras. Su perspectiva es la de la acumulación obsesiva sin miramiento a otras condiciones.

Es claro el dictum que prevalece: ganar dinero a toda costa y por el medio que sea. Tal es la verdadera causa de la profunda crisis económica que sacude al mundo, que es también una crisis social, política, cultural, digamos de valores, que es amplia como pocas veces antes en la historia.
Pero por supuesto la sociedad, en las diversas regiones y países, no se paraliza ante tamañas dificultades. El pesimismo no es sino el lenguaje en que se expresa la desconfianza y desprecio por los "poderes establecidos", que han mostrado sin excepción, sobre todo en los últimos años, un abandono y una corrupción inadmisibles que han roto muchos lazos y esperanzas de futuro. Los partidos políticos, los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, con su comitiva de tramposas "formalidades" y "negociaciones", ofrecen hoy el lamentable espectáculo de casi una corte de los milagros sin reglas ni compromisos ni responsabilidades, de la que obviamente no puede esperarse la salvación.
Por eso es imposible creer en un pacto social que, en el fondo, sería impuesto desde arriba, por las élites y los aparatos de poder, sino sólo en uno verdaderamente surgido de abajo, logrado y arrancado por la entraña social, por la movilización social, las presiones, las demandas y exigencias militantes de todos aquellos que se sienten, que son desposeídos y han sido marginados de la tierra. Otra vez, en voz de Franz Fanon, Le damnnés de la terre (Los condenados de la tierra).
Nuestro sistema, los sistemas vigentes en prácticamente todo el mundo, requieren de una profunda transformación, de un cambio radical que vuelva a abrir las esperanzas. Desconozco si en todas las ocasiones se cumplirá con el ideal, pero lo más prometedor, lo más alentador es siempre la sociedad en movimiento, la sociedad proponiéndose nuevas metas y culminaciones. No la sociedad dócil, estática y pasiva, sino la sociedad en movimiento, la sociedad crítica que dice un no rotundo a los abusos.
Tal vez el mejor ejemplo de lo que digo se encuentre en América Latina, que, en relativo poco tiempo, echó fuera a prácticamente todas las dictaduras y las sustituyó por gobiernos altamente democráticos que buscan, y con frecuencia encuentran, nuevas perspectivas. Su liberación, primero del puño imperial, y la búsqueda de nuevas rutas para el avance de los pueblos, con nuevas instituciones imaginativas y acercándose a la necesaria unidad para emprender las nuevas tareas. En gran medida, transformaciones logradas por la sociedad en movimiento y en mucho menor medida por las formaciones partidarias tradicionales. Hasta el punto de que hoy, en conjunto, es el continente con mayores opciones de futuro.
No es inútil decir que, después de la catástrofe de George W. Bush y su pandilla a la cabeza del Imperio, en principio resulta alentador el triunfo de Barack Obama, porque significó en el imaginario estadounidense mayoritario, sobre todo de parte de los jóvenes, el freno a un gobierno violador de los principios más elementales de la Constitución de ese país, y su desprestigio y repudio casi universales. Tal vez Obama esté lejos de cumplir, en la práctica, con las esperanzas que suscitó entre la juventud, pero allí está la sociedad que lo llevó a las urnas para exigir los puntos principales del cambio a que se comprometió, comenzando con el fin de una de las guerras más absurdas y mentirosas de la historia.
Ante el desprestigio irrecuperable de las instituciones, que en todas partes se convirtieron en simple parapeto y defensa de una práctica económica neoliberal, que simplemente resultó un aparato de abuso colectivo y de explotación sin límites (sin "regulaciones", como ahora se dice), con su histórica derrota la sociedad tiene ahora la palabra para inventar, para construir el mejor de los "mundos posibles".
En la sociedad está el futuro y la esperanza: en una sociedad en movimiento. Por supuesto, en una sociedad que exija primero democracia, justicia, equidad y, si es posible, la supresión de toda explotación, el fin del mundo de los marginales y de los "condenados de la tierra".
Por Esto!

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