Apr 10 2009 |
|
María Teresa Jardí
No es que tuviera que ser olvidado, por supuesto. Pero tampoco tendría que estar cabalgando de nuevo. No lo estaría haciendo si la historia lamentable de nuestro país hubiera transcurrido por otros derroteros. Si hubiera llegado, el pueblo mexicano, como pintaba para acontecer hace sólo unos años, un país gobernado por la izquierda. Habría bastado para mantener dormido el fantasma de Zapata con que la izquierda partidaria hubiera sido izquierda en lugar de haberse convertido, el PRD, en derecha a modo del sistema.
Quizá ni eso habría sido necesario. Habría bastado, quizá, con que la izquierda se hubiera mantenido como opción de izquierda, cumpliendo con su cometido generador de esperanza, como puntal luchador por las mejores causas en todos los ámbitos y en el más amplio sentido. Como opción promotora de la libertad impulsora de la justicia, luchando incasable por la igualdad y por la equidad, implacable contra la corrupción e intolerante contra la impunidad. Paladín de las mejores causas.
Pero no. La izquierda partidaria renunció a ser izquierda y la esperanza se perdió en medio de su derechización, a cambio de nada, porque a fin de cuentas la jerarquía partidaria se convirtió en desechable y los platos de lentejas, muchos o pocos, obtenidos a cambio de la dignidad perdida y por los sueños tirados a la basura, se acaban con la muerte que nos hermana a todos como certeza.
Quizá su cabalgar de nuevo tenga incluso que ver con la impunidad cobijando a sus asesinos que un aciago 10 de abril, traicionándole, también, como la izquierda partidaria ha traicionado al pueblo, lo asesinaron.
Regla de la causalidad, quizá, que nos ha traído hasta aquí. Puede ser. Emiliano Zapata, cuya mejor biografía fue elaborada por un gringo, es el héroe que todo pueblo aspira a tener y si no lo tiene se lo inventa para recurrir a él cuando la miseria y la injusticia se tornan imposibles de sostener.
Llevan ya demasiado tiempo cabalgando los fantasmas del hambre y la dignidad pisoteada, por el cinismo y la desvergüenza de políticos, usurpadores, empresarios y banqueros, jueces, magistrados, ministros y legisladores a modo de su propio enriquecimiento inexplicable a costillas de la pobreza de los otros, se ha tornado en intolerable.
Muchos fantasmas llevan demasiado tiempo cabalgando, para que no se alzara el de Zapata, a pesar de la tolerancia del pueblo, que tolerancia recibió a manos llenas, ante la pésima ubicación geográfica que le tocara en el reparto de bienes.
Los pueblos necesitan asirse a la esperanza y cuando la asesinan los que debían generarla, los pueblos se la inventan sin importar el precio que se vean obligados a pagar por ella. El año 2010, convertido en año mítico, como año de todos los cambios se sueña entre demasiado hombres y mujeres, ya, hartos de miseria e injusticia.
El 2010 está a la vuelta de la esquina y encabezados por Emiliano Zapata vienen como sus compañeros los fantasmas de 1810 y de 1910. Y al PRI y al PAN van a encontrar en medio de sus bajísimas contiendas electorales y al PRD van a encontrar transando con el prianismo a cambio de una limosna, por el amor de Dios, aunque sea. Todos perdedores. También perdedores destinados a ser son los que se disputan el poder o reciben las migajas de tan mala manera.
Por Esto!
Quizá ni eso habría sido necesario. Habría bastado, quizá, con que la izquierda se hubiera mantenido como opción de izquierda, cumpliendo con su cometido generador de esperanza, como puntal luchador por las mejores causas en todos los ámbitos y en el más amplio sentido. Como opción promotora de la libertad impulsora de la justicia, luchando incasable por la igualdad y por la equidad, implacable contra la corrupción e intolerante contra la impunidad. Paladín de las mejores causas.
Pero no. La izquierda partidaria renunció a ser izquierda y la esperanza se perdió en medio de su derechización, a cambio de nada, porque a fin de cuentas la jerarquía partidaria se convirtió en desechable y los platos de lentejas, muchos o pocos, obtenidos a cambio de la dignidad perdida y por los sueños tirados a la basura, se acaban con la muerte que nos hermana a todos como certeza.
Quizá su cabalgar de nuevo tenga incluso que ver con la impunidad cobijando a sus asesinos que un aciago 10 de abril, traicionándole, también, como la izquierda partidaria ha traicionado al pueblo, lo asesinaron.
Regla de la causalidad, quizá, que nos ha traído hasta aquí. Puede ser. Emiliano Zapata, cuya mejor biografía fue elaborada por un gringo, es el héroe que todo pueblo aspira a tener y si no lo tiene se lo inventa para recurrir a él cuando la miseria y la injusticia se tornan imposibles de sostener.
Llevan ya demasiado tiempo cabalgando los fantasmas del hambre y la dignidad pisoteada, por el cinismo y la desvergüenza de políticos, usurpadores, empresarios y banqueros, jueces, magistrados, ministros y legisladores a modo de su propio enriquecimiento inexplicable a costillas de la pobreza de los otros, se ha tornado en intolerable.
Muchos fantasmas llevan demasiado tiempo cabalgando, para que no se alzara el de Zapata, a pesar de la tolerancia del pueblo, que tolerancia recibió a manos llenas, ante la pésima ubicación geográfica que le tocara en el reparto de bienes.
Los pueblos necesitan asirse a la esperanza y cuando la asesinan los que debían generarla, los pueblos se la inventan sin importar el precio que se vean obligados a pagar por ella. El año 2010, convertido en año mítico, como año de todos los cambios se sueña entre demasiado hombres y mujeres, ya, hartos de miseria e injusticia.
El 2010 está a la vuelta de la esquina y encabezados por Emiliano Zapata vienen como sus compañeros los fantasmas de 1810 y de 1910. Y al PRI y al PAN van a encontrar en medio de sus bajísimas contiendas electorales y al PRD van a encontrar transando con el prianismo a cambio de una limosna, por el amor de Dios, aunque sea. Todos perdedores. También perdedores destinados a ser son los que se disputan el poder o reciben las migajas de tan mala manera.
Por Esto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario