Jan 18 2009 |
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María Teresa Jardí
Está visto que no se trataba de Justicia Divina. Vean ustedes: Recién acabábamos de ser enterados de que en Guanajuato se castigaría con pena de cárcel a aquellos que siguieran diciendo “malas palabras” como: “güey”. Palabras que ofenden a la derecha grey que alrededor del panismo católico en Guanajuato se presta a servir de conejillo de indias del laboratorio fascista que usurpa, en México, el poder. Ratas de laboratorio, sí, a las que no ofenden ni la impunidad ni la corrupción. Y ahí están la Sahagún y los Bribiesca como el más acabado ejemplo de que la ética también ha sido ejecutada y de que los antivalores que ocupan su lugar son el cinismo y la desvergüenza.
En Guanajuato como el laboratorio que es de la ultraderecha se quiso probar a ver qué pasaba si se imponía, para exportarlo enseguida al resto de estados de la bananera república, el decreto con el que se castigaría con cárcel también a los que “ofendan” a la moral pública fascista al besarse en público.Lejos de aplaudir la expresión sublime del amor, en un mundo necesitado de amor, hay que afear el beso y convertirlo en otro “pecado” para la cama, donde los fascistas panistas consideran a la mujer, incluida la suya, como puta.
Lástima… pocos días nos duró la breve ilusión de que a lo mejor la condena traía aparejado un acto, por fin, de Justicia Divina. Y que, quizá, por mandato Divino, sólo un milagro cabe esperar a estas alturas, se iba, por fin, a final de cuentas también es una cuestión de inteligencia, a castigar a Fox y a su ya casi, convertida en “decente”, mujer.
Cabía pensar así dada la “magnitud” de la ofensa inferida, nada menos que al Papa, con un beso, como reto, frente al Vaticano, por no haberlos querido –el representante
de la Iglesia Católica- recibir como pareja. Beso con el que demostraron al mundo, Fox y la Sahagún, la decadencia que afecta también a la Iglesia Católica.
Y mientras nos hacíamos ilusiones de que quizá la Justicia Divina marcaba un alto a la corrupción y a la impunidad en México. Vana ilusión, por supuesto. Daba inicio, con bombo y paltillo, aunque sin el Papa ni prelados de importancia vaticana, a final de cuentas nadie en su sano juicio quiere, por aquello de las moscas, avalar a Norberto Rivera, el IV Encuentro Mundial de las Familia y el usurpador FeCal acudía a él en su calidad de acólito irredento emanado de escuela confesional de paga.
Lástima… el escándalo suscitado entre el respetable ante el anuncio de la medida de corte fascista, de momento, ha hecho recular a la fascista derecha. Se acabó la ilusión de que a final de cuentas si a Al Capone le llegaron por lo de la evasión de los impuestos y no por los muchos asesinatos en su haber, hasta querían, en un rapto de inteligencia, llegarle a Fox y a su mujer, aunque fuera por la considerada “ofensa”, de besarse en público, y no como el castigo merecido por el latrocinio cometido a lo largo del ejercicio presidencial, no ejercido, pero del que, ¡de qué manera!, se sirvieron abusando del poder conferido al panista para servir y no para servirse él y su mujer y los hijos de su mujer y los amigos de su mujer, a la que hoy la Iglesia Católica le autoriza “moralizar” su relación “de pecado” casándose bajo el auspicio del rito de esa secta y aunque se haya tenido que reconocer, por aquello de cubrir las apariencias, que su “pecadora” unión se da con un demente.
Y mientras se siguen dando los pasos necesarios para acabar de guanajuatizar la bananera república que en manos de FeCal se desbarata. Bajo la conducción de Norberto Rivera, ese otro portento de “moralidad cristiana” acusado en el país vecino de proteger pederastas, se dictan las reglas del papel que deben jugar las familias católicas para acabar de enajenar la educación bajada a niveles de vergüenza por la telecracia a modo del acabado sistema capitalista.
Pero, quizá también y, aquí sí, por obra de la Justicia Divina, los curas con neuronas que le quedan a la católica, sintetizan el fracaso del evento en la crónica enviada por el Observatorio Eclesial a manera de síntesis de lo ocurrido el primer día en el IV Encuentro Mundial de Familias, que desde el título se suma a demostrar lo resistente de la “moral” católica al cambio de época. Crónica que me ofrezco a compartir con ustedes mañana.
Por Esto!
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