domingo, 14 de diciembre de 2008

La carta de Cuba está sobre la mesa

La carta de Cuba está sobre la mesa
Domingo, 14 de Diciembre de 2008 00:26
Pedro Díaz Arcia

Como es usual, el debate suele anticiparse a los hechos.
La promesa de campaña del presidente electo, Barack Obama, de promover un cambio en la política exterior con la apertura de espacios para el diálogo con los “oponentes” de Estados Unidos ha promovido acaloradas disputas.
Cuando aún el líder negro no ha asumido la presidencia, se agudiza el enfrentamiento entre legisladores, defensores del libre comercio y agrupaciones de izquierda, que abogan porque Obama apruebe una legislación que levante restricciones a Cuba impuestas desde 1962 y los representantes de las posiciones de ultraderecha al “borde de una crisis de nervios”, con el permiso del cineasta español Almodóvar.
Entre los congresistas que esperan el apoyo del líder afroamericano se encuentran los representantes Jo Ann Emerson, republicana por Montana, y Rosa DeLauro, demócrata por Connecticut. Mientras, se dice que unos 50 legisladores sustentan estas posiciones.
Emerson afirmó que ya es hora de avanzar: “Si hemos podido mejorar el estatus de nuestras relaciones con Corea del Norte o con un país como Libia, ¿por qué no podemos hacerlo con Cuba?”, se preguntó, según el diario Nuevo Herald.
El fundamento se enriquecería aludiendo a las actuales relaciones bilaterales de Estados Unidos con China, con la que se encuentran empeñados hasta el cuello, o con Vietnam, donde perdieron decenas de miles de soldados en una criminal guerra de exterminio contra el legendario pueblo de los anamitas.
Por su parte, entidades comerciales como el National Foreign Trade Council, el American Farm Bureau Federation y la National Retail Federation dirigieron una carta al presidente entrante en la que solicitan “la eliminación completa de todas las restricciones de comercio y de viaje en Cuba”.
En el año 2004, con una vuelta de tuerca a la derecha, el actual presidente estadounidense, George W. Bush, endureció las regulaciones existentes al establecer que los cubanoamericanos visiten la Isla sólo una vez cada tres años en lugar de una vez al año, como estaba estipulado.
Un año después, en un vulgar coqueteo con la mafia cubanoamericana exigió que a los exportadores estadounidenses se les pague en efectivo antes de exportar cualquier producto a Cuba.
Para derogar las restricciones del 2004, Obama no necesitaría la sanción del Congreso, pues la decisión fue emitida por el patriótico Departamento del Tesoro, que con tanto afán “ha defendido” la economía de su propio pueblo, llevándolo, junto a los magnates de Wall Street, a una virtual bancarrota.
Obama ganó el disputado estado de la Florida con el 55% de los votos hispanos y con el mismo por ciento obtuvo el respaldo de la comunidad cubanoamericana en el emblemático condado de Miami Dade.
Un célebre filósofo del siglo XIX dijo que la crítica de las armas se puede enfrentar con el arma de la crítica, pero que cuando una idea se apodera de la conciencia del pueblo se convierte en una poderosa fuerza material.
La batalla por el respeto al derecho ajeno se libra, básicamente, en el terreno de las ideas; aunque Obama debe cumplir con la palabra comprometida, no obstante los disparos de los recalcitrantes francotiradores republicanos y de miembros de otras extrañas especies de la fauna política.
La carta de Cuba está sobre la mesa.
El gobierno de la Isla se ha pronunciado, en reiteradas ocasiones, a favor de un diálogo bilateral -no condicionado- con Estados Unidos y, siempre basado en el irrestricto respeto a la soberanía y a la no intromisión en los asuntos internos de la nación caribeña.
En los múltiples debates relativos al rescate o no de las grandes empresas automotrices de Detroit; en medio de un colapso en los precios de ventas que lleva de la mano a un proceso de deflación, con el consecuente deterioro de los salarios, los precios de las viviendas, las utilidades corporativas y el cierre de los negocios, el flamante “Presidente del cambio” debe cumplir con la palabra empeñada.
Porque, lo demás, es puro cuento. Por Esto!

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