Feb 10 2009 |
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Pedro Díaz Arcia
La virtud puede cruzar el pantano sin manchar sus alas; pero no existe antídoto para la ambición.
Cristina Fernández, la presidenta de Argentina, pidió el lunes en Madrid a los políticos del mundo que recuperen su condición de “dirigentes” y creen nuevas herramientas y fórmulas de gestión para encarar, durante este siglo, los desafíos de un universo “que ha cambiado y al cual hay que adaptarse”.
Tal vez, por pudor, la carismática y elegante mandataria sudamericana no se refirió a que el poder, como la maga Circe, puede convertir en cerdo a una persona.
Para Fernández de Kirchner se trata de interpretar y reformular normas y políticas que contribuyan al bienestar de una sociedad multipolar y multicultural amenazada por el desempleo, la desestabilidad de las entidades financieras, “la caída de paradigmas que se creían inamovibles” y en la cual acechan los peores aspectos de la condición humana: la xenofobia, los nacionalismos cerrados y la salvaguarda de uno mismo a costa de otros.
Es curioso que simultáneamente a sus declaraciones un reporte de EFE diera a conocer que en Silicon Valley, cuna mundial de la alta tecnología, se inaugurará este verano la Universidad de la Singularidad, un centro académico que, financiado entre otros por Google y la NASA, preparará a los nuevos líderes “para que identifiquen los grandes retos de la humanidad” y formen un creativo y único mundo del futuro. No se ha informado acerca de los otros donantes del proyecto.
El curso admitirá por el momento a los 30 mejores estudiantes de grado y posgrado del planeta que sufragará, cada uno, 25,000 dólares por un período docente de 9 semanas.
La Universidad ofrecerá, además, cursos más breves de tres y diez días orientados a directivos y ejecutivos.
¿Qué nos espera?
El claustro de la “singular” escuela podría contar con flamantes ejecutivos del Departamento estadounidense del Tesoro, de la Reserva Federal, del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial para transmitir sus incomparables experiencias.
El ex presidente George W. Bush, en un relativo estado de sobriedad, disertaría sobre cómo conducir a una nación al borde del colapso económico.
El defenestrado Donald Rumsfeld, ex jefe del Pentágono sería brillante en una exposición sobre la importancia de las guerras para salir de las crisis y engrosar las arcas del complejo militar industrial.
José María Aznar, ex presidente del gobierno español, discurriría acerca de las conspiraciones trilaterales para ocupar un país del Medio Oriente con propósitos económicos y de política estratégica; sin olvidar al ex primer ministro británico Tony Blair, solícito socio de consuelos de Bush.
¡Sería como el “añorado encuentro”, aquella romántica canción de los años 50 que nos elevaba por encima de las penurias de la hora!
Sin embargo ningún pobre, ningún integrante del Foro Social Mundial, que son los verdaderos herederos de la milenaria cultura de respeto a la naturaleza humana tendrá asiento en las aulas del emporio de la silicona, los ordenadores y las computadoras. Ellos se forjan en el temple de la vida, en las luchas políticas que se libran en cualquier parte del globo, en defensa del derecho de sus pueblos.
El Dr. Ray Kurzweil, científico y uno de los creadores de la iniciativa, es conocido por la cuestionada teoría de que los ordenadores acumularán tanto poder que un día dominarán el mundo.
¡Con eso sueñan, con la robotización del pensamiento humano!
¿Harán sobornables las computadoras?
¿Vendrán inoculadas con el virus de la corrupción?
Si Las Vegas, colonizada por los mormones a mediados del siglo XIX, se convirtió en la Meca del juego, el Silicon Valley se desarrolló como depositario de una gran concentración de industrias vinculadas con los semiconductores y las computadoras, tributarias a su vez de las empresas de programación y servicios.
Pero Las Vegas no ha escapado a la acción corrosiva de la crisis, los precios de las propiedades se han deteriorado; el desempleo es el más alto en veinte años; la tasa de suicidios es dos veces superior al promedio nacional; la ciudad tiene uno de los porcentajes más altos de gente sin seguro médico; disminuyen los turistas y se volvió, virtualmente, en un espejismo en el desierto.
Precisamente, para revitalizar el sistema hay alternativas como la Universidad de la Singularidad.
En Silicon Valley, ubicado en el hermoso Valle de Santa Clara, del Estado de California, los promotores del capitalismo cifran nuevas esperanzas en la preparación del relevo.
¿El programa incluirá ejercicios de cómo administrar una cárcel al estilo de Abu Ghraib?
Por Esto!
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