lunes, 9 de febrero de 2009

Marcial Maciel, posible asesino de su tío materno


Marcial Maciel, posible asesino de su tío materno

    Cuando Marcial Maciel era apenas un joven seminarista, en 1938,
    asesinó con cianuro a su tío abuelo Rafael Guízar y Valencia, quien
    fue obispo de Veracruz y próximamente será canonizado por el Papa
    Benedicto XVI.

A esta desconcertante conclusión llega el exlegionario Alejandro Espinosa, en su libro El prodigioso
ilusionista, al cual le está dando los últimos retoques.

Cuenta Espinosa:

“Es una posibilidad muy cercana el que Maciel haya asesinado a su
tío. Y es justamente la hipótesis que manejo en mi nuevo libro.”

–¿Cuál fue la razón por la que supuestamente Maciel mató al obispo?

–Maciel estudiaba entonces en el seminario de su tío. Y éste lo
corrió de ahí porque descubrió que era homosexual. Marcial se sentía
con derecho a un trato mejor y no a que lo hayan expulsado por
maricón. Ese fue el motivo.

Tío materno de la madre de Maciel, Mamá Maurita, el nuevo santo
mexicano fue nombrado obispo de Veracruz en 1919. Le tocó la cruenta
persecución religiosa de la época callista, que en Veracruz se
prolongaría por más tiempo. Guízar tuvo que huir a la Ciudad de
México, donde mantuvo operando, clandestinamente, al seminario de
Xalapa. Y fue precisamente a ese seminario adonde llegó a estudiar
el joven Maciel, en los años treinta.

También autor del libro “El Legionario” –en el que relata los abusos
sexuales a los que, dice, lo sometía Maciel–, Alejandro Espinosa
prosigue:

“Guízar y Valencia recibió a su sobrino en su seminario clandestino.
Pero la buena relación entre ambos duró poco, pues el obispo
descubrió que el joven Maciel le estaba pervirtiendo su seminario,
al tener relaciones sexuales con otros estudiantes.

“El día en que el obispo murió, había tenido una discusión muy
fuerte con Maciel. Ya anteriormente, algunos estudiantes habían
acusado a Maciel de haberle dado un brebaje a su tío que le hizo
mucho daño.”

Apoyado con información de algunos testigos del suceso y con
confesiones que el mismo Maciel le hizo cuando tenía con él una
relación muy cercana, Alejandro Espinosa armó su hipótesis.

Dice:

“La muerte de monseñor Guízar no quedó esclarecida. Y cuando años
después exhumaron su cadáver, se le halló incorrupto y con el pelo
rojizo, tal y como deja el cianuro a los cuerpos. Pero la gente se
fue por el lado del milagro.”

Sin embargo, para el postulador en México de la causa de
canonización de Guízar, el sacerdote Rafael González Hernández, esa
hipótesis es totalmente falsa, pues asegura que el nuevo santo
falleció de muerte natural:

“Monseñor Guízar murió en 1938 a causa de una insuficiencia cardiaca
y de un ataque de diabetes. Tenía 60 años de edad y ya era un
anciano decrépito y acabadísimo, pues gastó su vida al servicio de
los fieles.”

Indica que, efectivamente, 12 años después de su muerte, en 1950,
sus restos fueron exhumados y se encontraron incorruptos:

“Fue un hecho muy asombroso. Sólo estaba descarnada parte de una
pierna, que era donde tenía una llaga varicosa. Todo lo demás estaba
completo. Y ahí están los testimonios de los médicos y del notario
que dieron fe del hallazgo.”

González Hernández dice que este descubrimiento fue “el detonante”
que impulsó el proceso de canonización, iniciado en 1951.

El Vaticano analizó minuciosamente “la fama de santidad” del obispo,
así como sus múltiples escritos. Luego vino la “prueba de fuego”:
comprobarle un milagro. Éste le ocurrió a Cirana Rivera, quien
estaba imposibilitada para concebir y gestar un hijo. Era estéril de
por vida, pero se encomendó a monseñor Guízar, quien le dio la
gracia de tener un hijo, en 1986.

Después de que la comisión médica del Vaticano aprobó el milagro, el
Papa Juan Pablo II beatificó a Guízar, en enero de 1995.

Se pidió otro milagro para poder canonizar al beato. Y éste se dio:
En 2002, Valentina Santiago estaba gestando un hijo con labio
leporino. Se encomendó a Guízar y el niño nació perfectamente bien.

De esta manera fue como, el pasado 28 de abril, el Vaticano anunció
que llevará a los altares al tío de Marcial Maciel. Sólo falta por
definir la fecha en que se realizará la ceremonia de canonización.

Vida y virtudes de monseñor Guízar han inspirado muchas biografías:
La senda del amor ilimitado, de Francisco Cuevas; Rafael Guízar a
sus órdenes, de Joaquín Antonio Peñaloza; Apuntes biográficos, de
Justino de la Mora; Nada le he negado al Señor, de José Luis
Alvarado.

Y el periodista Carlos Loret de Mola, quien fue gobernador de
Yucatán, escribió la encendida biografía Ángel sin ojos, prologada
por José Vasconcelos.

–¿Influyó Marcial Maciel en la canonización de su tío? –se le
pregunta al postulador.

–¡No! ¡En lo absoluto! El padre Maciel no utilizó sus influencias en
el Vaticano. La Iglesia no se deja influenciar por nadie. Aquí lo
que vale es la santidad. Es más, al padre Maciel no lo veo desde la
beatificación, ocurrida hace 11 años.

–¿La aureola de santidad del obispo alcanzará al padre Maciel?

–Aquí el de la aureola de santidad es sólo monseñor Guízar. No
alcanza para sus familiares. Y si el padre Maciel quiere cubrirse
con una aureola, pues que le abran su propio proceso de
canonización.

Rodrigo Vera/ Revista Proceso

publicado en ATRIO

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