Apr 26 2009 |
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Brenda Guadalupe Oviedo quizá sea una de las pocas personas que pueda decir que estuvo internada en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), el epicentro nacional de la gripe porcina, y venció al virus de la influenza.
Su aislamiento duró 48 horas, en las que estuvo recostada en una camilla, bajo observación médica, entubada por las fosas nasales y a dosis de antivirales.
Cumplía los requisitos para ser considerada una emergencia sanitaria: tos, temperatura, ataques de asma y parentesco con una mujer bajo aislamiento en ese mismo hospital y con diagnóstico de influenza.
Ese par de días los médicos se dieron cuenta que la joven Oviedo “tenía principios” del virus pero inhibió su desarrollo. Ella se dio cuenta de otras cosas.
“Hay unas 13 personas en cuidados intensivos por la influenza. Unos están en urgencias, pasando de ahí están primero los bebés; más allá, tres o cuatro cuartos con letreros que indican que esos son pacientes con sospecha de influenza, y al fondo están mi mamá y otros. En su puerta dice que ellos sí tienen influenza”, dice sin despegar la vista del hospital.
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