lunes, 16 de febrero de 2009

¿Dónde nos perdimos el respeto, los mexicanos, a nosotros mismos?

Feb
16
2009
¿Dónde nos perdimos el respeto, los mexicanos, a nosotros mismos?

María Teresa Jardí


Bien elegida la fecha, tratándose de un lío de faldas, que, sin duda, también es. Dos días antes del 14 de febrero. Día, como el de la madre y el del padre y el de la enfermera y el de la secretaria y el del ratón miguelito..., día de los comerciantes que ofertan los bienes que venden para que se exprese "el amor" que el resto de días de año se escatima.
El amor de verdad nace del alma y se expresa a través del respeto que se manifiesta por el otro, el distinto, el que no piensa como nosotros, cuando es respetable, claro está, aunque no se sienta y más aún si se siente. No necesita, el amor, cuando es Amor, días especiales con regalos obligados.
Pero el respeto sólo se puede sentir por quien se lo gana a base de ser respetable. El respeto no se puede sentir por quien renuncia, con sus acciones, a ser respetable. Y el mejor de los ejemplos está en la clase política, jerárquica eclesiástica y clase empresarial mexicana, que han dejado de despertar el menor de los respetos ante su renuncia a ser respetables.
No despiertan ningún respeto, los integrantes de esas clases, ni de propios ni de extraños y así es como hemos llegado a que sea una vergüenza lo que hoy se opina en el extranjero sobre el pueblo mexicano, al que se tacha de omiso, de cobarde, de dejado...
Y no se diga de lo que se dice de quienes nos desgobiernan: irredentos corruptos inmorales.
Y es aquí, en este punto, en el que adquieren relevancia las conversaciones privadas de Luis Téllez.
Téllez, queda claro, es un pobre diablo. Y por lo que toca a la partida secreta robada por Carlos Salinas, a nadie, en su sano juicio a estas alturas, le puede quedar ni la menor duda del abuso de los Salinas, ni de los Zedillo, ni de los Fox, ni de los Calderón, ni de los acompañantes en esa aventura de la vida que tendría que ser la de gobernar una nación, la que al lado de otras y antes de la más importante que, nos brinda la muerte como horizonte que más temprano que tarde a todos alcanza, merece ser asumida de manera impecable, incluso por el paso obligado a la historia que lleva implícita.
No es el menor de nuestros problemas, el de ausencia de respeto que salta a la vista que no sentimos, los mexicanos, por nosotros mismos. Nos asumimos como no respetables y así, nos hemos convertido en el pueblo que lleva tatuada en la cara la depresión crónica que a todos acompaña. No somos respetables. Vean ustedes. Por mucho menos, en casi cualquier país del mundo, se habría suicidado el secretario de Estado exhibido como desleal al Presidente que le dio la oportunidad de llegar adonde ha llegado y por serlo también al actual que, aunque usurpador, es también su jefe. El respeto va de la mano con la dignidad también perdida. Habría renunciado, al menos, en cualquier pueblo con una cultura menos proclive a no sentir respeto por sí mismo. Y de no hacerlo, por la misma causa, habría sido cesado incluso por aquello de que las conversaciones de Téllez, vía la Red, recorren el mundo.
Pero llegar como usurpador implica no sentir respeto por uno mismo y, más aún, cuando se puede elegir no llegar usurpando. Habría bastado con el recuento de votos de cada casilla para que México contara con un Presiente Legítimo y de no haber ganado Calderón la contienda, como estamos convencidos millones de ciudadanos que no ganó, sería el candidato idóneo y con la autoridad moral que le habría dado el recuento para serlo en 2012 y como seguramente el PRD, con AMLO, tampoco habría hecho del todo bien, digamos, las cosas, el deterioro dejado por Fox, no se arregla en seis años y menos aún con la carga de Zedillo y de Salinas, y podemos irnos hasta atrás y llegar a Calles o peor aún a Guadalupe Victoria; en 2012, habría ganado un Calderón más maduro y, sobre todo, preparado para asumir la cabeza de un gobierno. Los seis años le habrían brindado esa posibilidad, como, sin duda, se la han brindado a AMLO sus recorridos por la República.
Mañana sigo...
Por Esto!

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