lunes, 30 de marzo de 2009

De torceduras y retorcidos

Mar
30
2009
De torceduras y retorcidos

Por Jorge Lara Rivera

Aprovechando la coyuntura “cíclica” (resultó que Karl Marx tuvo razón también en eso de la recurrencia de las crisis del capitalismo) que se vive en la economía, en el plan oficial de nuevas medidas anticrisis el régimen federal panista ha incluido una propuesta para la pronta devolución al contribuyente de los saldos a su favor originados por el pago de impuestos. Igual se contempla premiar a los incumplidos y morosos, condonándoles el 90% de los recargos y haciéndoles posible el pago en abonos.

El plazo para regresarles los saldos a favor podría ser de menos de quince días. Suena bien, ¿no? Excepto que el beneficio, al cual se presenta como de alcance social, favorece primordialmente a los causantes fiscales que están en condiciones de pagar un contable y tramitar la prestación; por causa de la tramitología y burocratismos de la Secretaría de Hacienda, con lo que quien resultará beneficiario, en realidad, no será el ciudadano común y corriente (persona física, contribuyente cautivo, causante menor) sino el gran empresariado.
En tiempos como el actual, cuando la creación de empleos y la mayor dinámica económica se requieren sin dilación, la medida sigue alguna lógica y pese a sus limitaciones es bienvenida, con tal de que no se esté torciendo la intención contra la crisis, ni busque –el régimen propatronal panista– legitimar su filia oligárquica que lo hace propenso a favorecer a socios electores y patrocinadores con reembolsos millonarios, no siempre justificados, derivados de impuestos.
Precisamente eso ocurrió el último día de la “presidencia” de Vicente Fox cuando se autorizó la devolución de 500 millones de pesos a Ricardo Salinas Pliego. En la misma línea puede ubicarse el otorgamiento gracioso de concesiones para explotar los juegos de azar a Televisa, el último mes que Santiago Creel despachó al frente de la Secretaría de Gobernación. Y parece corresponder también a esa misma categoría la falta de supervisión de Hacienda, siquiera con una auditoría o revisión posterior, en operaciones dudosas de fabulación como la del señor Diego Hildebrando Zavala Gómez del Campo, cuñado del jefe del Ejecutivo, cuya empresa recibió contratos del gobierno foxista por 2 mil millones de pesos y como reportó 2 mil millones de egresos no pagó un centavo, pues pareció que en lugar de lucro la suya fuese una empresa dedicada al voluntariado altruista para mejorar las condiciones laborales de la burocracia federal.
Ni hablar de la insólita transacción por la que Roberto Hernández Ramírez (quien por cierto aparece también en la lista “Forbes” –justo cien lugares antes de “El Chapo” Guzmán– de millonarios, y nadie ha armado revuelo a pesar de que se le relaciona insistentemente con el narcotráfico y operaciones especulativas poco claras que alcanzan inclusive al Citibank), tras sus opacos manejos en Banamex que lo llevaron a ser incorporado en el rescate bancario oficial del FOBAPROA, costeado por el pueblo de México, enajenó éste al Citibank de ese Citigroup que ahora obliga a nuestro país a tolerar que opere al margen de las leyes mexicanas, con la increíble aquiescencia de las autoridades; transacción aquélla multimillonaria en dólares por la cual Hernández Ramírez no entregó ni medio centavo a las arcas nacionales.
A nadie debe extrañar por tanto que el martes, en una nueva y descarada exhibición de cinismo e hipocresía, la bancada del PAN en el Senado reventara con su total ausencia la sesión destinada a abordar el asunto de los topes a las tasas de usura que cobra la banca por concepto de intereses a sus clientes, y de limitar a las comisiones de agio con que expolian a los usuarios de sus servicios los banqueros.
Así, por falta del quórum legal, cortesía del partido de la “Acción responsable”, obedeciendo una consigna dictada por la oligarquía y su régimen tras el reciente cónclave financiero en Acapulco, el asunto sigue en el aire y el ciudadano a merced de la voracidad de los banqueros.
Y luego gente retorcida como Germán Martínez Cázares quiere venir a dictar cátedra de “compromiso social”, de “responsabilidad pública”, “congruencia”, bla, bla, bla. ¡Sí, cómo no!

Por Esto!

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