| Entre el destello y los ensombrecidos |
| Domingo, 14 de Diciembre de 2008 00:00 |
 Jorge Lara Rivera Desde el televisor la noticia ensombrece la tarde iluminada del sábado. En el Norte, un grave error de interpretación y cálculo, cometido por soldados que dispararon en previsión de un ataque a mansalva –según el comunicado de la Secretaría de la Defensa Nacional, ha costado la vida a una mexicana preñada que acudía a ellos para pedir ayuda para su pariente quien, al parecer, había sido herido en un atentado perpetrado por sicarios. Este funesto suceso recuerda porqué, además del fundamento en la Constitución, asiste razón a quienes afirman que el Ejército no debe ser usado en tareas de policía. Aunque no puede obviarse que los civiles encargados de velar por la seguridad ciudadana dejan mucho que desear. Por ejemplo, la sombría reticencia de la Procuraduría General de la República y de la Secretaría de Seguridad federal a informar acerca del avance de sus investigaciones en el caso del plagio de Silvia Vargas Escalera durante más de un año, da pie a dejar volar la imaginación. Desafortunadamente, tras las decepcionantes circunstancias que han creado en los ciudadanos la convicción de tener al enemigo en casa, las figuraciones son inquietantes. Hay preguntas perturbadoras flotando en el aire enrarecido. ¿Desde cuándo la mataron sus captores? Más importante aún: ¿por orden de quién y bajo cuál razonamiento? ¿Hay alguna autoridad implicada en este hecho sanguinario, amén de todas las omisiones y negligencias que Nelson Vargas denunció públicamente porque estaba hasta la madre, para usar su mismo tono, de tanta simulación? Resultaría monstruoso y definitivamente desmoralizador que la banda de secuestradores responsables del oprobioso hecho operara bajo la égida de algún alto funcionario gubernamental. Aún se trata de sólo especulación ensombrecida, pero sabemos que eso no es improbable... A ello se debe quizá que, precisamente en la grisura de estos días, se perciba tan fulgurante el destello de un Juez federal que ha tenido el noble gesto de dar dignidad a un Poder venal, concediendo el miércoles 10, desde Sonora, amparo provisional a los trabajadores mineros de la productora de cobre mexicana de Cananea, hoy en huelga y acosados por el duopolio televisivo (con mucha alharaca en torno a un incidente provocado, el cual hoy sirve de excusa al tratante –de influencias– responsable de la política interna del país –Fernando Gómez Mont–, quien comanda actualmente la embestida brutal que el poder público ha emprendido contra el sindicalismo y el proletariado buscando avasallarles) ante un alevoso dictamen de la Junta Laboral que declaró inexistente aquélla. ¿Iluso?, tal vez, pero de modo esplendente. Que un juzgador formal del Poder Judicial de la Federación haya encontrado elementos para conceder la suspensión provisional a los obreros del Sindicato Minero, dejando sin efecto lo resuelto por la Junta Laboral con su ultimátum de 24 horas para que volvieran al trabajo, es un garbanzo de a libra en el presente régimen que permite a los trabajadores un breve respiro y concede a su causa el beneficio de la duda ante la opinión pública, en medio de una lucha inequitativa y del linchamiento mediático de que son víctimas. Ese mismo es promovido por el periodismo mercenario que ejercen los personeros de Ricardo Salinas Pliego, cuyo estilo de hacer negocios escandalizó hasta a los caimanes y tiburones usureros de Wall Street y le valió, hace poco más de un par de años, ser vergonzosamente expulsado de la Bolsa de Nueva York. No hay que hacerse muchas ilusiones, sin embargo. La medida del juez es provisional y puede cambiar por influencia maligna del fatuo Javier Lozano Alarcón, ese vergonzante Secretario del Trabajo cuya probidad dudosa denunció Zheng Lee Yong, y quien es publirrelambisconista del presente régimen con el empresariado y el capital transnacional. A propósito, en la semana se ha hablado mucho del desempleo y de mantener la planta productiva. Resulta ilustrativo de la ética de la oligarquía sus declaraciones, en el sentido de que “mantendrán sus inversiones en el país” y con apoyo federal “se esforzarán para que no haya despidos”... cuando ya hubieron. Su veleidosa noción de solidaridad tiene ese talante. Hasta el Ejecutivo federal lo entiende, por eso lanza el amplio plan para incentivar la actividad económica mediante la inversión pública. Tristemente, el viento de época que sopla es adverso al pueblo, pero el ánimo no debe de caer porque esta plaga también ha de pasar e irse al olvido. Nadie se engañe: el gobierno panista, de filia patronal, no cederá en su afán destructivo contra el sindicato minero y el movimiento obrero organizado mexicano. Toca a los mineros y a la clase trabajadora también resistir. Es su hora de aguantar, pues también los obreros y sus familias y sus amigos leales, votan. A menos que sean masoquistas, se verá en las urnas. |
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