lunes, 15 de diciembre de 2008

Y, ¿si todo quedara igual?

Y, ¿si todo quedara igual?
Lunes, 15 de Diciembre de 2008 00:00
Félix Sautié Mederos
Mientras avanzan los días de diciembre en medio de una imperturbable calma, como si no estuviéramos acercándonos a las fiestas de navidad, de fin de año y de la conmemoración del aniversario 50 del triunfo de la Revolución Cubana, emerge una preocupación sumergida en el subconsciente del ambiente en que me desenvuelvo. Es recurrente, a veces en voz baja o mediante diversas formas de expresión chistosa o sugerida con la ingeniosidad propia de los cubanos. Los temas sobre el futuro que se nos avecina, afloran en las conversaciones familiares y entre amigos en los lugares de reunión asidua ya sean las casas, las colas de los mercados, los centros de recreación, los parques, las paradas de ómnibus y los más diversos lugares adonde el pueblo debe acudir en busca de los servicios que le son necesarios.
En los últimos tiempos, en la medida que se han complicado las dificultades y las situaciones económicas, sin que se planteen soluciones de fondo al respecto de lo que tanto preocupa a todos: el futuro que nos espera el próximo año 2009, se puede observar un proceso de desinhibición en crecimiento y los comentarios son expresados con mayor desenfado. Cuando se vive en La Habana, se forma parte de la población que cada día se esfuerza por su subsistencia y uno transita por los barrios más populosos, como Centro Habana, desde donde les escribo, no hay que esforzarse mucho para percibirlo.
Y, ¿si todo quedara igual? Pudiera ser la síntesis de lo que tanto preocupa. La desesperanza se generaliza, las personas se angustian y se impacientan porque esperan con ansiedad contenida un plan de medidas concretas, así como un conjunto de cambios que son imprescindibles para la modernización del país y para salvar las ideas primigenias de justicia social y equidad distributiva, por las que tanto ha luchado y se ha sacrificado el pueblo cubano en su conjunto durante los 50 años transcurridos desde 1959 a la fecha.
Los que hacen oídos sordos a estos clamores niegan su existencia, tratan de silenciarlos y descalifican a los que los expresan, son los mejores agentes del inmovilismo que puede llevarnos a la destrucción del proceso revolucionario. Que la Revolución puede autodestruirse desde adentro, es una realidad reconocida oficialmente, pero parece que para algunos eso sólo es un planteamiento teórico y no perciben las ansiedades que se mueven en lo más interno de la población. Se contentan con las noticias que día a día nos traen los medios de comunicación locales, sobre recuperaciones y crecimientos que pueden ser puntualmente muy importantes ante las debacles que nos han producido los ciclones y los problemas de la crisis financiera internacional, que han agravado sensiblemente los problemas que ya veníamos afrontando. Pero cuando las soluciones realmente necesarias no se manifiestan en hechos concretos, lo que debería partir de una actitud esencial ante cualquier proceso de la vida: la identificación de las dificultades, errores, insuficiencias y necesidades de cambio para poder continuar adelante, entonces surge la desesperanza y la desmotivación que minan las voluntades del pueblo.
Yo considero que con desesperanza y desmotivación será muy difícil que el futuro se haga promisorio. El problema no es de declaraciones de palabra ni de entrevistas periodísticas a personas que reafirmen el pensamiento oficial establecido, el problema es de hechos que transformen positivamente el día a día en la profundidad de la sociedad cubana de hoy. Finalmente, parafraseando lo que se dice en el Evangelio, puedo expresar: quien tenga oídos para oír, que oiga.
Por Esto!

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