Feb 23 2009 |
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Cantidad que sólo incluye a 3 mil pequeños inversionistas de México / Falta estimar cuánto esquilmó Bernard Madoff a 50 empresas, cuyos nombres se mantienen en secreto / Garantizan “defensa extraordinaria” para recuperar los fondos
MADRID, España, 22 de febrero (Agencias).- El financiero estadounidense Bernard Madoff estafó a mexicanos unos 45 millones de dólares. Este monto, sin embargo, sólo incluye a los 3 mil pequeños inversionistas. Aún falta por determinar el monto esquilmado a 50 empresas, cuyos nombres se mantienen en secreto.
México es uno de los países más perjudicados por el financiero; sin embargo, Miguel Larios, letrado senior de la firma española Cremades & Calvo-Sotelo Abogados, asegura que todos los estafados a escala mundial contarán con una defensa extraordinaria y que hay fundamentos para ganar la batalla.
Larios es uno de los principales juristas españoles de la Alianza Global de Abogados del caso Madoff, que está representada por 34 despachos de litigantes de 21 países, entre ellos México, y que contará con una secretaría permanente en Madrid, España, la cual estará dirigida por el antiguo embajador de Alemania en España y vicesecretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Henning Wegener.
En su paso por la capital española, el mexicano Carlos Alberto Martínez confirmó el número de mexicanos afectados: “Más o menos estimamos 50 empresas y más de 3 mil inversionistas los que pudieran haber sido afectados”.
El representante del despacho IDN Consultoría de Negocios habló del inicio del desarrollo del caso legal para la defensa de los afectados en México, que está en etapa “incipiente”.
Detalló que por la cantidad de gente afectada se cree que el daño se puede ubicar en un promedio de 15 mil dólares por persona, en los casos de los pequeños inversionistas, mientras que para las empresas grandes resulta complicado establecer montos.
Martínez admitió que México es uno de los países más afectados por la estafa Madoff, debido a las operaciones del Banco Santander en el país, a través del cual se ofrecían los fondos, posicionado como la tercera institución más importante del sistema bancario nacional.
“Hay preocupación porque es un banco español en México, con estas operaciones que se hacían en Estados Unidos, en Miami”, mediante la filial del Santander que gestionó esos fondos, Optimal Strategic, explicó.
Adelantó que a la par de la atención jurídica a los afectados, se ha iniciado la búsqueda de información ante las autoridades regulatorias de México.
“Hubo opacidad en el manejo de este fondo, sólo intercambiando información podremos saber cómo se hacían estas operaciones y cómo se pudieron ocultar”, dijo Martínez.
Miguel Larios explicó su propia hipótesis respecto de cuál pudo ser la forma de invertir en este tipo de fondos por partes de los mexicanos, pese a que no están permitidos o regulados:
“Lo más seguro es que haya sido a través de fondos de inversión o gestoras domiciliadas fuera de México, como por ejemplo Estados Unidos, España, Suiza, Luxemburgo o Panamá. Supongo que se invertiría también en fondos mixtos gestionados por entidades financieras mexicanas”.
En este sentido, hace casi un mes el Banco Santander anunció que devolverá a los clientes particulares afectados por el presunto fraude de Madoff, la totalidad de su inversión inicial, y que entregará con participaciones preferentes a 10 años con un rendimiento de 2 por ciento anual.
Esas participaciones están valoradas en el mercado en 500 millones de euros, lo que le obligará al Santander a provisionar esa cantidad con cargo a sus cuentas del 2008.
La oferta del Santander, que sustituirá las inversiones afectadas por las participaciones, implica no reconocer a los inversionistas las ganancias acumuladas, que crecieron cerca de 7 por ciento anual, gracias a las revalorizaciones ficticias anunciadas por la firma de Bernard Madoff.
Los particulares son la mayor parte de los afectados del grupo Santander, que en total gestionaba el pasado mes de diciembre fondos de clientes por 2 mil 330 millones de euros, colocados fundamentalmente a través de su fondo de inversión alternativa Optimal Strategic US Equity.
