domingo, 31 de mayo de 2009

La guerra sería la peor opción

May
31
2009
La guerra sería la peor opción

Pedro Díaz Arcia

A principios de enero de 1951, ante la reocupación de Seúl por tropas coaligadas que apoyaban a Pyongyang, el General Douglas MacArthur, quien estaba al frente de las fuerzas de la ONU en la guerra de Corea, propuso un bombardeo atómico contra Corea del Norte.
El Presidente estadounidense Harry S. Truman, que cargaba ya con la histórica responsabilidad de haber ordenado el genocidio contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945, se espantó ante la inminencia de un enfrentamiento con la Unión Soviética y sustituyó al fogoso militar en abril de 1951.
La ultraderecha republicana se revolvió, como tantas otras veces, en su propia bilis.
Durante la Crisis de los Misiles, en octubre de 1962, los halcones del Pentágono presionaron al Mandatario John F. Kennedy para ejecutar golpes nucleares contra Cuba.
En el Gobierno demócrata de Bill Clinton se consideró seriamente un “ataque preventivo” contra el reactor nuclear norcoreano de Yongbyon; pero a la postre se logró resolver la crisis por la vía diplomática.
Es decir, que no es posible obviar en manos de quiénes está el poder militar de Estados Unidos ni a qué intereses responden, ni tampoco el indudable influjo de los sectores conservadores en el Congreso y el Gobierno norteamericanos.
Y, si bien el Secretario de Defensa Robert Gates declaró el jueves que Estados Unidos no tiene la intención de un ataque contra el Gobierno comunista; sin embargo, dejó la puerta abierta al afirmar: “No tenemos ninguna intención de actuar militarmente contra Corea del Norte a menos que haga algo que así lo exija”.
Es decir, que todo dependerá del curso que tomen las revueltas aguas en la región.
Para numerosos expertos, una acción militar estadounidense no sería aconsejable, pues la respuesta del régimen de Pyongyang, que dispone de un ejército de un millón de hombres, una enorme potencia de fuego dirigida a sus vecinos surcoreanos y misiles apuntando a Corea del Sur y Japón, “podría generar una masacre en represalia a un ataque preventivo contra sus sitios nucleares”.
Según Chaibong Hahm, principal politólogo de Rand Corporation, en declaraciones a EFE, las fuerzas estadounidenses y las surcoreanas unidas vencerían finalmente al Ejército del Norte, pero se preguntó: “…a qué costo, ahí está el asunto”.
Los riesgos están sobre el tablero y hay que manejar con sumo cuidado la petición de que alguien “mueva fichas”.
El principal periódico norcoreano Rodong Sinmun publicó hace poco que “Una mínima escaramuza accidental puede llevar a la guerra nuclear”.
Fuerzas militares a uno y otro lado del paralelo 38 se han movilizado con augurios inciertos.
Al Sur de la línea de demarcación, Estados Unidos y Corea del Sur elevaron el estado de alerta de sus tropas al más alto nivel desde el año 2006 cuando el régimen de Kim Jon Il realizó su primera prueba nuclear.
En la actualidad, hay 28,500 soldados estadounidenses en el Sur, en apoyo a 670,000 efectivos surcoreanos.
Se espera que esta semana entrante el Consejo de Seguridad decida sobre las nuevas sanciones contra el régimen comunista.
Algo que provoca la creciente irritación de Pyongyang y que podría acarrear graves consecuencias sería la implementación de inspecciones a buques de carga de Corea del Norte, que ya amenazó con atacar cualquier navío que intente interceptar sus embarcaciones.
De nuevo el mundo vive la estresante perspectiva de que se desate un conflicto de consecuencias imprevisibles.
Las conversaciones de Seis Bandas están en un profundo letargo y las conversaciones que pudieran conducir a una solución del contencioso no están aún a la vista.
En tanto la economía mundial, bajo la lupa del escrutinio de los especialistas, se burla de cualquier pronóstico de tinte optimista.
Un informe del Foro Humanitario Global difundido el viernes en Ginebra dio a conocer que el cambio climático causa la muerte de más de 300 mil personas al año, cifra que podría superar el medio millón en el 2030, lo que hace realmente imperceptible -hasta ahora- los daños de la expansión de la publicitada influenza A H1N1.
Las naciones subdesarrolladas, como es “normal”, cargan con el 90% del impacto económico y humano del calentamiento global, pese a que emiten solo el 1% de los gases responsables del denominado efecto invernadero.
En este sentido argumental, porque es mejor que “sosobre a que sofalte”, un reciente estudio de la organización ActionAid International dio a conocer que la crisis económica global causará sólo a las naciones africanas pérdidas por casi 50 mil millones de dólares este año.
El informe del organismo internacional será presentado en la próxima reunión del Grupo de los Veinte (G-20) en Londres, donde sólo Sudáfrica participará por el Continente Africano.
Los países del llamado Tercer Mundo, los que más sufren como víctimas mudas del destino, están relegados por una secular explotación y discriminación a una lastimera actitud de mendigantes de Occidente, hasta que se alcen desde el zócalo de su pobreza.
En definitiva, oscilamos, como una vieja lanzadera de telar, en un camino recorrido cientos de veces, pero que cada día resulta más peligroso.
Por Esto!

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