“La privatización del mundo debilita la capacidad normativa de los Estados. Pone bajo tutela a los parlamentos y a los gobiernos. Vacía de sentido a la mayoría de las elecciones y a casi todas las votaciones populares. Priva de su poder regulador a las instituciones públicas. La privatización mata la ley”.
“Un nuevo poder está en camino de afirmarse: el poder de intimidación que ejercen los depredadores en contra de los gobiernos, los parlamentos, los tribunales y las opiniones públicas que han sido constituidos de forma democrática”.
“Los despidos masivos ponen en evidencia el poder de intimidación del que –cada vez más- disponen las empresas deslocalizadas”.
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