Uno de sus nietos le preguntó: "¿Cómo te sientes de tener un presidente negro?"
"Bien. Yo ayudé a ponerlo ahí", respondió Cooper en su hogar en la avenida Martin Luther King Jr. de Atlanta.
Pero no fue solamente Cooper. Fueron todos los hombres y mujeres de las generaciones negras que soportaron las crueldades de las leyes segregacionistas, las humillaciones y persecución. Ellos pelearon en protestas, boicots y votaciones.
El martes, con sus manos curtidas y una emoción que no reflejaba su edad, ellos aplaudieron a Obama y al papel que desempeñaron para poner a uno de los suyos en la Casa Blanca.
"Yo estaba esperando que un gran cambio pudiera ocurrir en mis días", dijo Cooper, cuya historia fue destacada por Obama en el discurso de la noche en que ganó la elección. "Puse mis pensamientos en ideas que apuntan a mejores días para nuestra gente", agregó.
Mary K. Jones, una profesora universitaria retirada de 78 años en Detroit, ha recorrido un largo camino desde el sofocante calor y la segregación de Arkansas. Ella creció allá, en la ribera del río Misisipí, en el terreno de 16 hectáreas (40 acres) que su abuela _una ex esclava_ recibió del gobierno.
"Las leyes conocidas como 'Jim Crow' y la segregación fueron algo en medio de lo cual nacimos. Era nada más una forma de vivir", dijo Jones. "Viviamos en cierta área. Todos sabíamos a donde podíamos ir y a donde no. Te mantenías donde estabas. Ellos (los blancos) estaban en su lugar también".
Cuando Obama tomó el juramentó, Jones se paró en su silla, apretó sus manos a su pecho y sonrió.
"Aún queda integridad, no se ha perdido", dijo Jones. "Me siento tan llena".
Sam Cain se paró y lanzó sus manos al aire con lágrimas resbalando por su rostro después de que Obama fue juramentado. El hombre de 61 años nativo de Carolina del Sur nació también cuando el esquema de leyes Jim Crow (segregacionistas) estaba vigente y tenía prohibido comer o beber con los blancos del vecindario del pueblo de Bishopville.
"Yo sí creo que en lo que me queda de vida él podrá unificar a este país", dijo Cain.
En su discurso, Obama quiso inspirar a la nación con una "nueva era de responsabilidad" y de reconocimiento por todo lo que el país ha avanzado.
"Este es el significado de nuestra libertad y de nuestro credo, por el que hombres y mujeres y niños de cada raza y de cada religión pueden unirse en festejos a lo largo y ancho de esta magnífica alameda, y por el que un hombre cuyo padre hace menos de 60 años no podría haber sido atendido en un restaurante local puede ahora pararse frente a ustedes para tomar el más sagrado juramento", expresó Obama.
Para quienes vivieron los tiempos tan duros de la segregación racial, la juramentación de Obama fue el vínculo más importante con el pasado y un momento para meditar en aquellos que no sobrevivieron para ver este día.
El senador estatal de Misisipí David Jordan, de 75 años, que durante años abogó por el derecho al voto y tiene vívidas memorias de su niñez en el Sur segregado del país, dijo que antes de la asunción deseó poder hablar con su extinto padre.
"La primer cosa que le diría es, 'papi, tenemos un presidente afroamericano'... él habría gritado lo más fuerte que pudiera", expresó Jordan.
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Los periodistas de Associated Press Corey Williams en Detroit, Pete Iacobelli en Hartsville, Jay Reeves en Birmingham, Phillip Rawls en Montgomery, Tracie Cone en Fresno, y Emily Wagster Pettus en Jackson, contribuyeron con este despacho.
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