miércoles, 10 de diciembre de 2008

Muerte verde y ecologista

Muerte verde y ecologista
Miércoles, 10 de Diciembre de 2008 00:00
Laura Bolaños Cadena
Suena muy sabrosón pedir que los ejecuten, sobre todo si es infraganti, Que maten a los secuestradores y a otros malditos de la misma calaña. Las ratas no tienen derechos humanos, como dijera el ilustre antecesor de Peña Nieto en la gubernatura del Estado de México, Arturo Montiel, muy reconocido nacional y creo que hasta internacionalmente por su prístina honradez en el manejo de recursos estatales. (Se encargó de encuerarlo otra ave de las que cruzan el pantano sin manchar sus alas, Robertito Madrazo, en castigo por haber osado competir con él por la candidatura del PRI a la Presidencia de la República en las pasadas elecciones).
Justamente indignado ante la ola de crímenes que asuela al estado de Coahuila que él gobierna, –parte del tsunami que inunda a la república- Humberto Moreira, con apoyo del Partido Verde Ecologista, propone implantar la pena de muerte a los secuestradores que asesinen o mutilen a sus víctimas. Es seguro que una buena parte, si no la mayoría de la sociedad coahuilense, estará de acuerdo, como quizás estarían de acuerdo muchos mexicanos, aquéllos a quienes parece que las cuestiones sociales son tan sencillas de arreglar como dos y dos son cuatro.
De “ingenuos humanistas” nos calificaron en la encuesta que hizo un conocido columnista entre sus lectores, a los –pocos- que opinamos en contra de la castración a los violadores. Y seguramente muchos así nos califican por oponernos a la pena de muerte. Pero vamos a ver quiénes son los ingenuos, si nosotros o los que están de acuerdo con una solución tan simplista.
Fuera consideraciones morales, veamos los resultados prácticos. El mejor ejemplo está muy cerca. Varios estados de los Estados Unidos aplican la pena de muerte. Y la delincuencia no baja por eso; nuestro vecino del Norte es, entre los países del llamado Occidente, el que cuenta con el índice más alto de delincuencia común. Y con una descomposición social sin paralelo: el mayor número de drogadictos -por tanto de narcotráfico- y los asesinatos más absurdos cometidos por adolescentes que disparan sobre sus maestros o compañeros de escuela. Pero merece ser remarcado que los ejecutados allá son siempre o por lo menos en inmensa mayoría, negros, hispanos o blancos pobres. Jamás alguno de los blancos poderosos que han cometido escandalosos fraudes -menos aún los que ordenan asesinatos masivos en guerras y emplean la tortura contra prisioneros-. Aun negros ricos y famosos, como el héroe deportista OJ Simpson, se han librado de dicha pena. Hace unos trece años este señor fue enjuiciado por el asesinato de su ex esposa y su nueva pareja -blancos ambos- sobre el que abundaron las pruebas. (Hoy lo enjuician por otros delitos, pero salió libre por aquél que según las leyes ameritaba pena de muerte). Ahora sí que aquí y en China la pena de muerte es para los pobres. Nadie la ha propuesto para los políticos que saquean a la nación, ni para los líderes de los poderosos sindicatos corporativos -por ejemplo, Carlos Romero Deschamps, de PEMEX-, que roban a manos llenas y disponen de los recursos sindicales, venden plazas, etc., con gravísimo perjuicio no sólo para las empresas estatales sino para la nación. Los crímenes contra el país no parecen tener importancia en México, son lo normal y natural.
Y hablando de petróleo, ¿de qué suerte les parecen dignos los que venden recursos básicos, vitales para el país a intereses extranjeros? Esa cosita se llama traición a la Patria.
Es justa la alarma y la indignación que causa un delito tan horrible, cobarde y cruel como el secuestro; es justo exigir que se haga algo para salvar a México de semejante plaga que prolifera de forma pavorosa, que nos hace sentir inseguros e inseguras nuestras familias; pero no implantemos remedios que resulten peores que la enfermedad.
Pongámonos a pensar en qué manos vamos a poner un poder de vida y muerte, cuando estamos viendo, más que nunca, la profundísima y extendidísima corrupción de nuestro aparato de justicia; cuando estamos viendo a los policías como integrantes y organizadores de las bandas delictivas. Una gran cantidad de veces resulta que secuestradores y asaltantes son miembros de la policía. Que el narcotráfico está infiltrado hasta los más altos mandos. ¿Y vamos a confiar a esas manos un poder semejante? Esto sí es ingenuidad y de la que raya en estupidez. Pero es muy fácil decidir que hay que matar delincuentes. (¿A cuáles?). Y que don Humberto coseche sus buenos aplausos por eso, así como el Verde Ecologista que lo acompaña.
Al PVE una sugerencia: hace unos pocos milenios algunos pueblos guerreros de Europa y Medio Oriente utilizaron como abono, con excelentes resultados, los cadáveres de los muertos en guerras. El Ecologista podría completar su propuesta de la edificante ley incluyendo la idea de que se dé uso tan útil y necesario a los cuerpos de los delincuentes ejecutados. Sería una buena forma de que éstos restituyeran a la sociedad algo del daño que le causan al contribuir a mejorar la agricultura, y al mismo tiempo constituiría una magnífica aportación del PVE.
Los verdaderos remedios a la actual situación no son, por desgracia, tan sencillos; requieren medidas a corto y largo plazo en todos los órdenes. Va a ser muy difícil paliar los daños que le han hecho al país decenios de corrupción y malos manejos, y para hacerlo se requieren gobernantes que amen a México y no sólo a sus intereses personales y de grupo; pero tendrían que ser estadistas, o sea gente que tiene un proyecto de país a corto, mediano y largo plazo. No basta con buenas intenciones, se requiere inteligencia, capacidad y valentía para llevarlas a cabo. No tenemos individuos ni partidos de tal condición al mando. Y menos ahora que lo que pasaba por izquierda se constituyó en el nuevo PPS.
Por Esto!

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