lunes, 8 de diciembre de 2008

Enfermedades de la pobreza

Enfermedades de la pobreza
Lunes, 08 de Diciembre de 2008 00:00
Violencia a la mujer, suicidio, alcoholismo, narcomenudeo

Por Gilberto Balam Pereira
A mis colegas de la UNASSE, quienes realizan encomiable labor a favor de las mujeres yucatecas
La epidemiología ha cambiado de un siglo a otro y con ello, también el desarrollo de la investigación biomédica. Hasta fines del siglo antepasado y entrado el siguiente, predominaban en el panorama de la salud colectiva enfermedades transmisibles como la peste bubónica, el cólera, el paludismo, el tifo, la lepra, la tuberculosis, la tos ferina, el sarampión y otras. La ciencia médica pudo hacer frente a todas ellas conforme avanzaban los adelantos del conocimiento farmacológico. Con el descubrimiento de la penicilina por Fleming en los años cuarentas, arrancó el desarrollo de los antibacterianos, de los sulfamídicos y las vacunas. Fue hasta 1974, con el inicio de las campañas masivas de vacunación, cuando se pudo controlar las principales infecciones de la primera infancia. Las ciencias biológicas, con la quimioterapia, se mostraban promisorias.
Hace ya un prolongado tiempo en que ese desarrollo prometedor parece haberse estancado. La ciencia ha perdido terreno frente al interés de la acumulación del capital y la ganancia. Salvo la píldora anticonceptiva, el viagra y los retrovirales, la humanidad no ha progresado y se muestra desprotegida en su salud y bienestar.
Las epidemias modernas salen a la palestra en revancha. Las ciencias médicas no encuentran alternativas para enfrentar los desafíos.
¿Qué pueden hacer contra los flagelos que amenazan la vida contemporánea de globalización, de libre mercado, de neoliberalismo? Son enfermedades de la pobreza: suicidio, homicidio, alcoholismo, drogadicción, maltrato a las mujeres. A los dueños de los grandes capitales no les interesa la salud, ni la educación, ni los ingresos y menos la información de la realidad a las mayorías. Somos el país de la mentira.
Los padecimientos antes señalados, como consecuencia de la miseria, no se corregirán si no se combate las CAUSAS de todas ellas: la pobreza, la desinformación, la ignorancia pero sobre todo la economía familiar.
En la realidad, nos limitamos a considerar las consecuencias del problema y no las causas. Por ejemplos, en el caso del suicidio, atendemos la depresión que la acompaña; la drogadicción y el alcoholismo, con internamiento en “centros de rehabilitación”, de donde por lo general salen peor los pacientes (diga si no, Dra. Zenteno); los narcomenudistas se dedican a este minicomercio por necesidad económica y quienes son al corto plazo chivos expiatorios; la violencia a la mujer es problema que se limita a recomendaciones psicológicas a las víctimas y a la atención de las heridas infringidas por el macho villano a quien se termina por satanizar. ¡Todos y todas contra el género masculino! ¡Denuncien! ¡Denuncien!
Entiendo que mientras no se implante verdaderos programas de empleo, de educación e información para las familias marginadas, seguirán padeciendo
las mujeres el resentimiento social de sus agresores.
Hablo de familias marginadas en pobreza extrema porque es el sector en que se registra el mayor número de casos de violencia intrafamiliar. Lamentablemente, observen los apellidos de los protagonistas de la agresión y nos percataremos de que son de origen indígena y de pueblos olvidados.
Alguien me interrumpe: “Pero allí tenemos al flamante ingeniero X que le da soberanas palizas a su mujer”; otro dice “y el Patrón Laviada que casi mata a la cónyuge”; otro más, ¿”y qué me dices del caso de Diana”? En efecto, son las víctimas de los villanos de cuello blanco que, por lo mismo, los recordamos de memoria porque son casos aislados que no contribuyen a abultar las estadísticas. Nos preocupa más el grueso de la población que sobrevive en ese inframundo de abandono, al que han olvidado el gobierno y la sociedad. Como que nos hacemos a los occisos y no exigimos al gobierno políticas de empleo, de educación e información. Que se nos diga qué planes oficiales se tienen al respecto, los presupuestos destinados a los mismos, el personal avocado para atender este tipo de problemas de salud pública, en qué regiones, en qué comunidades, porcentaje de familias atendidas de manera integral e interdisciplinaria.
No queremos más informes oficiales de cifras alegres, absolutas y confusas.
De no atender de esta manera el gobierno estos problemas de manera multifactorial, poco avanzaremos solos, mis admirados colegas y compañeros de la UNASSE. Además de lo que humanamente viene realizando esta apreciable Unidad de Servicio, los exhorto a que presionemos con marchas, pancartas, uso de los medios, conferencias y foros, en los que hablemos en nombre de un pueblo mancillado por una oligocracia autoritaria. Por Esto!

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