El talento científico mexicano

May 13 2009

El talento científico mexicano

Juan José Morales

Escrutinio

En los días álgidos de la epidemia de influenza escuché a José Cárdenas mofarse en su noticiario de radio y televisión del ofrecimiento del gobierno del Distrito Federal de premiar con un millón de pesos a quien creara una vacuna contra el virus causante de este brote. En tono que pretendía ser irónico dijo: “Es para carcajearse. Ni que estuviéramos en Suiza”. Ponía así en duda la capacidad de los científicos mexicanos para hacer tal cosa.
La realidad, empero, es que en México existen investigadores e instituciones con la capacidad y el talento necesarios para acometer esa tarea. El problema es que durante más de dos décadas se les han recortado sistemáticamente los recursos económicos que requieren para trabajar.
Tanto los gobiernos del PRI como los del PAN han partido de la base de que en vez de realizar investigación en México, basta —y sale más barato— comprar en el extranjero el conocimiento científico y tecnológico.
En el caso concreto de las vacunas, no hay que olvidar que hasta hace unos 15 años México producía todas las que necesitaba. Pero, tras ser desmantelado el Instituto Nacional de Virología, ahora tiene que importarlas todas, salvo dos. Y no cuenta ni siquiera con laboratorios para identificar cepas de virus.
Todo ello pese a la capacidad de los científicos mexicanos en materia de biotecnología y genética, la cual ha quedado probada con el reciente anuncio de que especialistas del Instituto Nacional de Medicina Genómica acaban de establecer el mapa genómico específico del mexicano. Es decir, la secuencia de elementos componentes del ácido desoxirribonucleico de las células que constituye el conjunto de instrucciones para la formación y funcionamiento de un organismo.
Cabe subrayar que México es el primer país de Latinoamérica y del Tercer Mundo en lograr tal cosa, apenas seis años después de que en Estados Unidos se estableció el mapa genómico humano en general. Ahora podemos conocer los factores que determinan las características físicas de los mexicanos.
Capacidad y talento, pues, hay. Lo que falta es dinero. Porque, pese a que el PAN nos viene prometiendo desde tiempos de Fox que el gobierno destinará al presupuesto de ciencia y tecnología una cantidad equivalente al 1% del Producto Interno Bruto, lo ha ido reduciendo en lugar de aumentarlo y apenas andamos por el 0.33%.
Lo peor es que buena parte del poco dinero —que debía canalizarse hacia instituciones públicas, como la UNAM o el Instituto Mexicano del Petróleo— se entrega en forma de créditos fiscales a grandes consorcios que lo utilizan para incrementar sus ganancias. En otra ocasión hablaremos en detalle de este escandaloso subsidio —que en el fondo es un regalo con dinero de nuestros impuestos— disfrazado de “estímulos a la investigación y el desarrollo”. Por ahora, basta decir que entre las empresas beneficiadas se cuentan Bimbo y Barcel —presumiblemente para que mejoren el atractivo de sus frituras, pastelillos y demás productos chatarra causantes de la epidemia de obesidad—, Banco Azteca, el grupo Arca —embotellador de Coca Cola— la Cervecería Cuauhtémoc, Gamesa —subsidiaria de Pepsi Cola—, la cadena hotelera Posadas, y la avícola Bachoco, propiedad del gobernador de Sonora, Eduardo Bours.
También han sido los gobiernos de Fox y Calderón generosos con los fabricantes de automóviles. A General Motors, Ford, Chrysler, Nissan y Volkswagen, por ejemplo, se han otorgado “estímulos” que oscilan entre 110 y 750 millones de pesos según el caso.
Salvo las empresas automotrices —y no todas— las demás gozan de una boyante situación económica, con enormes utilidades. Sin embargo, se les ha subsidiado en los últimos siete años con 14 mil millones de pesos “para investigación científica”.
Uno se pregunta qué clase de investigación útil para el país harán los hoteleros del grupo Posadas, los fabricantes de cerveza o los banqueros y vendedores en abonos de Banco Azteca.
Por Esto!

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