De acuerdo con la entidad bancaria presidida por Emilio Botín, “se ha tomado esta decisión dadas las excepcionales circunstancias que concurren en este caso y sobre la base de razones exclusivamente comerciales, por el interés que para el mismo tiene mantener su relación de negocio con dichos clientes”.
El banco español fue el primero del mundo en anunciar dicha medida para que se recupere el ciento por ciento de la inversión afectada por el presunto fraude. En cualquier caso, el Santander aclaró que se reserva el derecho de ejercer una opción de compra de las participaciones preferentes al décimo año de su emisión.
Javier Cremades, socio de Cremades & Calvo-Sotelo Abogados, explicó los pasos a seguir de la Alianza Global de Abogados del caso Madoff: “El objetivo es compartir la información de cada caso en los diferentes países, pero no existe una estrategia común de defensa ante los tribunales, ya que las reclamaciones deberán ser individuales”, refirió.
La alianza está integrada por despachos de Argentina, Austria, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Francia, Alemania, Holanda, Israel, Italia, Lituania, Luxemburgo, Malta, México, Panamá, Portugal, Suiza, Reino Unido, Uruguay y Estados Unidos.
Los abogados, que no precisaron el número de afectados a los que representan ni la cantidad total de sus inversiones, explicaron que entre sus clientes se encuentran particulares con pequeñas inversiones, particulares con abultadas inversiones, administraciones públicas, instituciones privadas, hedge funds y bancos custodios.
Según las cifras aportadas por Cremades & Calvo-Sotelo, existen 3 millones de afectados por el fraude en todo el mundo, que podrían generar cerca de 22 mil pleitos ante los juzgados. El fraude podría alcanzar pérdidas de 50 mil millones de dólares, unos 37 mil 500 millones de euros.
Bernard Madoff, el estafador de Wall Street
Bernard Bernie Madoff, corredor de Bolsa de Wall Street, antiguo presidente del Nasdaq y venerado inversionista, ha confesado su autoría en el mayor fraude de la historia, un chanchullo de 50 mil millones de dólares. Bernie era conocido por su generosa filantropía, especialmente a favor de las causas sionistas, judías e israelíes.
“Nunca creímos que nos haría esto, era uno de los nuestros”, un miembro del Palm Beach Country Club.
Una introducción a la superestafa
Este personaje, que durante los años sesenta había sido socorrista playero, inició su andadura en las finanzas reuniendo ahorros de colegas, amigos y familiares en el entorno de los judíos más ricos de los suburbios de Long Island, Palm Beach, Florida y Manhattan, bajo la promesa de un rendimiento moderado, continuo y seguro de entre el 10% y el 12%. Madoff cubría cualquier posible retirada de fondos según el denominado método de Ponzi o estafa piramidal, es decir, echando mano del dinero de nuevos inversores, quienes literalmente le suplicaban que los desplumase.
Llegó a gestionar en persona un mínimo de 17 mil millones de dólares. Durante casi cuatro décadas se creó una clientela que incluía a algunos de los bancos y compañías inversoras más importantes de Escocia, España, Inglaterra y Francia, así como los principales fondos de inversión libre de Usamérica. Se hizo con casi todos los fondos de activos netos de prósperos clientes privados, que obtenía a través de corredores de bolsa pagados a comisión.
Su clientela incluía a muchos multimillonarios de Suiza, Israel y otros países, así como los fondos de activos netos más importantes de Usamérica (RMF Division of the Man Group and the Tremont). Muchos de los riquísimos estafados habían prácticamente “forzado” a Madoff a tomar su dinero, ya que éste imponía rigurosas condiciones a los clientes potenciales: insistía en que viniesen recomendados por miembros de su clientela, que depositasen cantidades sustanciales y que le garantizasen su solvencia.
La mayoría se consideraban afortunados cuando sus fondos pasaban a las arcas del respetado... estafador de Wall Street. El mensaje de Madoff era siempre el mismo: su fondo de inversión estaba cerrado... pero como venían recomendados por gente del mismo entorno (miembros del consejo de administración de organizaciones benéficas judías, recaudadores de fondos para Israel, country clubs de alta clase, etc.) o eran amigos de un amigo, de un colega o un cliente, aceptaría el dinero.
Madoff estableció consejos consultivos con miembros distinguidos, contribuyó enormemente a museos, hospitales y selectas organizaciones culturales. Era un miembro prominente de exclusivos country clubs de Palm Beach y Long Island. Su reputación se vio realzada por los resultados de sus fondos, que jamás declararon pérdida alguna, lo cual es un argumento fundamental para atraer a inversionistas millonarios.
Compartía con su acaudalada clientela de judíos y gentiles un estilo de vida aristocrático, con una mezcla de filantropía cultural y discreta especulación financiera. “Engatusaba” a sus colegas con una suave pero autoritaria apariencia de “maestría”, recubierta de un barniz de colegialidad entre ricachones, de una profunda implicación con el sionismo y de amistades de toda la vida.
El megafondo de Bernie compartía muchas características con los recientes chanchullos financieros: un rendimiento elevado y constante, inigualado por cualquier otro corredor de Bolsa; ausencia de supervisión por parte de terceros; una compañía de contabilidad en la sombra físicamente incapaz de auditar sus multimillonarias operaciones financieras; un control personal de las operaciones de correduría de Bolsa comerciante y una confusión absoluta en lo relativo a sus inversiones.
Los ricos y famosos, los inversionistas más sofisticados, los consultantes de elevado salario, los máster en administración financiera de Harvard y todo el ejército de reguladores de la US Security and Exchange Commission (SEC) pasaban por alto las similitudes de Madoff con otros defraudadores, y ello porque estaban totalmente implicados en la cultura corrupta del “agarra el dinero y vete pitando” y del “si sacas tajada no hagas preguntas”. La reputación de suprema sabiduría que aureola a un supuestamente próspero judío de Wall Street alimentó el autoengaño y los estereotipos de gentiles multimillonarios.
La gran estafa
El fondo de inversión de Madoff sólo operaba con una clientela limitada de multimillonarios que mantenían en él su dinero a largo plazo; las ocasionales retiradas de fondos eran de poco monto y fácilmente cubiertas por medio de peticiones de más inversión a nuevos inversionistas deseosos de acceder al fondo de Madoff.
Los grandes inversionistas a largo plazo mantenían sus capitales para dejarlos en herencia a sus herederos o para su jubilación.
Los ricos abogados, dentistas, cirujanos, profesores distinguidos de las mejores universidades y otros que en algún momento hubiesen necesitado retirar algo de sus fondos para una boda ocasional de altos vuelos o para la ceremonia de madurez adolescente judía (bar mitzvah) de alguno de sus hijos con invitados famosos podían hacerlo, porque Madoff no tenía problemas a la hora de recaudar más fondos entre los ricos propietarios de fábricas de confección de ropa, cuyos asalariados cobran jornales de miseria, de peligrosos empacadores de carne y de siniestros señores barriobajeros.
Madoff no era ningún Robin Hood, sus contribuciones a organizaciones filantrópicas y benéficas le facilitaban el acceso a los ricachones que formaban parte de los consejos de administración de las instituciones receptoras y probaban que él era “uno de ellos”, una especie de compañero íntimo de la misma clase elitista.
La sorpresa, el pavor y los ataques cardíacos que han seguido a la confesión de Madoff de que su negocio era una estafa piramidal han provocado tanta rabia por el dinero perdido y el descalabro de la clase pudiente como por la vergüenza de saber que los mayores y más perspicaces estafadores mundiales de Wall Street habían sido estafados por uno de los suyos.
No solamente han sufrido grandes pérdidas, sino que la imagen que tenían de sí mismos como ricos que lo eran por su inteligencia y su “linaje superior” ha quedado totalmente destrozada: de pronto se han visto abocados al mismo destino de los pendejos a quienes ellos estafaron, explotaron y desposeyeron en su ascensión a la cima.
No hay nada peor para el ego que un respetable estafador sea estafado por otro estafador todavía mayor. Por eso, muchos de los que más han perdido se niegan a dar sus nombres o a poner cifras a las cantidades evaporadas y tratan de recuperarlas con la ayuda de sus abogados.
Por Esto!
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