jueves, 17 de septiembre de 2009

Ciencia, magia y medicina

Ciencia, magia y medicina
2009-09-17

Juan José Morales
Escrutinio

Usualmente, los jueves dedico esta columna a tratar de combatir la charlatanería, la seudociencia y las llamadas medicinas alternativas o complementarias. Y con frecuencia recibo en mi correo electrónico mensajes de lectores que manifiestan su acuerdo con lo que escribo, o me agradecen haberles evitado tirar su dinero en algún engaño. Pero también me llegan comentarios en el sentido de que aunque la “medicina oficial” o la “ciencia oficial” —como a veces se les llama con ánimo peyorativo— se opongan a las terapias alternativas, sí son efectivas, como lo prueban los testimonios de quienes se curan o alivian con ellas.

Así, a propósito de mi artículo del pasado 27 de agosto sobre la llamada Terapia Reiki o sanación por imposición de manos, que pretende mejorar el estado de salud de las personas y curar enfermedades “reencauzando” la energía vital del organismo, alguien ha escrito que estoy “totalmente equivocado al querer meter al Reiki en el mundo del conocimiento científico (con sus reglas y sus LÍMITES)”, pues —agrega— “el reiki no se razona, se siente”.
El comentario es correcto y a la vez incorrecto. Lo es en cuanto a que al Reiki y otras llamadas terapias del mismo tipo no se les puede encuadrar en los conocimientos científicos. Pero es incorrecto en cuanto a que yo intente hacerlo. Quienes quieren darle un barniz científico o médico son precisamente los reikistas, que lo anuncian como una medicina alternativa y pretenden que sea aceptada y reconocida como tal por las autoridades. De hecho, en Estados Unidos han logrado que el Centro Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa, un organismo del gobierno norteamericano dependiente de los Institutos Nacionales de Salud cuya función es promover la evaluación científica de las llamadas medicinas complementarias y alternativas, incluya al Reiki dentro de esa definición.
Pero mal puede dársele categoría de tratamiento médico a algo que se basa en la fe y —como se dice en el propio comentario a que aludimos— no puede ser sometido a verificación con los procedimientos usuales en la investigación médica y científica. Como señalábamos en nuestro artículo del 27 de agosto, no existe ningún estudio médico que demuestre la eficacia del Reiki. Las supuestas pruebas en su favor son, todas, del tipo testimonial. Esto es, afirmaciones de personas que dicen haberse curado o aliviado después de someterse a la imposición de manos. Y, obviamente, eso puede ser resultado de lo que los médicos llaman remisión o curación espontánea, de un alivio temporal de los síntomas de la enfermedad, o de una simple sugestión del paciente.
Esto nos lleva a la cuestión básica: la diferencia entre fe y ciencia. En la fe se acepta o cree algo sin necesidad de que sea probado. La ciencia tiene como principios básicos demostrar y comprobar. Si alguien asegura ser capaz de curar a una persona pasándole las manos sobre el cuerpo como lo hacía Cristo, aquello es un acto de fe. Y lo seguirá siendo aunque se hable de una energía interna que no se puede medir ni registrar, puesto que implica aceptar, sin prueba alguna, que tal energía existe y que el “sanador” puede manipularla. En cambio, si alguien dice que podrá curar una peritonitis con antibióticos, estará ejerciendo la medicina y su afirmación estará basada en incontables pruebas clínicas y de laboratorio que muestran sin lugar a dudas la acción de esas sustancias sobre las bacterias.
Si alguien sostiene la existencia de elfos, gnomos, duendes, hadas, arcángeles o querubines, o de uno o varios dioses, está en todo su derecho de hacerlo. Pero es una cuestión de fe, ya que nunca podrá presentar a uno de esos seres como prueba de su afirmación. Si asegura que puede curar o aliviar enfermedades mediante ensalmos, muñecos con alfileres, pases mágicos, oraciones, ceremonias de vudú, aguas bendecidas o pasando las manos sobre el paciente, es también una cuestión de fe y tiene todo el derecho de hacerlo, aunque resulta poco ético aprovecharse de la credulidad de otros para sacarles dinero. Pero a lo que no tiene derecho, es a presentar esas ideas mágicas como una forma de medicina, aunque le llame alternativa, complementaria o no convencional.

Por Esto!

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