domingo, 18 de enero de 2009

La familia completa se irá al cielo

Si quiere usted saber realmente como es en nuestro país la estructura de la familia, no haga mucho caso de las conclusiones del “VI Encuentro Mundial de las Familias”, porque dieron una versión bastante sesgada, muy parcial y poco científica de la estructura de la familia mexicana actual. Y esta visión del encuentro no solamente es compartida por gran parte de la comunidad académica nacional, sino por algunos participantes, como José Guadalupe Sánchez, secretario Ejecutivo de Observatorio Eclesial, organización civil de carácter religioso, quien dijo a la prensa: "Las participaciones que se han dado hasta ahora nos reflejan una Iglesia Católica que está cada vez más desligada de la realidad social, económica y eclesial en su feligresía". Durante estos tres días se estuvieron escuchando de manera frecuente críticas a la homosexualidad, las familias monoparentales, los anticonceptivos, el aborto y el divorcio.

El encuentro fue inaugurado por la conferencia del Presidente de México, quien dejó muy claro que San Felipe de Jesús, primer santo mexicano, es su "santo patrono" y además piensa que “…los individuos que hacen de la violencia, del miedo, del crimen y del odio su forma de vida… son jóvenes y adolescentes desarraigados de un núcleo familiar… que se formaron en la carencia absoluta, no sólo de valores familiares sino de la familia misma", y cerró con la sesión conclusiva del Cardenal Norberto Rivera Carrera, quien señaló que los católicos no están contra nadie, sólo a favor del derecho que tienen a proponer el modelo de familia (padre, madre e hijos) que, dijo, se sabe es el más completo y armonioso.

No hay duda que la familia es importante en la sociedad actual por ser una institución fundamental para la formación de la personalidad humana, que está en el equilibrio familiar la prevención de problemas sociales como la drogadicción o la delincuencia y que es un agente cultural necesario para la transmisión de los valores representativos de una generación a otra. Pero el modelo católico la entiende de una manera estereotipada y rígida. Nuestra compleja sociedad actual ya no funciona con ese solo tipo de estructura familiar.

La estructura familiar tradicional, compuesta por padre, madre e hijos viviendo bajo un mismo techo está perdiendo su hegemonía y nuevas formas están desplazándola: cada vez es más común la familia monoparental, en donde bajo el mismo techo solamente están la madre, divorciada o separada, y los hijos. También es común la familia compuesta por una mujer soltera que decidió darse el permiso de la maternidad y vive sola con su hijo, haciendo el papel de padre y madre a la vez. O la familia compuesta por abuelos y nietos, pero con uno o los dos padres ausentes, ya sea por divorcio o por la emigración laboral, hoy cada vez más normal. Y no crea usted que esos nuevos tipos de estructura familiar no pueden ser llamados familia. Lo son y pueden funcionar bien. Trasmiten adecuadamente los valores básicos necesarios para que nuestra sociedad se desarrolle y educan con calidad a las nuevas generaciones. Actualmente, las posturas sociológicas científicas más sólidas han demostrado que la sociedad no es el reflejo de la familia, sino lo contrario: la familia está condicionada por la dinámica social. No debemos despreciar a las familias diferentes, pues en ellas también se forman los buenos mexicanos que el futuro de nuestro país requiere.

Y no puedo evitar pensar si las familias que formarán los niños abusados sexualmente por los curas (al estilo de Marcial Maciel o del cura Jesús Sandoval, de la casa hogar Nuestra Señora de Santa Ana en Boca del Río), serán tan estables, completas y armoniosas como marcan los cánones señalados repetidamente en el Encuentro.
Por Carlos Gutiérrez Montenegro
Zocalo-Saltillo

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