viernes, 19 de diciembre de 2008

La crisis económica

La crisis económica
Viernes, 19 de Diciembre de 2008 00:00
El debate necesario
Por Víctor Flores Olea
El debate sobre la reforma energética en el Senado de la República resultó un paso extraordinariamente importante como práctica democrática para informar a la ciudadanía y hacerla consciente de los principales problemas que vive la nación. Independientemente de las decisiones últimas, el debate precisó y difundió “universalmente” los más importantes puntos a discusión.
Muchos han dicho que las Cámaras de Senadores o Diputados deberían repetir el ejercicio y hasta hacerse costumbre para el avance de la democracia en México. No hay soluciones mágicas pero sí prácticas políticas que sin duda contribuyen a la madurez de la ciudadanía (y de los gobernantes).
Es obvio que la cuestión decisiva de la crisis económica mundial y sus repercusiones en el país debiera ser uno de esos temas a discutir abiertamente, con la participación plural de expertos en distintos campos (economía, política, sociedad, pobreza, etc.). La crisis, según se coincide, es probablemente la más importante en la historia de la humanidad. Y frente a ella el gobierno de la república no parece reaccionar con la seriedad y contundencia en que ya se reacciona en otros países, seriedad y contundencia que es ya inaplazable.
El debate de tal problema en alguna de las Cámaras, con el formato de la discusión sobre el petróleo o con las variantes del caso, sería una formidable oportunidad para discutir a fondo en México, por conocedores desde diferentes experiencias, una cuestión que estará presente en la vida nacional muchos años por delante. En otros países se discute ya el tema con niveles respetables. En México, por supuesto se han expresado aisladamente reflexiones académicas, pero hace falta que las ideas discutidas públicamente se sitúen por arriba de los “catarritos” y “constipaciones” a que han llegado grotescamente, parece que con mucho esfuerzo, los directivos de nuestras políticas económicas.
Claro, el silencio se debe precisamente a que tanto el Secretario de Hacienda como el Director del Banco de México no han mostrado jamás en su vida profesional inteligencia, independencia y conocimiento mínimamente creativo de las cuestiones económicas de este tiempo. Su función única consiste en atender la “voz de su amo”. Y son precisamente lo que John Kenneth Galbraith llamaba “alumnos que nunca aprendieron más que las pequeñas fórmulas que sus mediocres profesores escribían en el pizarrón”. Empleados además del Fondo Monetario Internacional y de otros organismos financieros, con el desconocimiento casi total de la historia del país.
La discusión a fondo e ilustrada de la actual crisis económica es indispensable, ya que como ocurre con frecuencia en estos casos el análisis de lo inmediato, su diagnóstico y caminos de superación conducen a un diseño más amplio de la ruta a seguir en el futuro. Es decir, un debate de esta naturaleza es también inevitablemente un debate sobre la historia, sobre las causas nacionales y mundiales de la presente situación. La batalla sobre el pasado define también la batalla sobre el presente y el futuro, de México y la humanidad.
Tal sería necesariamente la dimensión del debate propuesto. Y tal es una necesidad impostergable para el país.
Por eso pienso que también debiera estar en ese debate la Universidad Nacional Autónoma de México, de la manera en que lo hizo en la discusión sobre la reforma petrolera. Tal participación mostraría una vez más la pluralidad y alto nivel de la voces universitarias, que se escucharían otra vez más allá de los ámbitos académicos y llegarían al público en general, que sin duda es uno de los aspectos educativos esenciales de la UNAM.
Obviamente en un debate así se pondría en cuestión, como ya se pone en cuestión en todo el mundo, la pertinencia del neoliberalismo como “estilo” del capitalismo que en prácticamente 30 años de vigencia ha mostrado escandalosamente su incapacidad para impulsar el desarrollo en beneficio de las mayorías, y su sobrada capacidad para enriquecer desmesuradamente a unos cuantos integrantes de las oligarquías. Una inmensa fábrica de pobres y la protección de individuos cuyas desmesuras, robos y fraudes se denuncian ahora todos los días. Por definición, el sistema de la desigualdad abismal.
Es obvio que también se discutiría la vuelta del Estado a la economía –satanizado por el neoliberalismo–, la incompetencia del mercado “suelto” para regular la economía y autorregularse, y la necesidad de que con una perspectiva más amplia la sociedad entera (democrática) organizada en Estado establezca las prioridades esenciales del rumbo del desarrollo y de la actividad económica.
La profunda crisis actual ha hecho que muchos se pregunten; ¿fin del sistema capitalista o sólo fin del neoliberalismo? ¿Cambio de sistema o corrección del mismo? Claramente ha surgido una avalancha de cuestiones y tesis que merecen seria reflexión, naturalmente de índole económica pero también política y social. Por supuesto, sin regatear su alcance histórico. El hecho es que los debates propuestos ayudarían extraordinariamente –a la ciudadanía y también a los responsables de gobierno, si conservan alguna memoria ética de su función–, no sólo a conocer el origen de los problemas que vivimos, en México y el mundo, sino a discutir a fondo las rutas de su solución.
Por Esto!

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