Apr 17 2009 |
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Sólo “buena voluntad” vino a ofrecer el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en su fugaz visita a México / Obama impone su agenda al espurio / Asegura Estados Unidos que México lo apoye en la Cumbre de las Américas que inicia el día de hoy / No se tocan a fondo los temas urgentes para el país, entre ellos, la revisión del TLC y la Reforma Migratoria Integral
México, DF. 16 de abril (LA JORNADA) Sólo “buena voluntad” vino a ofrecer el presidente de Estados Unidos Barack Obama a Felipe Calderón en su visita a México. Nada más, pues lo único concreto hasta el momento para nuestro país de la visita de Estado del afroamericano fueron las palmaditas en la espalda al michoacano, a quien manifestó su respaldo en “su guerra” contra la ola de violencia que azota al país, que baña de sangre al territorio nacional e intoxica a la juventud mexicana, pero dejó totalmente de lado los compromisos concretos demandados para llevar a cabo sus responsabilidades en esta lucha. Cero es el resultado alcanzado en los temas torales, los importantes, los significativos en la relación bilateral, entre los que destacan los asuntos migratorios, los temas económicos como la renegociación del TLCAN, en específico y en primer lugar los derechos de los camiones mexicanos a usar las carreteras de EE.UU. Por el contrario, Obama se va con la alforja llena.
A su llegada a México, Obama sólo prometió que harán su parte para combatir el tráfico de armamento y capitales desde su territorio hacia el nuestro, y destacó que ya lo están llevando a cabo a través de la implementación del Plan México o Iniciativa Mérida, cuya finalidad última es la alineación de México a su cinturón de seguridad nacional y al combate en específico al terrorismo, problema que no resiente nuestro país. Sin embargo, nada concreto presentó sobre la demanda de que su gobierno restituya una prohibición sobre las armas de asalto que venció durante el gobierno de George W. Bush. El afroamericano únicamente hizo un llamado a su Congreso a renovar el tratado anulado en 2004 con el que se impedía la venta de armas de asalto a países en los que estuvieran prohibidas, a pesar de que el 90 por ciento de las armas decomisadas en México provienen de Estados Unidos.
Lo que si hizo Obama claramente fue comprometer a la administración de Calderón a apoyar a Estados Unidos en el combate a la crisis financiera mundial: “tenemos que trabajar juntos, mancomunados para restaurar el crecimiento económico, la sustentabilidad”, le dijo el mandatario demócrata al inquilino de Los Pinos; y le insistió en la necesidad de “unirnos en temas que competen a los dos como el cambio climático, el combate a la pobreza y-sobre todo- al terrorismo. México y los Estados Unidos deben trabajar unidos para asegurar la seguridad y la productividad de sus naciones”, instruyó el mandatario estadounidense al michoacano, quien sin recibir nada a cambio fue “amarrado” por el demócrata en los temas que le interesan a los Estados Unidos, en los que por supuesto se encuentra contar con su apoyo irrestricto en la Cumbre de las Américas, donde el tema fundamental será la crisis económica global y sus efectos sobre la región. Obama les pedirá a los países latinoamericanos que aprovechen los créditos que ofrece el Fondo Monetario Internacional (FMI) y presentará a Calderón como su muchachito más aplicado. También se espera que solicite más respaldo para el Banco Interamericano de Desarrollo y para programas de microfinanciación y educación.
Nada se habló en concreto en torno a los fundamentales temas económicos, a pesar de que Obama cuando era candidato prometió revisar el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA o TLCAN). El estadounidense sólo se conformó con manifestar sus esperanzas de resolver la disputa comercial con México desatada por una prohibición de su país sobre los camiones mexicanos para circular en sus carreteras. Así que ni siquiera promesas hay en torno a hacer efectivos los derechos de los transportistas mexicanos y para resolver el conflicto generado por la firma del mismo Obama a una ley que dio fin a un programa piloto que permitía a algunos camiones mexicanos transportar cargas más allá de una zona comercial de 40 kilómetros pasando la frontera estadounidense y que empujó a México a imponer aranceles sobre productos estadounidense por un valor de 2 mil 400 millones de dólares.
Tampoco nada hay en torno a los esfuerzos para lograr una reforma de inmigración que llevará a resolver el grave problema que representa el hecho de que prácticamente el 10 por ciento de la población mexicana se encuentra en territorio estadounidense, la mayor parte en condiciones precarias, desprotegida y al margen de los beneficios de la legislación norteamericana, a pesar de que muchos estadounidense se han enriquecido enormemente con el trabajo de los inmigrantes mexicanos.
Lo que si destacó en el primer día de esta visita fue el servilismo de Calderón ante el mandatario estadounidense. El michoacano insistió en que México y Estados Unidos no compitan entre si, sino que aprovechen el carácter complementario de sus economías, la mexicana subordinada a la estadounidense, por supuesto, lo que presuntamente haría más competitiva a la región norteamericana y a la recuperación de la crisis mundial.
Ante el muro fronterizo que construye Estados Unidos, el inquilino de Los Pinos ofreció fortalecer la infraestructura fronteriza para facilitar los flujos económicos entre ambos países, construir más puentes fronterizos, incentivar la cooperación aduanera dirigida hacia la implementación de una sola forma de exportación e importación, y homologar los estándares de los productos mexicanos a los estadounidenses. Todo eso sin nada a cambio.
Por Esto!
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