Marietas y Adelitas

Jun
16
2009
Los Legionarios y su futuro
Juan José MoralesEscrutinio
Para Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, su infortunio fue —paradójicamente— algo que desea casi todo ser humano: llegar a muy avanzada edad. De haber muerto tan sólo unos seis o siete años antes, seguramente el Papa Juan Pablo II —de quien era favorito y siempre lo protegió de las acusaciones de abusos sexuales contra seminaristas— habría iniciado uno de los procesos de canonización exprés a que era tan afecto, para declararlo santo como anhelaba el propio Maciel. Pero tuvo la doble desdicha de morir antes que su protector y de que a Juan Pablo II lo sucediera en el trono papal, con el nombre de Benedicto XVI, el cardenal Joseph Ratzinger, que en su calidad de jefe de la Inquisición había investigado las graves acusaciones que durante años se hicieron contra Maciel y que eran no solamente de índole sexual sino también sobre consumo de drogas. Así que, en vez de llevarlo a los altares, el nuevo pontífice —tomando en cuenta su avanzada edad y para no someterlo a juicio— le prohibió ejercer el sacerdocio y le ordenó retirarse de toda actividad pública y llevar una vida de meditación, oración y penitencia, lo cual implícitamente significaba haberlo hallado culpable. Aquello fue en 2006, casi dos años antes de la muerte de Maciel. Y hace poco, Ratzinger ordenó una auditoría a los Legionarios de Cristo, que como se sabe tienen una especie de monopolio eclesiástico o de franquicia de exclusividad en la prelatura o demarcación eclesiástica territorial que comprende Quintana Roo. Se las concedió en 1970 el entonces Papa Paulo VI e impide que ahí ejerzan sacerdotes de cualquier otra orden o congregación. Cuando, a principios de mayo de este año, se anunció que Benedicto XVI había ordenado auditar a la Legión, se desataron las especulaciones y mucha gente esperó resultados sensacionales. Han transcurrido ya dos meses, sin embargo, y tras el revuelo inicial no se ha vuelto a saber nada sobre el particular. Y, a decir verdad, dudo mucho que haya cambios sustanciales. El Vaticano, desde luego, tratará de limpiar de alguna manera la imagen de los Legionarios, muy manchada no sólo por los abusos sexuales de Maciel contra niños y jovencitos, sino también por la revelación de que se dedicaba a seducir señoras acaudaladas, que tuvo amantes permanentes y al menos una hija, si no es que varias. Pero difícilmente habrá cambios de fondo en la congregación, pues después de todo representa para la Iglesia un negocio muy lucrativo que le reditúa —se dice— ingresos por 660 millones de dólares anuales derivados de las escuelas y universidades, sus negocios inmobiliarios, donativos de gente rica y otras fuentes en los 48 países donde actualmente opera. No en balde el ingenio popular bautizó a los Legionarios de Cristo como los Millonarios de Cristo. Pero, sobre todo, la congregación es muy útil a la Iglesia como elemento de poder político. Desde un principio Maciel —al igual que su sucesor, Alvaro Corcuera— orientó su actividad a engatusar no sólo a personas adineradas sino también, y muy especialmente, a políticos prominentes y sus familias. En el caso de Quintana Roo, Maciel pidió la exclusividad precisamente cuando se inició el desarrollo turístico. Parece difícil que el actual Papa quiera llevar el asunto hasta sus últimas consecuencias. Más bien podría pensarse que con la auditoría pretende acotar la autonomía de facto que han adquirido los Legionarios de Cristo y que les permite actuar con bastante independencia de la autoridad papal. Y, ciertamente, El Vaticano tiene razones para sentirse preocupado. La congregación —que actualmente encuadra a 800 sacerdotes, 2,500 seminaristas y miles de laicos organizados, controlados y dirigidos férreamente— siga operando con tal libertad. Incluso, como se recordará, los miembros de la Legión tenían que hacer un voto especial de secreto sobre todo lo que dentro de ella ocurra. La Legión puede ser muy útil a la Iglesia Católica, así que lo único que puede esperarse es que la someta a su propia disciplina. Comentarios:

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