jueves, 26 de febrero de 2009

Arrogantes panistas

Feb
26
2009
Arrogantes panistas

Francisco Rodríguez
Indice Político

Dios se deja conquistar por el humilde y rechaza la petulancia del orgulloso.
Juan Pablo II

En estos aciagos días en los que los partidos, los candidatos y, en general, los políticos ya tienen preparados sus programas electorales y los contribuyentes ya sufrimos el aluvión primaveral de anuncios “comerciales” de las pre-campañas y campañas, conviene que nos fijemos en la arrogancia de quienes, en el PAN, aún están en el ejercicio del poder. Y es que, más que por sus obras, “por sus spots los conoceréis”.
Arrogancia es lo que se aprecia. Y según la Real Academia Española, “arrogante” es el participio activo del verbo arrogar, que significa atribuirse o apropiarse, y se aplica a cosas inmateriales, como jurisdicción o facultad. “Arrogante” tiene, además, otras tres acepciones al ser usado como adjetivo: a) altanero, soberbio; b) valiente, alentado, brioso; c) gallardo, airoso.
María Moliner ilustra la primera acepción así: “Se arrogaban el derecho de acuñar moneda”. Arrogante es, para esta autora, alguien “orgulloso o insolente”, y también, “apuesto, de elevada estatura y hermosa presencia”; la ambivalencia parece contagiar a todos los derivados de ese verbo ambivalente.
Arrogantes panistas que no sólo se atribuyen a sí mismos el hecho de que en el país haya estancias infantiles, como si éstas no hubiesen existido nunca antes. Arrogantes, y no precisamente por ser ellas bellas y ellos guapos o de elevada estatura (jejeje), sino porque en sus discursos y presentaciones ante los medios presumen ser quienes, finalmente, le han puesto un alto a la violencia y a la delincuencia, lo que jamás antes –refieren— se había siquiera intentado. De los contraproducentes resultados, mejor ni hablan. Con razón.
En su arrogancia, los panistas aún en el poder tratan a sus contrincantes políticos con desprecio o, cuando menos, con ausencia del más elemental respeto. Y a los receptores de sus mensajes, a los electores pues, como si fuésemos desmemoriados pendejos.
Arrogantes o, más bien déspotas, son calificados cual expectorantes de “estupideces”, como les respondiera hace unos días el senador Jesús Murillo Karam a sus altaneras imputaciones. Y replican con la pluma del primer cuñado de la Nación quien hace el copy-paste del curriculum del hidalguense que mejor los ha definido hasta el momento. Cuando la imputación ha calado tan profundamente y tan alto, seguramente es que el río agua lleva.
Y ante ello, hasta las denuncias legítimas que tratan de corregir esas estupideces reprochables se insertan hoy en una corriente general de imputaciones, no tan bienintencionadas.
Pero, ¿por qué la arrogancia, que algunos interpretan cual estupidez, de los panistas? Busco una explicación y encuentro que de lo que se trata es de, con esa arrogancia, tratar de ocultar la situación de un poder ejecutivo débil, con necesidad crónica de llegar a acuerdos y componendas para más o menos intentar asegurar la gobernabilidad del Estado, cada vez más próximo a lo fallido. Situación que, por supuesto, facilita la defensa de los intereses de los más poderosos y mantiene incólumes sus privilegios.
Esa carencia —pues no de otra cosa se trataba— es presentada ahora como la virtud por excelencia que debe exigirse a todo Gobierno democrático. ¿Tan pronto se ha olvidado que ésa es la causa de la posposición de las políticas para luchar contra la crisis, o de la actitud claudicante en nuestra política exterior, e incluso del envalentonamiento de los sectores involucionistas, que bien pueden conducirnos a un golpe de Estado?
La existencia de un Poder Ejecutivo fuerte y con apoyos sólidos es condición imprescindible para soportar la acción equilibradora del Estado en favor de los débiles, ya que los resultados del funcionamiento autónomo de las fuerzas del mercado y los desequilibrios naturales juegan siempre en beneficio de los individuos más fuertes de la sociedad. La debilidad del Gobierno, favorece exclusivamente a los que esperan del Estado poco más que el mantenimiento del orden público. Diluir el poder del Estado o repartir el poder con la dirigencia del PAN para empezar, equivale a fortalecer la capacidad de actuación de los poderes fácticos de todo tipo.
Para los panistas, lo óptimo sería conseguir el poder y ejercerlo en solitario, pero ese objetivo resulta hoy inalcanzable. El PRI va adelante en las encuestas. Y los seguidores del primero opositor del país, Andrés Manuel López Obrador, pudieran dar una sorpresa que hasta hoy no ha sido siquiera detectada por las encuestas.
Y entonces, la arrogancia con la que hoy se conducen los panistas se transformaría en…

Indice Flamígero: El secretario de Gobernación del señor Calderón adopta paulatinamente el papel de Corregidor. Y no porque en la balcanización que ya se da en el país haya necesidad de enviar delegados a las entidades, sino porque debe salir a enmendar planas. En carta abierta al virrey de Chihuahua, primero, aclarando paradas de la canciller Espinosa. Ahora, involucrando a Fox, entre los omisos y remisos en la lucha en contra del narco, para que no digan que “no’más” los priístas, cual señaló Germán Martínez Cázares.

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