martes, 27 de enero de 2009

Los muertos que vos matáis…

Jan
27
2009
Los muertos que vos matáis…

Francisco Rodríguez
Indice Político

La multitud por sí sola nunca llega a nada si no tiene un líder que la guíe.
Hermann Keyserling

¡Impresionante! El músculo del lópezobradorismo se mostró así, portentoso, la mañana del más reciente domingo en la Plaza de la Constitución o Zócalo, cual se conoce al simbólico centro de reunión política de la capital nacional.
Miles de mexicanos provenientes de distintos puntos de la geografía nacional se reunieron en torno al liderazgo de quien, una vez más, se alineó con las causas de la ciudadanía y en contra de quienes han aprovechado la caótica situación, el desgobierno, para llenar aún más sus alforjas.
Pero, una vez más también, cientos de miles de mexicanos reunidos en el Zócalo, pasaron desapercibidos, ignorados, para los grandes (jejeje) medios de comunicación.
Salvo contadas excepciones, las imágenes del evento fueron relegadas por otras de El Pozolero –un torvo personaje que “cocinaba” a sus víctimas en ácidos--, o de actricitas y starlets del espectáculo deportivo que, supuestamente, habrán de ser postulados por los partidos políticos para ocupar curules en la próxima Legislatura federal.
Una muestra más de la involución del periodismo mexicano, sumiso al poder, que choca con lo apenas expuesto por el español Jorge de Esteban quien, el 24 de este mes publicó en uno de los blogs del diario El Mundo –“Liderazgo carismático y medios de comunicación”— que prácticamente es imposible que existan los liderazgos carismáticos sin prensa, radio y televisión. Argumenta: “cuanto mayor sea el número de personas que reciben el mensaje del líder, mayor será su liderazgo y carisma”. De Esteban, por cierto, es el presidente del Consejo Editorial de ese diario hispano, amén de catedrático de la Universidad Complutense de Madrid.
No es el caso de Andrés Manuel López Obrador, a cuyo liderazgo me refiero hoy aquí. Y es que, por más que sus seguidores pasan inadvertidos ante las cámaras y los micrófonos o, peor aún, por más que un intere$ado grupúsculo de comunicadores denuestan obsesivamente un día sí y otro también al tabasqueño, su figura no sólo se mantiene sino se acrecienta. Todavía más: su mensaje es bien recibido y secundado no sólo por aquellos a quienes va dirigido, incluso por los que él presenta cual causante de una de las mayores crisis que el país ha enfrentado, pues a lo económico se suma el tema de la inseguridad.
Mofas y apuestas hubo antes de la mañana de este domingo 25. El “zocalómetro” –unidad de medición “a la mexicana”--, registrará vacíos… sólo habrá unos cuantos “acarreados”… las pugnas con el PRD se reflejarán en la inasistencia de muchos.
No fue así. Desde temprano, la plancha de cemento se fue poblando de seguidores de quien, se ve claro, encabeza a la principal oposición a la Administración del señor Felipe Calderón. Más allá, incluso, de banderías o membretes políticos que, ante hechos como éste, demuestran su inutilidad.
No es gratuito, entonces, que al palpar su realidad, personajes como el volátil Jesús Ortega Martínez se apresuren a bienquistarse con López Obrador. El liderazgo de éste es real, el del hidrocálido es, amén de fraudulento, meramente burocrático.
Contrastar las reuniones públicas de López Obrador con las de su principal oponente, el señor Felipe Calderón, resulta un ejercicio ocioso. Mientras la espontaneidad caracteriza a las del primero, en las del ocupante de Los Pinos todo es rigidez y exceso de medidas de seguridad que rozan con el atropellamiento de los más elementales derechos, cuales son los de tránsito y expresión.
Acordonamientos militares centenares de metros a la redonda –ha habido, incluso, helicópteros sobrevolando sus traslados--, vehículos blindados, guardias infiltrados entre los grupos que, previamente contratados en las Entidades, son llevados cual escenografía a las reuniones donde paradójicamente se habla de medidas nunca concretadas “para vivir mejor”, y mucho, pero mucho temor a la gente son las principales características de los eventos “oficiales”.
Son festivos, en cambio, los que congregan a los seguidores de López Obrador. No sólo en el Zócalo, también han sido así los que ha encabezado en ya 1 mil 900 municipios de la geografía nacional que ha visitado en los últimos dos años.
Lo han matado políticamente más de una ocasión. Pero está vivo. Muy vivo. Y muy presente. Opositor.

Indice Flamígero: El liderazgo es el proceso de influir en otros y apoyarlos para que trabajen con entusiasmo en el logro de objetivos comunes. Se entiende como la capacidad de tomar la iniciativa, gestionar, convocar, promover, incentivar, motivar y evaluar a un grupo o equipo. Es el ejercicio de la actividad ejecutiva en un proyecto, de forma eficaz y eficiente, sea éste personal, dirigencial o institucional (Wikipedia).

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pacorodriguez@journalist.com

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