Jun
11
2009
UNAM
María Teresa Jardí
Nuestra máxima casa de estudios que acaba de ganar el reconocimiento Príncipe Asturias, como ya saben todos ustedes. De manera merecida y elogiada con palabras que llenan de orgullo el pecho. El máximo galardón, de entre los reconocimientos que se entregan en estos tiempos de crisis (mundiales) de valores. Uno de los pocos reconocimientos que se salvan de la manipulación política. Ya ven ustedes el Nobel entregado hasta a Kissinger y el que ahora se le quiere dar a Berlusconi. Entregado, no siempre, ni siquiera, a individuos presentables. Sobre todo por lo que al de Paz toca. Más allá que no deja de ser curioso que también por lo que toca a los científicos ganen siempre los gringos y nunca los cubanos, digo, por resaltar algo de lo que salta a la vista, por lo que toca a la medicina, por ejemplo. En pocos lugares tan adelantada como en Cuba. Pero podría enfadarse el imperio si así se reconociera por ese, salvador de culpas, reconocimiento. Nuestra máxima casa de estudios, reconocida entre las mejores del mundo y posiblemente la mejor de América Latina, enfrenta por estos días una escalada brutal de descalificaciones y denuncias, encabezada por medios a modo del sistema, los que, además, peligrosamente la ubican como nido de narcomenudistas aliados a todas las guerrillas existentes e inexistentes. Ser joven vuelve a ser sinónimo de ser delincuente. Van por la educación pública. Si han acabado con el derecho a la salud privatizando el ejercicio de la medicina, alejando de su vocación al médico y convirtiendo el servicio garantizador del derecho a la salud del pueblo mexicano en un negocio más de las mafiosas familias que se reparten, desde el gobierno y desde la empresa, el poder en México. Se suman a las escandalosas denuncias contra la UNAM, ataques al IPN y a otras universidades públicas. Se suman peticiones, de buena y de mala fe, de académicos que buscan recuperar “El Che”, como el Justo Sierra que antes del 68 fue. No firman los principales académicos. Pero hay firmas muy respetables incluso de quienes tendrían que entender, por ser su origen de refugiados españoles, lo que el Che simboliza en aras de la lucha por la libertad, que a fin de cuentas es lo que da sentido a la vida humana en el planeta. Se horrorizan, los a modo, de que se venda droga en la UNAM. Lo que ha sucedido siempre. Y lo que sucede en todas las universidades del mundo. Es uno de los logros de mantener la droga como mercancía clandestina. Pero, a los a modo, no les horroriza que baste con decir que se trata de un ajuste de cuentas para que no se levante ya ni siquiera un acta circunstanciada con cargo a la persona ejecutada. Se cometió un asesinato en la UNAM, sí, y lo que procede es investigar al muerto, sin prejuicios, establecer el móvil y descubrir al responsable, consignarlo y dejar que el poder judicial se encargue de castigarlo. ¡Por Dios! No hay universidad en el mundo donde algunos estudiantes no usen drogas. En mi época, y vaya que han pasado años (generación 62-67), había impresentables que asistían armados a la Facultad de Derecho. La UNAM es inmensa. En ella cabe todo y caben todos. La UNAM es la UNAM. Y la UNAM, por ser la UNAM, molesta a la derecha panista que ha tomado la decisión de privatizarlo todo. Y también le molesta a la derecha nuestra máxima casa de estudios porque en general, los de derecha, no estudian ahí y les avergüenza tener que reconocer que los que ahí estudian, a pesar de la baja que la educación en todos los ámbitos sufre igual, son los que conservan más claro el pensamiento. Vean ustedes. La Lotería Nacional, pensada en otros lugares para beneficiar a los que menos tienen, aquí es negocio privado de la Gordillo. Y no le da ninguna vergüenza al usurpador, es de suponer, mirarse a la cara en el espejo cada mañana y saberse sometido al poder inaudito otorgado a esa grotesca mujer. Si Calderón fuera egresado de la UNAM no podría ni mirarse, para afeitarse, la cara en el espejo.
Por Esto!
jueves, 11 de junio de 2009
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