viernes, 9 de enero de 2009

Bush-Israel: la mala leche

Jan
09
2009
Bush-Israel: la mala leche

Por Jorge Gómez Barata

Probablemente los muertos en Gaza están siendo inmolados como parte de una conspiración de Estados Unidos contra Estados Unidos. Se trata de una confabulación entre Bush y los halcones israelíes que pone a prueba a Barack Obama, lo enfrenta a hechos consumados y lo empuja al ridículo. De modo frío y premeditado ha sido fabricado un escenario adverso del cual el nuevo presidente no puede salir airoso. Juegan las blancas y ganan. No importa aquello que las negras hagan.
La invasión e impune matanza en Gaza es un episodio que de ninguna manera puede concluir dentro del plazo de 12 días que restan para la toma de posesión del primer presidente no blanco de los Estados Unidos y el único que hereda juntas dos guerras y la crisis económica de mayor calado en toda la historia norteamericana.
Nadie debe esperar que Obama, poniendo el primer pie en la Casa Blanca, tenga la fuerza y la determinación necesarias para condenar decisivamente a Israel, enajenarse el poderoso lobby judío e iniciar su gestión bajo un intenso fuego cruzado. Con certeza, no hará tal cosa, aunque pudiera encontrar el modo de maniobrar, mostrarse consecuente y no endosar la matanza, aligerando así el peso de la deuda política que inevitablemente contraerá.
Desde el discurso de toma de posesión, debemos esperar una posición ambigua que hará recordar un ejercicio cantinflesco. Ante los ojos de parte de la humanidad, Obama quedará marcado para siempre como un cómplice de los sionistas. Habrá dado el primer paso con el pie izquierdo.
Veremos también cómo los gobernantes europeos que, con la excepción del presidente francés Nicolás Sarkozy, nada han hecho y nada harán, se ocultarán detrás de Estados Unidos con el pretexto de un liderazgo reconocido. Los líderes árabes harán lo mismo, sólo que de un modo más vergonzante.
Israel habrá dispuesto del tiempo suficiente para liquidar físicamente no sólo a los combatientes palestinos de lo que queda de la resistencia, sino a sus retoños. Cada niño y cada jovencito palestino muerto ahora es un combatiente menos en los años venideros.
A lo perverso de la maniobra, a la que en los días restantes pudieran añadirse otros capítulos asociados o no con estos hechos, se suma la falta de idoneidad de la Secretaria de Estado designada para lidiar con altura y eficiencia con semejante asunto. Hillary, que no compartirá con Obama la responsabilidad, hará poco o nada por cuestionar a Israel.
Ignoro cuáles pudieran ser los compromisos del nuevo presidente con el lobby judío ni cuál su sensibilidad ante semejante masacre, pero me hago cargo de los límites de su actuación en medio de un debut que le han preparado y de una trampa de la que no puede escapar, excepto que diera otra sorpresa. Lo dudo.
Por Esto!

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