martes, 2 de diciembre de 2008

Tal (por) cual

Cuatro Milpas
Martes, 02 de Diciembre de 2008 00:00
Tal (por) cual
Por Laura Bolaños Cadena
Todo puede malinterpretarse o bieninterpretarse desde que se pusieron de moda las mentadas en público y a micrófono abierto gracias al señor gobernador del Estado de Jalisco, Enrique González; en este caso supongo el título de la columna se interpretará bien a sabiendas de que uno se refiere a la situación del país, o sea, se dirán las cosas tal como son.
¿Que cómo se ven? Más o menos como decía mi abuelo cuando le preguntaban por su salud: peor que ayer pero mejor que mañana. Igual haremos gala de optimismo gracias a las declaraciones oficiales. No se puede negar que ascendimos de categoría cuando de un simple catarrito que nos pronosticaban desde la Presidencia de la República a raíz de la recesión mundial, nos asestan una neumonía doble.
Para documentar nuestro optimismo –como diría el Monsi- hoy el diario La Jornada (Nov 30/07), con datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), destaca algo de lo que viene sucediendo desde hace bastante tiempo, pero que presenta con cifras recientes: el desastre del campo mexicano. Sólo durante los primeros nueve meses del presente año, México erogó 15,782 millones de dólares, 3,443 millones más de lo gastado en el mismo período de 2007. Y entre lo principal que importamos se encuentran nada menos que los dos granos básicos de la dieta del mexicano: maíz y frijol.
¿Cómo fue que nos convertimos de país exportador en importador de productos del campo? Ahora que nos encontramos celebrando cien años de una revolución popular basada en lo fundamental en el sector campesino y sus demandas, es útil examinar la situación en su perspectiva histórica. Para nadie es un secreto que tales demandas nunca fueron completamente satisfechas, aunque justo es reconocer que se hicieron esfuerzos al principio. (Una amiga cuyo matrimonio había sido un fracaso, alegaba que al principio había sido muy feliz. Habrá sido muy al principio, contestó otra, porque desde que salieron de la iglesia…) Y efectivamente, no fue muy al principio porque el matrimonio feliz terminó con la toma del poder por el Primer Jefe. El viejo don Venus, ante la exigencia del cumplimiento de las promesas revolucionarias por parte de Emiliano Zapata, respondió lanzando contra sus fuerzas a los trabajadores organizados en la Casa del Obrero Mundial. “Providencialmente” la guerrilla campesina del Sur fue descabezada por el asesinato de su líder.
Obregón y Calles pusieron en marcha algunas medidas favorables al sector y se hizo reparto de tierras; sin embargo se empezó a beneficiar a propietarios particulares con la pretendida protección a la pequeña propiedad.
La culminación se dio con Lázaro Cárdenas, quien llevó a cabo el mayor reparto de tierra de la historia del país: 17 millones 890 mil Has. No fue sólo eso; el fomento de la verdadera pequeña propiedad, el rancho trabajado por la familia propietaria, llevó el bienestar, basado en el trabajo de sus manos, a cientos de miles de familias campesinas. A partir de su mandato el rancho y el ranchero se convirtieron en prototipo representativo del país. Los ingresos por exportaciones disminuyeron a causa principalmente de la expropiación petrolera, pero también porque se exportaron menos productos del campo. El beneficio fue para el mercado interno, bien abastecido y con poder adquisitivo.
Lázaro Cárdenas ha sido de los pocos mandatarios que ha tenido el país que son verdaderos estadistas que prevén el futuro, y no simples gobernantes que sólo ven para lo inmediato. Los países prósperos y con mejor reparto de la riqueza son los que atienden lo principal, lo que no sólo beneficia a la nación sino que finca las bases de su independencia: el mercado interno. ¿Ejemplos? Estados Unidos, para empezar. Primero afianzó su economía interior y luego comenzó a exportar. De qué nos sirve que los números grandotes aumenten si abajo la gente se muere de hambre. El país, lo interno, es lo estable y predecible; la dependencia del exterior con las exportaciones, está sujeta a los precios del mercado internacional, a las conveniencias de los poderosos de fuera. Y peor aún cuando esta dependencia proviene de un sector vital como el alimentario; no hay mayor sometimiento que el del estómago.
A partir de aquel sexenio (1934-40), se puede ver cómo se va deslizando hacia abajo la situación del campo mexicano. El reparto de tierras cae abruptamente de casi dieciocho a poco más de cinco millones con Ávila Camacho, a algo menos de cuatro con Alemán, quien es el primero en proclamar que la Reforma Agraria se ha consumado y no hay porqué seguir repartiendo tierras; los que se hacen ricos con la supuesta protección alemanista a la pequeña propiedad son los paniaguados del régimen que adquieren tierras a manos libres. Baja más el reparto en los siguientes sexenios y viene la burla con López Mateos que reparte más de 10 millones de hectáreas… la mayor parte de tierras no aptas para el cultivo. Y de ahí para abajo.
Es clásica la simulación de “dotaciones” que se otorgan en el papel y en la realidad tardan a veces hasta decenas de años en hacerse efectivas…si se hacen; así como los límites entre una dotación y otra, con planos en muchísimas ocasiones encimados y mal definidos, lo que da lugar hasta la fecha, a graves conflictos entre comunidades.
Pero dotar de más o menos tierras a los campesinos es inútil si se les regatean semillas, fertilizantes, riego y herramientas indispensables para el cultivo. Vista en conjunto, la actuación de los gobiernos “revolucionarios” respecto al campo parece ser un plan bien meditado para acabarlo, dando lugar preferente a grandes empresas agrícolas en manos privadas y favorecer la entrada de los productos extranjeros, principalmente…¿qué creen? Estadunidenses.
Esta política culmina con la reforma salinista al Art. 27 constitucional. Éste privaba a los pobres campesinos del derecho sagrado de ser dueños de su tierrita. Se le dio a cada uno su pedacito y fueron libres de venderlo a las empresas privadas o abandonarlo para irse en masa a trabajar a los Estados Unidos; así la próspera agricultura del vecino país se hace más próspera gracias a la mano de obra mexicana barata, y pueden vendernos sus productos a mejores precios que lo poco que queda aquí. Y para ponerle la tapa al pomo, se firma el TLC gracias al cual pueden competir mejor con los campesinos mexicanos, ya que pronto entrarán al país sin pagar impuestos. Así se acaba con los últimos productores pequeños y sólo quedarán dos que tres empresarios mexicanos de los grandes.
Con este artículo reanudo mi colaboración con el Diario POR ESTO! Saludos desde Chilangotitlán a mi gran amigo Mario Menéndez, Director General del Periódico y a todos los paisanos del Sureste.

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