jueves, 25 de diciembre de 2008

Sincretismo navideño

Dec
25
2008
Sincretismo navideño

Ricardo Monreal Avila

La asociación entre el nacimiento de Jesús y el arribo de Santa Claus a miles de hogares mexicanos, con un cargamento de regalos la noche del 24 de diciembre, es una de las muestras de sincretismo cultural más vivas en nuestro país.
El sincretismo (del vocablo griego sinkretismós, que significa "coalición de dos") se define como la combinación, mezcla o síntesis de dos creencias costumbres y prácticas culturales (generalmente de origen religioso, aunque no exclusivamente), que dan vida a una nueva opción híbrida. La transformación del "niño Dios" en Santa Claus combina la tradición judeocristiana del nacimiento del Mesías o salvador del hombre, con la tradición sajona del mago nórdico generoso y hacedor de milagros.
Lo menos que podemos hacer en estos días, es conocer el origen histórico de estas dos tradiciones y saber con precisión qué conmemoramos la noche del 24 de diciembre y la mañana siguiente. Iniciemos con Santa Claus.

El Origen de Santa Clos, Papá Noel, San Nic o Saint Klaes se remonta a los primeros años de la era cristiana. Su nombre original era Nicolás, obispo de Mira, capital de Licia, provincia de Asia menor (actual Turquía), junto al mar Mediterráneo. Fue conocido por sus milagros y generosidad, como salvar hombres sentenciados a muerte, pacificar regiones en guerra y ayudar a los menesterosos.
Su leyenda llegó a Europa gracias a los evangelizadores cristianos y cruzó el Atlántico con los protestantes holandeses, quienes convirtieron al santo en un mago nórdico. Con ello empezó también la occidentalización del símbolo o el cambio de apariencia: la mitra de obispo fue reemplazada por el gorro rojo, la cruz pectoral por una casaca de invierno y las sandalias turcas por botas para la nieve.
Una compañía de refrescos se encargaría, durante el siglo pasado, de popularizarlo como el personaje central de la Navidad, que viaja en un trineo cargado de regalos, que suele entrar por la chimenea o la ventana de la casa y que cumple los sueños de los niños. Lo que no ha cambiado, en 1,700 años de vida de Papá Noel, es su significado: la personificación de la paz, la generosidad, el bienestar y los buenos deseos.
Aunque cada año aumenta el número de personas que se deprimen en estas fechas (tres de cada 10), que odian la masificación de una tradición comunitaria y se resisten a legitimar con su aguinaldo la expresión consumista de una acción bondadosa de origen, como el dar y regalar; a pesar de todo ello, la Navidad es eso: el nacimiento de un buen sueño, de un buen deseo y de un buen sentimiento.
Abordemos ahora el segundo elemento de nuestro sincretismo decembrino: la conmemoración del nacimiento del "Niño Dios". Se festejó por primera vez el 25 de diciembre del año 336 de nuestra era, en Roma. Es decir, la celebración cumple 1,672 años (aunque otras versiones adjudican la "invención" de la Navidad cristiana al Papa Liberio en el año 354, con el fin de proscribir las fiestas paganas de invierno).

No se tiene la certeza del porqué se eligió el 25 de diciembre como fecha para recordar el nacimiento del "Niño Dios". La explicación más aceptada, entre los expertos, es que los cristianos de aquella época se propusieron reemplazar la fiesta pagana conocida como "natalissSolis invicti" (festival del Sol invicto), que correspondía precisamente al solsticio de invierno en el Hemisferio Norte, día en el que empieza a aumentar la duración de la luz y el Sol sube más alto sobre el horizonte.
Al inicio, esta fecha no alcanzó la universalidad de hoy. Por ejemplo, hasta el siglo V la Iglesia Ortodoxa de Oriente siguió celebrando simultáneamente el nacimiento y el bautismo de Jesús el 6 de enero. Sin embargo, en los siglos posteriores adoptaron la tradición romana y dejaron el 6 de enero para conmemorar exclusivamente el bautismo de Cristo. Hoy día, esa fecha está reservada para recordar la llegada a Belén de los Reyes Magos, con sus regalos de oro, incienso y mirra. Actualmente sólo hay una iglesia que conserva la tradición oriental de celebrar el nacimiento de Jesús el 6 de enero, que es la Iglesia Armenia.
El 25 de diciembre se consolidó como fecha de la natividad porque logró ser punto de referencia de otras tradiciones religiosas y cosmogónicas pre cristianas. Por ejemplo, antiquísimos ritos paganos de origen agrícola relacionados con el origen de la vida, tenían lugar precisamente al comienzo del invierno. El 17 de diciembre, los romanos antes de Cristo celebraban la Saturnalia, una fiesta de regocijo e intercambio de regalos. El 25 de diciembre era también la fiesta de Mitra, dios persa de la luz, respetado por Diocleciano, y que había inspirado a griegos y romanos para crear el culto a Febo y a Apolo.
Otro momento importante de la universalización de la fiesta de Navidad se presentó con la llegada de los invasores teutónicos a la Galia, a Inglaterra y a Europa Central. Los ritos germánicos se mezclaron con las costumbres celtas y fueron adoptados, en parte, por los cristianos, con lo que la Navidad se tornó, desde muy temprano, en una fiesta de comida y bebida abundante, con fuegos, luces y árboles decorados. Después vendría la incorporación de otras prácticas, como dar regalos a los niños y a los pobres, o hacer canciones especiales, para subrayar y diferenciar el "ambiente navideño" de otras fiestas del año. Además, cada pueblo fue adaptando y aportando su propia representación de este acontecimiento.
Es reconocida y apreciada internacionalmente la tradición mexicana de los nacimientos navideños, posadas y villancicos. Un símbolo del mestizaje mexicano de la Navidad es la piñata: un recipiente de barro recubierto de papel de colores y relleno de frutas y dulces de la temporada, como expresión de fertilidad y generosidad, del que sobresalen siete o nueve picos de cartón, que simbolizan la estrella de Belén, de donde cuelgan vistosas caudas hechas de papel. La piñata simboliza el vientre maduro (de aquí los nueve meses o picos) del que saldría un nuevo mundo abundante, dadivoso y generoso. Las primeras piñatas datan de 1587 y tuvieron un sentido festivo evangelizador, ya que la temporada navideña cristiana coincidía con las fiestas prehispánicas dedicadas a Huitzilopochtli, dios azteca de la guerra y del Sol.
En suma, la Navidad que celebramos la noche del 24 de diciembre y todo el día del 25, es el producto de una gran síntesis o sincretismo cultural de antiguas tradiciones grecorromanas, ritos célticos, costumbres germánicas y liturgias de misteriosas religiones orientales, en las que el fin principal es representar de manera simbólica, con el nacimiento del niño Dios, una noble aspiración de todos los hombres de todos los tiempos y en todo lugar: vivir en paz, amor y felicidad, consigo mismo y con los demás.

ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mxEsta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla

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