Mar 16 2009 |
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Conjeturas
Alvaro Cepeda Neri
Más que el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin (1809-2009), lo que se debiera recordar, con la lectura de sus dos obras cumbres: El origen de las especies y La descendencia humana y la selección (Teoría de la evolución), es que sus hipótesis avaladas por la experiencia biológica a través de la historia de los seres vivos, pueden estar en el umbral de su final.
Darwin descubrió que las especies se acomodan a los cambios de la naturaleza y sobreviven los seres más fuertes de cada especie; pero el apresurado calentamiento de la Tierra debido a la reducción de la capa de ozono que recubre el planeta, como resultado de las actividades depredadoras humanas, está apuntando a un desastre para la fauna y la flora del mar y de la superficie terrestre.
Nos conmovemos ante la tragedia. Pero poco o casi nada hacemos para impedir ese voraz deterioro que amenaza con dejarnos sin agua potable, por el agotamiento de ríos y mantos subterráneos, falta de lluvias o sus excesos que desbordan presas e inundan. Y unos rayos solares implacables que llegan ya, sin el filtro natural creado por millones de años de evolución.
Tenemos colisión de satélites y miles de ellos circulando la Tierra. Las enfermedades son ya resistentes a los medicamentos y estos encarecidos (con todo y los productos similares) para que la humanidad se vea cada vez más contra la pared. Los gobiernos dicen estar haciendo su trabajo ante el cambio climático. Es pura demagogia.
Cuanto fue confirmando en la experiencia científica el naturista y biólogo (mejor dicho: creador de la ciencia de la Biología) Darwin, está topando con la pared donde no hay especie que pueda adaptarse a los cambios donde no hay agua ni oxígeno. Ni tampoco los más fuertes sobrevivirán.
La selección natural y la evolución necesita millones de años para lograr sus fines. Estamos como humanidad en el borde del precipicio, quizá, pues, para la extinción de toda la fauna y toda la flora. Una catástrofe climática (primavera y verano se han adelantad, mientras se retrasan invierno y otoño). El animal racional que somos, individual y colectivamente, ha encontrado, también, su límite, en la irracionalidad de nuestros comportamientos que son ya, una bomba de tiempo. cepedaneri@prodigy.net.mx
Por Esto!
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