Pedro Díaz Arcia
Mañana entraremos, con pie incierto y entre brumas, en el Año del Buey, según el calendario chino. Resulta curioso y, a la vez trágico, que mientras aviones israelíes continuaban ayer sus incesantes ataques en Gaza y miles de soldados de infantería, tanques y equipos de artillería se mantenían junto a la frontera en espera de una orden para el inicio de un ataque por tierra, el Servicio Internacional de Sistemas de Rotación y Referencia decidía que el año 2009 entrará un segundo después de lo esperado. También es curioso que cuando se informó que la tripulación ruso-estadounidense de la Estación Espacial Internacional (EEI) despedirá 15 veces el 2008 y recibirá el 2009 en 16 ocasiones, el primer ministro del estado judío, Ehud Olmert, decía al presidente Shimon Peres que la fase aérea de la operación sionista era “la primera de varias”, que han sido aprobadas. En momentos cuando los franceses consideran que los valores democráticos de libertad, igualdad y fraternidad se están perdiendo en la sociedad actual, según un sondeo realizado por el diario La Croix, el jefe en el exilio del grupo Hamas, Jaled Mechaal, llamaba desde Damasco a los palestinos a emprender una nueva Intifada contra Israel, durante una entrevista con la televisora por satélite Al Yazira. El príncipe Eduardo de Inglaterra y conde de Wessex fue criticado por grupos defensores de los derechos de los animales, tras difundirse fotos en las que el hijo menor de la reina Isabel II aparece golpeando a un perro. El vocero de la Liga Contra los Deportes Crueles afirmó que “es un delito causar sufrimiento a un animal de forma innecesaria”. De casta le viene al galgo, pues la propia Reina fue fotografiada en el 2000 cuando le quebraba el cuello a un faisán. Mientras, en Gaza, como en el Vietnam de los 60, los niños no pueden mirar al cielo. Cuando se realizan tantos y meritorios esfuerzos por atrapar hechos e imágenes que podrían caracterizar los principales hitos del año que se nos va —envuelto en cartulina, por no utilizar otro término— he pretendido matizar aquí y allá un conjunto de banalidades, sólo con la intención de acentuar los contrastes en relación con el progresivo drama que se vive a ras del hombre. Hoy, miles de palestinos reciben, como una plaga apocalíptica, el per cápita de explosivos enviados por la aviación israelí. Los ensordecedores obuses, de manera indiscriminada e impune, caen con su enorme poder destructivo sobre la población civil palestina. El gobierno francés, que aún ostenta la presidencia de la Unión Europea (UE), convocó para el martes en la noche, en París, a los Ministros de Exteriores del bloque con la “prioridad inmediata” de lograr “el cese de la violencia y el retorno a la tregua”. El bloque europeo considera vital la reapertura de los puntos de paso entre Gaza, Egipto e Israel, con el fin de aliviar las enormes penurias provocadas por el bloqueo israelí. El próximo jueves, la presidencia rotativa de la Unión Europea recaerá en la República Checa, peón de oficio de Estados Unidos y la OTAN. Según una reciente información, autoridades sionistas dijeron que Israel podría suspender la ofensiva sobre la Franja de Gaza, si tiene garantías de que Hamas también suspendería el fuego. Pero cínicamente el ministro de Bienestar, Isaac Herzog, declaró a la Radio del Ejército refiriéndose a la posibilidad de una invasión terrestre de Gaza, que si hay una propuesta “para una tregua humanitaria, esto no contradice nuestras preparaciones para una operación militar”. De poco han valido, hasta ahora, los llamamientos de la comunidad internacional, incluido el Vaticano, para que cese la masacre. Israel sabe que cuenta con el respaldo de los “padrinos” y es posible que no se detenga hasta obtener sus aberrantes objetivos. Nos separan sólo unas horas del año 2009, que se nos encima con su enorme carga de incertidumbre y fatídicos augurios. Pero, cuando suenen las campanas de la medianoche, sólo deseamos, aunque el anhelo roce la utopía, que se abran puertas seguras a la paz y a un nuevo orden mundial donde impere la justicia social. Y, una vez más, reiterar que sólo la virtud se impondrá a la ignominia y la vergüenza a la traición, en un camino minado por los intereses espurios y la corrupción. Es preferible que los débiles abandonen las trincheras que defienden la Dignidad, la Identidad y la Soberanía de los pueblos, pues así le hacen un beneficio a quienes siempre se mantendrán, contra todo riesgo, en sus puestos de combate.
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