martes, 17 de marzo de 2009

Tentadores narco-salarios

Mar
17
2009
Tentadores narco-salarios

* Entre ocho mil y doce mil pesos mensuales para jefes de sector; de seis mil a diez mil para jefes de turno y hasta 16 mil para supervisores de la Policía Municipal * A cambio, adquirían tres compromisos: dar protección en todo momento a los sicarios y “jefes” de la plaza; transmitir toda la información oficial al grupo delictivo; evitar patrullajes en puntos determinados y en horarios establecidos * Policías, entre cuatro y cinco mil pesos por servir de “vigías” de la calle para el grupo delictivo

De la Redacción

Sueldos de entre 8 mil y 12 mil pesos mensuales a jefes de sectores; 6 mil y 10 mil pesos a jefes de turno y hasta 16 mil pesos a supervisores, todos miembros de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, era lo que pagaba mensualmente “El Contador” del Cártel del Golfo y de los “Zetas” en Cancún, Napoleón de Jesús Mendoza Aguirre, alias “El Napo”.

El pago de estos salarios era para cubrir 3 tareas en específico para el crimen organizado: la primera de ellas era dar protección en todo momento a los sicarios del grupo armado y a los “jefes” de la plaza. El segundo era dotar de toda la información oficial al grupo delictivo y el tercero, considerado como importante para el desarrollo del narcomenudeo, era el evitar patrullaje en distintos puntos de Cancún a horas establecidas por la propia red delictiva.

Esta información se desprende tras la detención de Napoleón de Jesús Mendoza Aguirre, alias “El Napo”, quien después de su caída dejó al descubierto la red de protección orquestada desde la policía de Cancún al servicio del crimen organizado.

De acuerdo con fuentes extraoficiales de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, SIEDO, más del 30 por ciento de los elementos dados de alta dentro de la Dirección de Seguridad Pública Tránsito y Bomberos de Cancún, pertenecían a la narconómina del Cártel del Golfo en el principal destino turístico de México.

Los salarios

Como una medida de prevención y de tener mayor control de la plaza, el Cártel del Golfo a través de sus piezas decidió cooptar a la policía local y tenerla a su servicio. Y el primer paso fue llegar a las cabezas para posteriormente entrar en los rangos de jerarquía.

A través de una persona denominada “Parlamentario” o “Contacto”, el grupo delictivo se acercaba a los jefes de sector de la corporación policiaca para fijar un sueldo a cambio de sus servicios.

De esta manera se llegaba con el jefe de sector, quien era “invitado” a recibir un sueldo que iba entre los 8 mil ó 12 mil pesos mensuales dependiendo del área designada a su cargo para patrullar en la ciudad.

Si se trataba de un sector ubicado en regiones, la cuota era de 12 mil pesos, si era en supermanzanas la cifra bajaba a 8 mil pesos debido a que en este tipo de zonas no se requiere de tanto movimiento, salvo algunos casos designados por el grupo delictivo.

Posteriormente se fijaba el sueldo a los jefes de sectores, quienes ordenaban las rondas de patrullaje a los elementos destacados en el sector. La cifra a pagar era de 10 mil a 16 mil pesos de acorde a la jerarquía del jefe.

Al final llegaban algunos policías municipales, quienes podían alcanzar entre 4 mil y 5 mil pesos mensuales sólo por pasar información de la “calle” tal como la presencia y movimiento de tiradores ajenos al grupo.

Así orquestaba su red en las colonias el Cártel del Golfo por medio de sus piezas. Todo estaba dominado en el centro, franja ejidal y Zona Hotelera, donde la presencia también se daba.

Las “ordenes de trabajo”

Para percibir sus salarios, los policías tenían que cumplir con tres tareas en específico ya que era la única manera de mantenerse en la nómina “oficial” del Cártel del Golfo.

La primera de ellas era el de brindar protección en todo momento a los miembros del grupo delictivo.

La protección consistía en ignorar llamados de emergencia cuando se notaba la presencia de hombres armados en vehículos lujosos. Asimismo parte del trabajo era el de distraer operativos federales y bajo ninguna circunstancia estorbar en las acciones trazadas por “Los Zetas”.

Por ejemplo, cada vez que se determinaba un levantón o secuestro, los policías del sector debían de “limpiar la zona” para que el comando armado llegara, accionara y saliera sin ningún tipo de problema.

Para ello era necesario ubicar las unidades policíacas en un rango determinado de distancia, para proceder incluso, en algunas ocasiones, como escoltas de los sicarios en las diferentes calles de Cancún.

La otra tarea a realizar era el evitar patrullaje en zonas y puntos de venta del narcomenudeo. Para esta labor el Cártel del Golfo puso sus propios horarios de trabajo a los policías municipales.

En este punto el desempeño de los jefes de sector era primordial. Por lo general ellos dictaban a sus patrulleros hacer rondines en los siguientes horarios: por el día se recorría el sector de 7 de la mañana hasta la 1 de la tarde, los recorridos se reanudaban a las 7 de la noche y concluían hasta las 2 de la madrugada.

Con estos horarios, por el día los narcovendedores tenían hasta 5 horas para trabajar sin contratiempos, mientras que en las noches tenían un margen de trabajo también considerable.

La última tarea considerable importante era la información. Cualquier policía municipal en nómina tenía la obligación de reportar cualquier tipo de movimiento atípico de los cuerpos policiacos que llegaron para reforzar la seguridad de Cancún.

Además también tenían que emitir informes sobre el trabajo de sus “compañeros de área” para estipular la lealtad hacia el grupo. Al mismo tiempo debían reportar cualquier tipo de movimiento “ilógico” de los narcovendendores del cártel. Los policías servían como especie de “vigías” de la calle para “Los Zetas”.

Por Esto!

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