El caso mexicano
por Denise Maerker¿Qué más nos da a los mexicanos que Florence Cassez pase 60 años refundida en una cárcel en Tlalpan o que los franceses se la lleven y la mantengan 20 años tras las rejas?
Sorprende que organizaciones como México Unido contra la Delincuencia y el Consejo Ciudadano para la Seguridad se opongan a su repatriación y se indignen de una posible “negociación de la justicia”. El destino personal de esta mujer no cambia en nada las condiciones en que se imparte justicia en nuestro país, y eso es lo que de verdad nos debe importar. El caso de Florence Cassez deja al descubierto irregularidades cometidas por quienes están a cargo de la investigación, detención y enjuiciamiento de los delincuentes. Ese es el caso mexicano.
Los datos que sí nos conciernen a todos: el montaje. Que la AFI al mando de Genaro García Luna haya engañado a la opinión pública sobre el lugar y fecha en que detuvo a Israel Vallarta y a Florence Cassez. Que se haya mantenido 24 horas a los detenidos guardados en camionetas para organizar un show para la televisión en el que los agentes de la AFI irrumpían “valientemente” en un rancho y detenían en vivo a los secuestrados y liberaban a sus víctimas. ¿Cuántos mexicanos, inocentes o culpables, han padecido una farsa similar?
Que sepamos del caso sólo porque Florence, francesa e ignorando las viejas prácticas de la prudencia mexicana, no aceptó sumisa el espectáculo de la AFI. Un par de meses después de su detención se atrevió a marcar por teléfono a Punto de Partida donde estaba de invitado en el estudio Genaro García Luna para denunciar en su cara el montaje. ¿Cuántos mexicanos están dispuestos a echarse encima el enojo del señor García Luna?
Que las declaraciones de dos de las víctimas se hayan modificados justamente unos días después de la transmisión de este programa.
Que Israel Vallarta haya sido torturado según consta en documento de la CNDH y que “presentara lesiones producidas con un objeto transmisor de corriente eléctrica”.
Lo que nosotros necesitamos es un cambio en la justicia que nos proteja, a todos, de las irregularidades que se cometieron en este caso y podamos estar seguros de que cuando se condena a alguien es porque hay buenas razones para hacerlo.
Zocalo-Saltillo
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