viernes, 10 de abril de 2009

Vietnam.- Desde que se abrió al comercio exterior hace menos de dos décadas, Vietnam ha pasado de la autarquía comunista a exportar casi el 80 por ciento de lo que produce.

Una ecuación económica de la que no se libran decenas de miles de sus mujeres, ofrecidas para matrimonios de conveniencia con hombres de otros países.

Alrededor de mil 500 muchachas han sido vendidas en los últimos 10 años en la isla de Tan Loc, una empobrecida localidad rural de 33 mil habitantes situada en el Delta del Mekong.

Estas vietnamitas, casi todas jóvenes de menos de 25 años, son subastadas como mercancía por precios que rondan los 6 mil dólares, de los cuales más del 80 por ciento va a parar a las agencias ilegales que actúan como intermediarias, mientras que el resto se lo quedan sus familias.

Thu, una muchacha de 20 años cuenta a Reforma que acaba de contraer matrimonio con un granjero de Taiwán.

Sus padres se quedarán solos en su pequeña casa de madera, ya que la hermana mayor de Thu también se marchó a Taiwán hace 9 años y nunca regresó, ni siquiera de visita.

“Tenemos esperanza en Thu porque con la anterior todo salió mal. Su marido no era bueno y no la dejaba trabajar, ni mandar dinero. Se escapó y está intentando ganarse la vida por sí misma”, dijo la madre, quien asegura que casar a sus hijas con desconocidos entraña riesgos, pero es una de las pocas oportunidades para salir de la pobreza extrema.

Casarse con un extranjero por dinero para mejorar la calidad de vida de la familia forma parte de las expectativas de casi todas las adolescentes de Tan Loc.

Muchas veces acaban mal

“La gente cuenta las historias bonitas. Hay algunas que se han casado bien, mandan dinero y vuelven por vacaciones bien vestidas y con joyas. Pero otras son maltratadas o caen en redes de prostitución. Algunas son asesinadas, se suicidan, o contraen enfermedades”, aseguró un profesor de inglés de la aldea.

En medio de paupérrimas comunidades campesinas que viven a expensas de los desastres naturales, en Tan Loc se alzan decenas de casas de costosa albañilería y floridos jardines.

“Yo era el hombre más pobre de toda la isla. No tenía ni siquiera arroz para plantar. Por eso decidí mandar a mi hija. No me arrepiento. Ella es feliz y todos vivimos bien ahora”, explicó un campesino que ahora disfruta de televisión, DVD, suelo de cemento y una cocina repleta de alimentos.

La práctica suele repetirse. Las agencias sacan a las mujeres de las aldeas en furgones y las trasladan a tétricos hoteles de la capital financiera del país, Ho Chi Minh, donde organizan ferias de esposas.

“Es como una venta de esclavos. Incluso las obligan a desfilar desnudas, delante de los hombres. Las tienen encerradas durante días para que no se bronceen y las alimentan sólo con arroz hervido para que estén delgadas”, aseguró Nguyen, un profesor de instituto de la capital del distrito, Can Tho, que trabajó como traductor para varias de esas ferias. El Gobierno vietnamita ha encarcelado a cientos de intermediarios que lucraban con la venta de esposas en los últimos años, pero el negocio sigue floreciendo. Ahora, las autoridades están estudiando crear una agencia estatal que se encargue de monitorear los matrimonios de conveniencia.

Algunas mujeres consiguen escapar y regresan a su aldea, como Sum, una mujer de 34 años que pasó 5 años en Taiwán y ahora está de vuelta con su familia.

“Mi marido era bueno, pero yo no quería estar con él. Conseguí escaparme de vacaciones y le dije que ya no podía regresar porque tengo miedo al avión. Él intentó convencerme y se enfadó, pero yo no quiero irme allí otra vez”, confesó.

Mientras ven cómo sus hermanas y amigas emigran, para los jóvenes de la isla cada vez es más difícil encontrar una esposa.

“Las más bonitas se marchan. Si tu familia tiene algo de dinero te puedes casar con las que quedan, pero si eres pobre estás condenado a no tener familia y morir solo.

¿Quién se casará conmigo si sólo puedo ofrecer un poco de arroz?”, se quejó Bao, un campesino de 28 años que sigue soltero.

Para cientos de miles de familias en el Vietnam rural es difícil ganar más de 30 dólares al mes, un dinero con el que cada vez resulta más complicada la supervivencia.

“Es por eso que la gente vende a sus hijas. No es porque no las quieran, pero tiene que entender que aquí es todo muy difícil y a nadie le gusta sufrir”, concluyó Nguyen.

Sufren desequilibrio de sexos

En la mayoría de los países asiáticos se suelen preferir a los hijos varones que a las niñas, ya que éstas se consideran una carga para la economía familiar.

Millones de mujeres abortan cuando saben que van a tener una niña, una práctica que ha desequilibrado la balanza natural entre ambos sexos. Países como Corea del Sur o Taiwán resuelven el problema “importando” mujeres de Vietnam.

“Las niñas de Taiwán suelen recibir educación porque las familias saben que sin estudios no se pueden mantener, así que los hombres de clases bajas tienen dificultades en encontrar mujeres de su categoría social”, explicó a “Reforma” un diplomático taiwanés.

En la última década, miles de taiwaneses y surcoreanos han contraído matrimonio con mujeres vietnamitas.

Lo que para estas sociedades asiáticas es una solución, para Vietnam sólo empeora el problema y en más de 30 por ciento al de mujeres.

1 Mil 500 muchachas han sido vendidas en los últimos 10 años en la isla de Tan Loc, una de las comunidades más pobres de Vietnam.

6 Mil dólares en promedio es lo que se paga por una esposa vietnamita, de los cuales más del 80 por ciento va a parar a las agencias ilegales que actúan como intermediarias, y el resto se lo quedan sus familias
Zocalo-Saltillo

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