Dec 28 2008 |
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Llaman los palestinos al ataque, de nombre “Plomo Sólido”, orquestado por fuerzas israelíes / Caos en los médicos por el gran número de heridos que reciben / La morgue, saturada / Escenas de horror y drama
GAZA, Palestina, 27 de diciembre (AFP/REUTERS) - Heridos y cuerpos hechos trizas llegaban en medio de una total confusión al hospital Al Chifa de Gaza, donde centenares de familiares acudían a identificar un muerto o a buscar un pariente desaparecido tras los sangrientos ataques israelíes de este sábado.
Cadáveres y heridos son conducidos en ambulancias o en automóviles civiles hasta el hospital, al que entran en camillas o a falta de éstas sobre sábanas.
Poco después de los ataques aéreos israelíes del sábado, que causaron más de 200 muertos, la morgue estaba saturada.
Cuerpos no identificados se amontonan en el suelo en el servicio de urgencia y en los corredores, mientras los heridos gritan.
Totalmente desbordados, los médicos y enfermeros se agitan deprisa y corriendo.
A veces una misma camilla sirve para transportar varios cuerpos. Miembros despedazados caen al suelo. El piso está manchado de sangre.
La mayoría de las víctimas llevan el uniforme de los servicios de seguridad del movimiento islamista Hamas que controla Gaza, cuyo cuartel general fue el objetivo de los ataques israelíes.
A través de altavoces los empleados de la morgue piden a los parientes amontonados en la entrada que identifiquen los cuerpos y se los lleven.
“Mi hermano todavía estaba vivo aquí y me hablaba, pero nadie pudo atenderlo y murió”, afirmó llorando Ahmad Al Gharabli, refiriéndose a su hermano Baha, policía de Hamas.
El cuerpo ensangrentado de otro policía de Hamas, Mohammad Abu Chaabane, era transportado en la misma camilla que una niña de unos diez años, mortalmente herida en el vientre. “No la conocemos”, afirma el hermano del policía, Wissam.
Abu Obeida Al Jarah, jefe de la policía que se encontraba en uno de los edificios atacados, salió ileso del ataque.
“Logramos salir y vinimos aquí inmediatamente para identificar los cuerpos”, explicó.
“Es una verdadera masacre que no se quedará sin respuesta. La sangre de los policías no se ha regado en vano”, dijo.
El ministro de Salud del gobierno de Hamas, Bassem Naim, presente en el hospital, deploró la falta de medios.
“Nuestros medios son muy modestos para enfrentar esta terrible masacre que se realizó con la complicidad árabe e internacional”, afirmó.
Descalza y con el pañuelo islámico sobre los hombros, Asmaa Abdo, madre de dos policías en formación, llegó al hospital tras haber sido informada de los ataques israelíes.
“Me dijeron que mis dos hijos murieron pero nadie en el hospital puede confirmarlo”, gritó la mujer, que insultaba a “los árabes y Abu Mazen”, el presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abas, a quien Hamas le arrebató el poder en Gaza en junio de 2007.
Los vidrios de decenas de casas fueron destrozados por los ataques israelíes.
Un edificio de diez pisos donde funciona una asociación de apoyo a los prisioneros, dependiente de Hamas, quedó totalmente destruido.
Las excavadoras remueven los escombros y los socorristas buscan cuerpos. Cinco cadáveres totalmente destrozados acababan de ser retirados de allí.
“Allahu Akbar (Dios es grande). No hay más Dios que Alá”, gritó con voz ronca un policía de Hamas mientras yacía cerca del cadáver de sus camaradas.
Los misiles golpearon 40 oficinas de seguridad de Hamas, que controlan la Franja de Gaza. Columnas de humo y polvo se observaban sobre la ciudad de Gaza.
El tenor del baño de sangre no tiene precedentes, aún en un enclave que está muy acostumbrado a la muerte violenta.
Cientos de personas se hacinaban en los hospitales buscando a sus parientes. Muchos muertos permanecían sin identificar. Los funcionarios de salud apelaron por ayuda externa.
“Nos falta de todo, nos faltan equipos médicos, nos falta anestesia, vendas, nos falta combustible para las ambulancias, todo”, gritaba Muawiyah Hassanein, jefe del Departamento de Emergencias y de ambulancias de Gaza.
Los palestinos llamaron al hecho la “Masacre del Sábado Negro”. El nombre en código israelí para la operación era “Plomo Sólido” (Cast lead por un poema de Bialik sobre la Hanuka).
Mientras las morgues se quedaban sin espacio, muchos de los cuerpos eran trasladados a mezquitas en la ciudad, a las que la gente llegaba para identificar a los fallecidos.
Muchos permanecían tirados en el piso tras confirmar la identidad de sus seres queridos.
Las tumbas tampoco alcanzaban. Muchas familias tuvieron que enviar a sus muertos a los hospitales después de no encontrar lugar para enterrarlos.
En las calles de Gaza, los minaretes de varias mezquitas difunden versículos del Corán en señal de duelo. Mujeres se dirigían a pie llorando hacia el hospital Al Chifa.
Al Aqsa, televisión de Hamas, difunde imágenes de cuerpos y miembros destrozados y ensangrentados que yacen sobre el suelo con la inscripción “el Holocausto continúa” en la parte inferior de la imagen.
Un locutor denuncia el “silencio” y la “complicidad” de algunos países árabes.
Por Esto!
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