Apr 09 2009 |
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María Teresa Jardí
En algún lado habré leído que se puede decir que la casualidad no existe y que un conjunto de reglas no escritas manejan la causalidad, en la que todo discurre. Como si fuéramos títeres las personas. O más bien no entendiendo, los humanos, tampoco estas reglas cuya trasgresión propicia castigos de lamentables consecuencias. Seguramente alguien o muchos lo han dicho. Mis lecturas en general caminan por otros derroteros más bien vinculados a una grave adicción que me aqueja desde la niñez y la que me ha mantenido convertida en lectora incansable de novelas literarias. Interesada en esta etapa de mi vida en particular por las que a través de la novela policiaca van haciendo la radiografía del avance de la ultraderecha vinculada a las mafias con nexos en los distintos continentes, llegadas de la mano y con el beneplácito de gobernantes y usurpadores a modo al servicio de los intereses de las empresas transnacionales que se han ido apoderando de la tierra como si fueran las dueñas del mundo. Por lo que no podría darles ninguna referencia de lo mucho que ahora se escribe analizando temas también interesantes y sin duda importantes con relación a las reglas no escritas de la causalidad. Pero dado, incluso, que como quizá la violación de las reglas no escritas trae necesariamente como consecuencia el no cumplimiento de las leyes escritas, tendríamos que hacer un alto en el camino para darnos la oportunidad de enderezar todas las cuerdas y empezar a tener claro por lo menos lo que nos afecta de fondo.
En Yucatán el aumento de calor y en el Distrito Federal la escasez de agua son apenas dos de las graves consecuencias del poco cuidado que todos hemos tenido con la naturaleza. Culpa de todos. Pero más culpa de unos que de los otros.
Desde hace años la escasez de agua es el verdadero Vía Crucis para los habitantes de Iztapalapa. De ahí, quizá, que al entender, sean los vecinos de esa delegación del Distrito Federal los que se hayan asignado el papel de representar las Estaciones de la Cruz a lo largo de cada viernes de Semana Santa. Lo que les ocupa, a los habitantes de ese lugar, todo el año de ensayos y elaboración de implementos y de vestimentas. Se puede imaginar lo que se lograría si los ciudadanos nos reuniéramos para discutir cómo resolver todo lo que nos afecta de manera grave.
No tienen agua los habitantes pobres de Iztapalapa desde hace años y se han tenido que acostumbrar a vivir sin el vital líquido. Mientras en Bosques de las Lomas y otras colonias de ricos todas las mañanas los chóferes lavan a manguerazos los autos, en tanto al alimón los aspersores encendidos riegan los jardines inmensos de las casas.
La sociedad no ha hecho conciencia y el gobierno no aplica las medidas preventivas relativas al cuidado del agua y a Iztapalapa se suman hoy otras delegaciones como la Cuauhtémoc que se ven afectadas por la misma grave enfermedad que significa el no tener agua. Y como en esa delegación se encuentran colonias como la Roma y la Condesa, donde básicamente habitan universitarios, empiezan las idas y venidas de vecinos a las respectivas instancias de gobierno y se va haciendo la lamentable radiografía de las presas sin agua para surtir la demanda. Pero igual sigue sin control el desperdicio en Bosques de las Lomas y en las colonias ricas que, curiosamente, no son afectadas por las mismas presas sin agua que las otras. Vivimos tiempos electorales e Iztapalapa, ya se sabe, está perdida para el PAN. Mientras que la otra delegación tampoco es panista.
Lo mismo puede decirse de Yucatán por lo que toca a la limpieza de las playas. El pueblo que las goza tiene la obligación de mantenerlas limpias. Pero los elegidos para prestar el servicio que la función del gobierno lleva implícito tienen la obligación de prevenir educando y pueden castigar al que incumpla tirando la basura en las payas, que acaba en el mar al que enferma. Como tendrían que castigar el exceso brutal de agua tirada en Bosques los gobiernos perredista y el del Estado de México, el panista con los suyos no lo hará nunca, incluso porque en otros lugares las pipas no alcanzan para llevar ni siquiera la necesaria para ser bebida, no siendo apta, incluso seguramente, para el consumo humano. Pero tiempos electorales dictan otras reglas. La escasez del agua y el aumento del calor en lugares de suyo tan cálidos son apenas algunos de los muchos Vía Crucis que afectan al pueblo mexicano. Todos somos responsables. Y aunque unos más que otros. A los unos nos afecta lo que no afecta a los otros y es hora de hacer el alto en el camino para cambiar los unos lo que los otros previniendo, educando e incluso castigando, no van a hacer por nosotros.
Por Esto!
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