Por Laura Bolaños Cadena
Inició el 1 de enero de 2009 con una cena familiar, durante la cual discutimos en sobremesa el origen de la corrupción, ese mal tan arraigado en México y que se encuentra en la base de todos los males que nos aquejan. Unos sosteníamos que la corrupción viene del gobierno y otros, que de la población. Fue algo como discutir quién fue primero, si el huevo o la gallina. Recordé que en una ocasión José López Portillo dijo que “la corrupción somos todos”. Yo contesté con un artículo tronante, en el cual le recordaba las mil y una sinvergüenzadas de un sistema que, desde sus inicios, ha visto al país como botín a repartir. Cierto, me dijeron, pero la población ha colaborado con gran entusiasmo. Y abundan las pruebas. Apenas el 2 de este mismo mes apareció, en el diario La Jornada, una denuncia que entregaron a ese medio trabajadores de PEMEX pertenecientes a la sección10 de Minatitlán, Ver., que militan en la corriente llamada Grupo Democrático Insurgente. La denuncia revela la continuación de una de las corruptelas más características del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM): la venta de plazas. Según esta denuncia, una ficha para solicitar trabajo en dicha paraestatal, cuesta entre 50 y 70 mil pesos; pero esto no es más que el pago de entrada, pues para obtener una plaza definitiva, hay que desembolsar, además, de 250 a 300 mil pesos. Esta exacción a los solicitantes de empleo es negocio multimillonario para los líderes petroleros, ya que se calcula que sólo en 2008 se vendieron unas 500 fichas, lo que significa una ganancia de 25 millones de pesos, sin considerar los pagos por las plazas definitivas; con la agravante de que, en no pocas ocasiones, los aspirantes a las plazas han sido defraudados, pues han pagado sin obtener el empleo prometido. Los líderes hacen extensivo el “negocio”—¡no faltaría más!— a sus familiares, esposas e hijos. Pero los denunciantes refieren que existe una práctica común en el sindicato que otorga a los agremiados el derecho a una ficha de nuevo ingreso o plaza definitiva para sus familiares, y exigen enérgicamente que “se cumpla con este beneficio con apego a los estatutos generales”. O sea, que los puestos en PEMEX no son para los más capaces sino para los que pagan por las plazas... o para familiares de los agremiados al STPRM. Hagamos una distinción: los líderes hacen el gran negocio con las plazas, en tanto los trabajadores de base sólo reclaman como derecho, un “pequeño beneficio”. De una y otra parte —aunque sin comparación en cuanto a la ganancia—, se trata de obtener una parte del botín; la única que no se beneficia es la industria petrolera al llenarse de ineptos. No es el único sindicato donde las plazas se consideran “patrimonio” de los trabajadores. Dentro de uno que se proclama “democrático”, el de la UNAM (STUNAM) , los agremiados incluyen entre sus “derechos sindicales”, las plazas para sus familiares. Ahí, nadie obtiene una plaza si no es pariente de alguien de adentro. Lo mismo ocurre en otro democrático, el Sindicato Mexicano de Electricistas. A raíz del conflicto magisterial contra la Alianza por la Calidad Educativa que quiere imponer la SEP, nos enteramos de que uno de los puntos a pelear, por parte de los maestros del estado de Morelos, es que, entre otros perjuicios al magisterio de la entidad, dicha reforma los priva de su “derecho” a vender su plaza o donarla a un familiar cuando se retiran. Hace tiempo, se publicó en la prensa que los trabajadores de la Secretaría de Salud gozan de tal cantidad de “días económicos”—en los que pueden faltar sin dejar de percibir sueldo— que cubren casi la mitad de un año de trabajo. Si le empezamos a rascar, vamos a encontrar más “perlas” de este tipo, principalmente en los sindicatos corporativos creación del PRI. ¿Que son “usos y costumbres” establecidos por este partido para manipular a los trabajadores? Cierto. Pero que éstos se han encontrado muy a gusto con tales prácticas, cierto también. “Para que la corrupción gubernamental llegue a tal grado, se requiere el consenso de la población”, me dijo en una ocasión un amigo extranjero con quien comentaba sobre este aspecto. Se considera que en la América nuestra, sólo dos partidos han surgido realmente de las propias necesidades y condiciones del país: el APRA del Perú y el PRI de México. El PRI es fruto de México y lo mexicanos, con todos sus defectos -y virtudes, que las tuvo de inicio—, y ha sido creado y recreado por mexicanos. Nosotros hicimos al PRI... y luego el PRI nos hizo a nosotros. Nuestra gente hizo su corrupción y luego esa corrupción penetró profundamente en nosotros. La vemos reproducirse en partidos y movimientos de izquierda que, por su esencia, deben ser abanderados de la honradez... pero muchos de sus integrantes y dirigentes están muy lejos de serlo. No digo que todos seamos corruptos; una parte de la población ha criticado y combatido este mal hasta donde por las circunstancias ha sido posible. Hoy han cambiado esas circunstancias, y se puede denunciar y combatir abiertamente. Por vez primera en mucho tiempo empieza a considerarse como algo repudiable y punible; por vez primera se denuncia a voz en cuello. Sin embargo es un mal tan arraigado que va a costar mucho trabajo erradicar. No digo que sea imposible, sino que es una tarea muy difícil. No es para propósitos de Año Nuevo, es para un proyecto de vida y de país.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario