sábado, 16 de mayo de 2009

Operadores del “arrepentimiento”

May
16
2009
Operadores del “arrepentimiento”

* Salinas intentaría así neutralizar las severas acusaciones / La estrategia habría sido simple y directa: “Me pueden matar, pero se van conmigo” / “De aquel lado, del que hace las revelaciones, también existen historias que contar… y si no hay desistimiento, van a salir”

“Es un enemigo muy peligroso”

Afirmó Miguel de la Madrid de Carlos Salinas de Gortari y por eso aceptó “la arrepentida secreta” / Pero quienes lo vieron de cerca advirtieron que decía sentirse satisfecho con lo que expresó en la entrevista / Pero admitió que cometió “un serio error político” al decir lo que dijo
Por Ramón Alberto Garza

Francisco Rojas, Emilio Gamboa, Ramón Aguirre, Enrique y Federico de la Madrid. Ellos operaron “el arrepentimiento” de Miguel de la Madrid sobre la entrevista que le dio a la periodista Carmen Aristegui.

Una parte esencial de la estrategia, sin embargo, se habría diseñado en Londres.
Desde la capital de Inglaterra, un indignado Carlos Salinas de Gortari habría implementado el control de daños.
Y con hombres de toda su confianza, el inculpado hizo llegar a De la Madrid y a sus hijos los mensajes necesarios para tomar la decisión. Había que confirmar “la enfermedad” de su antecesor.
Con ello, Salinas intentaría neutralizar las severas acusaciones de inmoralidad y corrupción que De la Madrid hizo sobre él y sus hermanos.
La estrategia habría sido simple y directa.
“Me pueden matar, pero se van conmigo”.
O en otras palabras, “de aquel lado, del que hace las revelaciones, también existen historias que contar… y si no hay desistimiento, van a salir”.
Las reuniones en las que participaron los prominentes personajes del priísmo nacional se prolongaron por cerca de siete horas.
Francisco Rojas habría operado como el diplomático disuasivo a favor de la causa de Carlos Salinas. Fue su director de PEMEX. Un hombre cercano y leal que le rearticuló las relaciones con el sindicato petrolero tras El Quinazo.
Emilio Gamboa fue la conciencia de Miguel de la Madrid. De algo valieron los seis años que pasó como su secretario particular, su hombre de mayor confianza, el dueño del picaporte en su Presidencia.
Ramón Aguirre también se presentó para asesorar a su amigo. Había sido el regente del Distrito Federal en el sexenio delamadrista.
Comenzaron poco después de las nueve de la mañana del miércoles 13.
Habían pasado apenas unos minutos después de que Aristegui sacudiera a la opinión pública con la difusión de la entrevista en Noticias MVS. Y el acuerdo terminó de concretarse cerca de las tres de la tarde pactando la redacción de un comunicado.
La “arrepentida secreta” se consumaba, y la sentencia, que como epitafio cerraba el comunicado, lo decía todo: “Después de haber escuchado la entrevista con la señora Aristegui, mis respuestas carecen de validez y exactitud”. Firma: Miguel de la Madrid.
Apenas se distribuía el desdicho del ex presidente, cuando una nueva carta se hacía llegar a las redacciones de los principales medios. Era la de Carlos Salinas dirigida a la periodista Carmen Aristegui.
Salinas no condenaba las denuncias ni las acusaciones de Miguel de la Madrid. Ya tenía conocimiento del comunicado que había firmado su antecesor, en el que se resignaba a aparecer convaleciente “de un estado de salud que no me permite procesar adecuadamente diálogos o cuestionamientos”.
De hecho, Salinas refería algunas notas de prensa publicadas en días pasados por el diario La Crónica. En ellas se decía que De la Madrid estaba delicado de salud, con un enfisema pulmonar que le generaba problemas de oxigenación y circulatorios, lo que le habría provocado pequeños infartos cerebrales que le habrían inhabilitado “un tercio de su función cerebral”.
La carta de Salinas incriminaba a la periodista Carmen Aristegui, a quien le manifestaba “el dolor y la indignación” que le producía enterarse de los términos y las condiciones en las que entrevistó al “respetable ex presidente de México, Miguel de la Madrid”.
Salinas reprochaba a Aristegui “la falta de respeto” y el “abuso de confianza” hacia el ex mandatario entrevistado y hacia la audiencia por exhibir “testimonios de personas que padecen esas limitaciones”.
Más tarde le llegaría una nueva carta a Aristegui. Era de Raúl Salinas. Más diplomático, iniciando con: “Mi respetada doña Carmen:”, el hermano del ex presidente se concretó a narrar la historia de sus investigaciones y procesos judiciales.
Al final del día, quienes vieron de cerca a un abatido Miguel de la Madrid, advirtieron que decía sentirse satisfecho con lo que había expresado en la entrevista.
Admitía, sin embargo, que había cometido “un serio error político” al decir lo que dijo. Confesó que había aceptado “la arrepentida secreta” porque conoce a Carlos Salinas de Gortari. “Es un enemigo muy peligroso”.

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