La vacante sangrienta
2009-12-27
Si tras la muerte de un capo se destapan evidencias de complicidades a todo nivel –policiaco, militar, gubernamental– con el narcotráfico, ello se antoja menos extraño que la incapacidad del Estado para evitarlas/ Días después de que Arturo Beltrán Leyva cayó bajo las balas de los marinos, empezó no sólo la disputa por su herencia criminal, cuyo pastel codician todos, narcos y no narcos, sino una oleada de venganzas sangrientas/ La PGR admite que puede desatarse una guerra de carteles por los territorios que controlaba el capo/ Pero no menos cruenta sería la sucesión interna en su organización, que enfrentaría al sanguinario jefe de pistoleros, La Barbie, con el hermano del cabecilla muerto, Héctor Beltrán
MÉXICO, D.F., 26 de diciembre.- Tras la muerte del capo Arturo Beltrán Leyva, el miércoles 16, surgen nuevos reacomodos en la célula de narcotráfico que por más de dos décadas encabezó el capo conocido como El Barbas, quien mostró gran capacidad para corromper funcionarios e infiltrarse en instituciones policiacas y militares.
Luego del tiroteo que segó su vida, surgieron los nombres de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie; Sergio Villarreal Barragán, El Grande y Héctor Beltrán Leyva, El H o El ingeniero como los personajes que se disputarían el control de buena parte del Pacífico mexicano así como la plaza de Morelos, donde se afincó la organización de los Beltrán Leyva con la protección policiaca y presuntamente de algunos miembros del Ejército.
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