sábado, 9 de mayo de 2009

Los manglares y el enano de Cozumel

May
09
2009
Los manglares y el enano de Cozumel

Juan José Morales
Impacto Ambiental

Aunque ya desde el pasado 2 de febrero —Día Mundial de los Humedales— se informó que los manglares de la punta Norte de Cozumel fueron inscritos por el gobierno mexicano en el Listado de Humedales de Importancia Internacional de la Convención Ramsar, no está de más hablar de este asunto ahora que los habitantes de la isla no dejan de expresar su preocupación por el proyecto de extraer 21 millones de toneladas de arena —no siete como se dijo en un principio— de los bajos situados muy cerca de los manglares.
Su inquietud se explica, pues temen que esa operación —que serviría para crear playas artificiales en Cancún y Playa del Carmen— modifique la topografía del fondo a tal grado que se alteren sensiblemente las corrientes marinas y ello repercuta sobre los manglares. Aquí hay que recalcar que esos humedales se encuentran en magnífico estado de conservación —justamente por ello se les incluyó entre los de importancia internacional— y además de ofrecer protección natural contra el embate de la marejada durante tormentas y huracanes, constituyen un eslabón fundamental en la cadena de ecosistemas de Cozumel.
Los manglares, por ejemplo, son sitios de reproducción, refugio y alimentación de las crías de muchas especies de los llamados “peces de colores” que habitan los arrecifes de coral, uno de los grandes atractivos turísticos de Cozumel.
También los manglares son el hogar de gran cantidad de aves, mamíferos, reptiles y otros vertebrados, entre los que destaca una especie única en el mundo que los biólogos consideran seriamente amenazada: el mapache enano de Cozumel, Procyon pygmaeus. Este animal únicamente existe en la isla. Fuera de ahí no se le encuentra en ningún otro lugar del mundo. Es muy escaso y casi no se le ha observado en las selvas del interior, sino más bien en las zonas de manglares, por lo cual se considera que ese es su hábitat principal. De aquí la necesidad de proteger y conservar esas formaciones vegetales, para así salvaguardar indirectamente al mapache enano, que además de resentir los efectos de los huracanes y otros fenómenos naturales, corre riesgos por la introducción de especies depredadoras como las boas, la construcción de caminos y el incremento del tránsito de vehículos —que aumenta la cantidad de muertes por atropellamiento—, la urbanización de sus antiguos territorios y otros factores. De acuerdo con estimaciones de los expertos, y según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, probablemente ya sólo quedan 250 ejemplares de este mapache.
La inclusión de un humedal en la lista de los denominados “sitios Ramsar” —así llamados por la ciudad iraní donde se firmó en 1971 la convención internacional sobre protección de tales ecosistemas— la propone el gobierno del país en que se encuentra, e implica la obligación de darle adecuada protección para evitar su deterioro. En el caso de los manglares de Cozumel —tanto los de la punta Norte como los de la punta Sur, que ya formaban parte de un área natural protegida—, es necesario ponerlos a cubierto de la voracidad de los empresarios que, según denunció POR ESTO! desde el año pasado, intentan destruirlos para realizar negocios inmobiliarios.
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