| Año Nuevo y viejos males |
| Domingo, 21 de Diciembre de 2008 00:00 |
| Pedro Díaz Arcia Muchas noticias se agolpan e interrumpen, por su impacto, el deleite del café dominical. El presidente estadounidense, George W. Bush, recetó el viernes un “agua de borrajas” a las firmas automotrices, en espera de que Barack Obama les saque, finalmente, las castañas del fuego; la Reserva Federal anunció un programa de hasta unos 200,000 millones de dólares para comprar instrumentos de deuda y el Presidente electo trabaja por implementar un plan de estímulo económico que podría ascender a 850,000 millones de dólares en dos años, según publicó The Washington Post. Pero, no es todo, la Reserva Federal informó el día 19 que un nuevo programa de préstamos -de tres años en lugar de uno- y que estarán a disposición de las empresas siempre y cuando éstas prometan tener garantías de respaldo. Para encarar la grave situación económica, Obama y los líderes del Congreso ya comenzaron a discutir el multimillonario plan de estímulo económico con el cual piensa estrenarse en el Despacho Oval de la Casa Blanca el dirigente demócrata. La cifra anunciada equivale al 6% del Producto Interior Bruto (PIB) de Estados Unidos y es superior al plan rescate aprobado por el Legislativo en octubre, ascendente a 700,000 millones de dólares. Con un tinte Keynesiano, el programa podría crear o conservar unos dos millones y medio de empleos, así como promover las infraestructuras y las fuentes alternativas de energía. La mirada de Obama se regodea, no obstante, en las medidas que puedan beneficiar a la clase media. En un esfuerzo por separar el grano de la paja, lo cierto es que el mundo entrará en el año venidero con paso incierto y viejos males. Las medidas de contingencia financiera están encaminadas a mantener la economía del desequilibrio y la desigualdad. Los grandes capitales se enquistan en espera de la mano bondadosa del “Estado protector” que, con carácter eventual, interviene en el juego de las opciones para sacarlos de la quiebra y que retornen más tarde, con poder multiplicado, a repetir la ronda de la explotación: sutil o descarnada. Estas crisis, cada vez más frecuentes y dañinas, incrementan los niveles de concentración del capital y la producción, eliminando la “incompetencia” de determinadas entidades y de quienes no gozan de los privilegios del amparo. Por eso, cuando se habla de planes de rescate, de “salvatajes” y de todas esas edulcoradas historias de hadas hay que ponerse en guardia, porque los ricos no piensan en los pobres salvo para convocarlos a elecciones, cuando les conviene, por aquello de que “a río revuelto, ganancia de pescadores”. En las postrimerías del año, no son ociosas las llamadas de alerta, porque los administradores del poder harán todo cuanto puedan para que paguen los que menos tienen por los perjuicios ocasionados por el propio sistema social. Para concluir, en este relativo descanso bíblico, irrumpe la noticia de que la empresa turca Baydan Shoes Company, fabricante del modelo bautizado como el “zapato de Bush”, ha recibido 300,000 nuevos pedidos desde el incidente del pasado domingo. Se dice que muchos suelen culpar a sus zapatos de los errores de sus pies. No debe ser el caso del periodista iraquí, Muntazer al Ziadi, cuyo histórico lanzamiento en Bagdad lo colmó de fama y puso de moda su calzado. |
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